e Eutanasia.-
RESUMEN CONCLUSIVO
39. A fin de que los lectores puedan comprender mejor los mensajes principales que
queremos trasmitir en este documento, hacemos un resumen conclusivo : 28
1. La dignidad de la persona se fundamenta en el mismo hecho de pertenecer a la
especie “humana”. La vida de cada persona es bella, única, irrepetible e
insustituible. Además es limitada, la acompaña diversos sufrimientos y también la
muerte. Necesitamos un Uruguay que acoja, proteja, promueva y acompañe a cada
persona en toda su existencia, incluida la etapa final de su vida terrena, a través de
la fundamental ayuda de la familia, la medicina paliativa y la genuina experiencia
religiosa.
2. Valoramos enormemente la forma de accionar de la Medicina Paliativa. Lo propio
de ella es cuidar, aliviar y consolar, humanizando el proceso de la muerte de forma
profesional, afectuosa y cercana.
3. No es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo, ni siquiera para evitarle
el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente. Ni el paciente, ni el
personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la
muerte de una persona. En última instancia, esa acción constituye un género de
homicidio llevado a cabo en contexto clínico.
4. Tampoco es éticamente aceptable la obstinación terapéutica que consiste en querer
prolongar la vida del paciente a toda costa, sabiendo que no se proporciona un
beneficio al paciente. La aplicación de procedimientos diagnósticos y terapéuticos
desproporcionados solo sirve para prolongar inútilmente la agonía.
5. La sedación paliativa es una indicación médica científica y éticamente correcta, que
se plantea cuando los pacientes padecen síntomas refractarios que le provocan un
sufrimiento intolerable. Exige un control clínico permanente del efecto buscado y
requiere para su inicio el consentimiento explícito o implícito del paciente, o en
caso de incapacidad, delegado en un familiar directo.
Los cuidados básicos (alimentación, hidratación, aseo, cambios posturales) deben
continuarse y ser periódicamente evaluados.
6. Nuestra sociedad necesita apoyar las leyes que prevengan y desestimulen cualquier
género de eutanasia y suicidio asistido. Valoramos las leyes que han permitido el
acceso universal a programas de salud mental, a la medicina paliativa y al sistema
Para este resumen hemos extraído algunos párrafos del documento de la CEE 2019. En otros casos los 28
hemos resumido a nuestra manera.
nacional de cuidados, pero aún es preciso desarrollar programas que faciliten su
cumplimiento y la accesibilidad real a toda la población.
7. Jurídicamente, un proyecto en favor de la eutanasia y el suicidio médicamente
asistido, implica cambiar el valor absoluto de la vida humana y su carácter de
derecho humano fundamental indisponible e irrenunciable, contra la Constitución y
los Derechos Humanos.
8. Se induce a error y se abre la puerta a una cadena de violaciones de la dignidad de la
persona humana cuando se pretende legalizar la eutanasia y la asistencia al suicidio,
mediante el uso de términos genéricos tales como “sufrimientos insoportables” y
cuando se los quiere justificar con conceptos vagos como “autonomía absoluta”,
“vida indigna de ser vivida” y “muerte digna”. Ninguno de estos términos tienen
interpretaciones claras y unívocas. La experiencia en otros países demuestra que
terminan dando lugar a diversos abusos.
9. En las enfermedades graves y más aún cuando probablemente se acerca la muerte,
las personas se encuentran por lo general especialmente necesitadas y deseosas de
múltiples apoyos, así como de asistencia religiosa. Se trata de un hecho coherente
con la naturaleza espiritual del ser humano constatado a nivel sociológico. La
Iglesia, servidora de la humanidad, quiere ofrecer la luz de la vida eterna que
emana de Cristo muerto y resucitado, capaz de llenar de amor, misericordia y
esperanza las situaciones más complejas y, en muchas ocasiones, dolorosas de la
existencia humana. Solo así podremos llegar con paz y dignidad a expresar en el
momento final sentimientos confiados y palabras similares a aquellas de Jesucristo
en su agonía: “En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46).
Como obispos del Uruguay hemos querido hacer nuestro aporte en esta importante
problemática moral. Invocamos la protección del Altísimo para que ilumine a los
representantes del Pueblo a fin de que legislen a la luz de la dignidad de la persona y los
Derechos Humanos. Del mismo modo pedimos a Dios que oriente y fortalezca al personal
de la salud, a las comunidades cristianas y a las familias, para que cuiden y respeten el
valor incondicional de las personas que se acercan al final de la vida
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