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viernes, 7 de febrero de 2025

COMENTAPAGOLA.- Dgo. 5°tpo Ord. C.C. según la comunidad de Lucas 5.1-11

                               N O    T E M A S

La culpa como tal no es algo inventado por las religiones. Constituye una de las experiencias humanas más antiguas y universales.    Antes que aflore el sentimiento religioso se puede advertir en el ser humano esa sensación de «haber fallado» en algo.    El problema no consiste en la experiencia de la culpa, sino en el modo de afrontarla.

Pero hay también maneras poco sanas de vivir esta culpa. La persona se encierra en su indignidad, fomenta sentimientos infantiles de mancha y suciedad, destruye su autoestima y se anula. El individuo se atormenta, se humilla, lucha consigo mismo, pero al final de todos sus esfuerzos no se libera ni crece como persona.

Lo propio del cristiano es vivir su experiencia de culpa ante un Dios que es amor y solo amor. El creyente reconoce que ha sido infiel a ese amor. Esto da a su culpa un peso y una seriedad absoluta. Pero al mismo tiempo lo libera del hundimiento, pues sabe que, aun siendo pecador, es aceptado por Dios: en él puede encontrar siempre la misericordia que salva de toda indignidad y fracaso.

Según el relato, Pedro, abrumado por su indignidad, se arroja a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». La respuesta de Jesús no podía ser otra: «No temas», no tengas miedo de ser pecador y estar junto a mí. Esta es la suerte del creyente: se sabe pecador, pero se sabe al mismo tiempo aceptado, comprendido y amado incondicionalmente por ese Dios revelado en Jesús.

José Antonio Pagola

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