El Primer Mundo no parece estar para mesías ni para mesianismos. En él ya no hay lugar para las utopías de los pobres y es notorio el déficit de líderes que las quieran mantener. Y como en ese mundo lo real es lo de ellos, y como ellos han decidido -modernista, posmodernista o pragmáticamente- que ambas cosas son irreales y sospechosas, resulta que ya no está de moda hablar de mesianismos ni de mesías. Y si a esto añade que la historia -y esto sí hay que tenerlo seriamente en cuenta- muestra los peligros que conllevan ambas cosas: populismos, paternalismos, dictaduras, ingenuidad, fanatismos, agresividad… la conclusión es que poco se puede hablar ya de mesías y de mesianismos. A lo sumo se tolerará, con benevolente superioridad, como pecado de pueblos jóvenes…··· Ver noticia ··
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