No digo que la Iglesia debe cambiar o tiene que cambiar. Lo que digo es que la Iglesia va a cambiar. Porque no tiene más remedio. Ni le queda otra salida. La Iglesia que tenemos ahora, tal como está, no puede durar mucho.
Cada día hay menos sacerdotes, menos religiosos, menos vocaciones para los seminarios y los conventos. Y cada día también más parroquias sin cura, más fieles si misa y más gente sin sacramentos. Y lo que es más preocupante: gran parte del clero ha perdido su prestigio y su credibilidad. Los escándalos eclesiásticos no cesan ni ya es posible seguir ocultándolos.
Además, todo esto va en aumento. Ni parece que sea una crisis pasajera. A la vista de estos hechos, y con un clero joven, que se aferra al integrismo tradicional de tiempos pasados, ¿qué Iglesia tendrán - los que la vean - dentro de veinte o treinta años? Y lo peor de todo es que no parece que esto tenga vuelta atrás. Lo cual es motivo de preocupación para mucha gente, que no ve futuro en esta Iglesia que tenemos.
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