Carlos de Foucauld fue miembro de la alta sociedad francesa, un vizconde, huérfano de padre y madre desde pequeño, fue criado por su abuelo materno, y protegido y mimado por su prima María de Bondy, algunos años mayor, mujer que tuvo gran influencia sobre él, por su austeridad y piedad.
Ya desde su adolescencia y juventud se dió todos los permisos (y excesos) que “un señorito” de su categoría se podía dar... Fue militar y explorador en Marruecos, “camuflado” como judío... allí quedó totalmente impactado por la profunda religiosidad de los hombres del Islam, los musulmanes, es así que vuelto a Francia, retoma sus prácticas religiosas que había abandonado.
Enamorado del Jesús Pobre del Evangelio, quiso seguirlo radicalmente y se fue de monje trapense, a la Trapa más pobre que existía, Ntra Sra de las Nieves, en Siria, donde permaneció por algunos años... Se cuenta que un día, el superior lo mandó acompañar al velatorio de un vecino del monasterio, allí se encontró con una viuda rodeada de varios hijos en medio de la miseria, y vió así que él no era tan pobre como quería, que habían otros que lo eran aún más…
Deja el monasterio y de allí va a Nazareth, pensando encontrar en aquella ciudad física a su Amado Jesús, entreverado entre todos, permanece 3 años como ermitaño y jardinero en el Monasterio de las Clarisas, lugar donde madura su proyecto, se ordena sacerdote y parte inmediatamente hacia el Sahara Argelino, no tanto “para ocultarse en el desierto, sino para encontrar a los hermanos alejados que el desierto ocultaba” ..
Hizo varios proyectos de fundación de una comunidad de Hermanos…, que luego va abandonando, y es ya en los últimos años de su vida, alrededor de 1908 (el muere en 1916) donde se puede decir que encuentra y acepta su verdadera personalidad y misión, viendo que Dios no le pedía tener “una barra de amigos” para ir en Misión, por el contrario, lo invita a adentrarse solo entre los seres humanos como “desbrozador evangélico” (desbrozador es aquel que prepara el terreno, quitando yuyos y piedritas de la tierra, acondicionándola para la siembra de la semilla...)
Es así que sigue su camino de despojamiento, tiene “varias conversiones” que básicamente son el abandonar el lugar “de dador” y dejarse ayudar, ser uno más, ya no se quiere distinguir en nada de los demás, quita la imagen del Sagrado Corazón de su túnica, ya no firma más Fray Carlos de Foucauld, sino simplemente Carlos de Foucauld, y caen los muros de su Ermita, quiere ser y se convierte verdaderamente en ¡Hermano de todos y de todas!
Su legado, su herencia es sin lugar a dudas “la hermandad” vivida en un espíritu de simplicidad evangélica, contemplación-acción, con todas y todos, especialmente con las personas en periferias físicas o existenciales, los más pobres, los nadies, abandonados, minorías sociales, sean estas quienes sean, muchas veces descartadas, marginadas y hasta “acorraladas” (como lo estamos viendo que pasa hoy día con los migrantes...)
Es un gran aliento para cualquier seguidor de Jesús, pues podríamos decir que es “un anti santo de estampita” personajes estos, tan llenos de virtudes que asustan a los más fervorosos, por el contrario, la vida de Carlos está llena de fracasos y paradojas... de un construir para derribar y volver a comenzar, pocas veces la tuvo clara, la iba buscando a tientas como nos pasa a cualquiera de nosotras y de nosotros. Es así inspirador de una gran Familia Espiritual, hombres y mujeres de toda condición y estado, que encuentran su lugar, siendo riqueza los unos para los otros, pequeña imagen del Reino, dónde los últimos son los primeros …
Carlos de Foucauld fue miembro de la alta sociedad francesa, un vizconde, huérfano de padre y madre desde pequeño, fue criado por su abuelo materno, y protegido y mimado por su prima María de Bondy, algunos años mayor, mujer que tuvo gran influencia sobre él, por su austeridad y piedad. Ya desde su adolescencia y juventud se dió todos los permisos (y excesos) que “un señorito” de su categoría se podía dar...
Fue militar y explorador en Marruecos, “camuflado” como judío... allí quedó totalmente impactado por la profunda religiosidad de los hombres del Islam, los musulmanes, es así que vuelto a Francia, retoma sus prácticas religiosas que había abandonado. Enamorado del Jesús Pobre del Evangelio, quiso seguirlo radicalmente y se fue de monje trapense, a la Trapa más pobre que existía, Ntra Sra de las Nieves, en Siria, donde permaneció por algunos años...
Se cuenta que un día, el superior lo mandó acompañar al velatorio de un vecino del monasterio, allí se encontró con una viuda rodeada de varios hijos en medio de la miseria, y vió así que él no era tan pobre como quería, que habían otros que lo eran aún más… Deja el monasterio y de allí va a Nazareth, pensando encontrar en aquella ciudad física a su Amado Jesús, entreverado entre todos, permanece 3 años como ermitaño y jardinero en el Monasterio de las Clarisas, lugar donde madura su proyecto, se ordena sacerdote y parte inmediatamente hacia el Sahara Argelino, no tanto “para ocultarse en el desierto, sino para encontrar a los hermanos alejados que el desierto ocultaba” ..
Hizo varios proyectos de fundación de una comunidad de Hermanos…, que luego va abandonando, y es ya en los últimos años de su vida, alrededor de 1908 (el muere en 1916) donde se puede decir que encuentra y acepta su verdadera personalidad y misión, viendo que Dios no le pedía tener “una barra de amigos” para ir en Misión, por el contrario, lo invita a adentrarse solo entre los seres humanos como “desbrozador evangélico” (desbrozador es aquel que prepara el terreno, quitando yuyos y piedritas de la tierra, acondicionándola para la siembra de la semilla...)
Es así que sigue su camino de despojamiento, tiene “varias conversiones” que básicamente son el abandonar el lugar “de dador” y dejarse ayudar, ser uno más, ya no se quiere distinguir en nada de los demás, quita la imagen del Sagrado Corazón de su túnica, ya no firma más Fray Carlos de Foucauld, sino simplemente Carlos de Foucauld, y caen los muros de su Ermita, quiere ser y se convierte verdaderamente en ¡Hermano de todos y de todas! Su legado, su herencia es sin lugar a dudas “la hermandad” vivida en un espíritu de simplicidad evangélica, contemplación-acción, con todas y todos, especialmente con las personas en periferias físicas o existenciales, los más pobres, los nadies, abandonados, minorías sociales, sean estas quienes sean, muchas veces descartadas, marginadas y hasta “acorraladas” (como lo estamos viendo que pasa hoy día con los migrantes...)
Es un gran aliento para cualquier seguidor de Jesús, pues podríamos decir que es “un anti santo de estampita” personajes estos, tan llenos de virtudes que asustan a los más fervorosos, por el contrario, la vida de Carlos está llena de fracasos y paradojas... de un construir para derribar y volver a comenzar, pocas veces la tuvo clara, la iba buscando a tientas como nos pasa a cualquiera de nosotras y de nosotros. Es así inspirador de una gran Familia Espiritual, hombres y mujeres de toda condición y estado, que encuentran su lugar, siendo riqueza los unos para los otros, pequeña imagen del Reino, dónde los últimos son los primeros …
No hay comentarios:
Publicar un comentario