08.10.2025
Felices los hombres y las mujeres que no escuchan los falsos mensajes de la publicidad, ni siguen la moda de primavera-verano-otoño-invierno, ni se hacen eco de los mensajes tenebrosos del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial o del Banco Central Europeo, ni aceptan y luchan contra las medidas económicas que aplican muchos gobiernos contra las clases más débiles de la sociedad y los países empobrecidos. Felices los hombres y las mujeres que no han perdido su confianza en los demás, que saben descubrir bajo tanto dolor destellos de esperanza, que siguen trabajando por los demás, a pesar del miedo que nos inoculan cada día a través de los medios de comunicación. Felices los hombres y las mujeres que se sacrifican para que haya más vida, que se esfuerzan por ofrecer ilusión, que regalan su tiempo y su abrazo, que luchan por construir otro mundo posible. Felices los hombres y las mujeres que no regatean esfuerzos y se comprometen, y cuando les llaman responden siempre: “Aquí estoy, para lo que necesitéis”. Esos hombres y mujeres llevan grabada tu ley en las entrañas, la única que nos propuso Jesús: la del amor. Por sus frutos los conoceréis. Y por la paz que llevan impresa en su interior, aunque el dolor y el sufrimiento, dentro de ellos y a su alrededor, intenten arrebatarles su espíritu de esperanza, entusiasmo y solidaridad.
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