¡Qué importantes son los testimonios que nos muestran con toda su crudeza el Evangelio encarnado!
Solo
quien ha vivido la experiencia de la pobreza puede expresar la vivencia
del pobre, del que es invisibilizado por la sociedad.
Y solo quien es capaz de conmoverse frente al dolor ajeno puede comprender cabalmente el mensaje de Jesús.
Lo
lamentable es que quienes debieran transmitirlo muestran en los hechos
una actitud mundana, se apegan a intereses mezquinos y no sirven a Dios
sino al dinero.
Gracias,
Madilene, por confrontar la realidad con los valores del Reino, y por
seguir apostando, a pesar de todo, a ese mundo escandaloso en que el
sufrimiento se trastoca en bienaventuranza.
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