El asunto Episcopal
Reflexión y liberación

Regreso desde San Carlos de Bariloche donde asistí a la ordenación como obispo de ese territorio de mi hermano Juan José.
Unos
doce obispos, una treintena de curas, un pueblo hospitalario, una comunidad
cristiana esperanzada, unos amigos entrañables. La
ceremonia litúrgica fue sencilla, aunque creo que le faltó más conexión con la
Patagonia argentina; solamente un canto en mapudungun entre muchos motetes y
corales que pueden cantarse en Europa, con toda tranquilidad, en una ceremonia
similar. La carta del Papa Francisco al nuevo obispo se salió del protocolo y
lo llamó a ser sencillo, cordial, cercano a todos, y con la recomendación de no
enfermarse de “episcopalitis”, esa peste tan común en los monseñores.
Con este
nombramiento de “Juanjo” deben ser
unos cinco o seis los obispos nombrados en Argentina en los seis meses de
pontificado de Bergoglio. En Chile, desde hace un par de años, están caducados
al menos seis obispos que han debido continuar al frente de sus diócesis porque
no se ha nombrado aún al sucesor.
-Eso es
un asunto complicado- me dice un obispo amigo-. Porque el que se va no sabe, no
puede o no quiere tomar decisiones que necesariamente van a afectar al
siguiente pastor. Así se queda en un nirvana de mero cumplimiento formal y el
obispado no avanza en soluciones a sus problemas.
A otro
amigo le pregunto si en Nuncio apostólico, quien maneja el asunto de los
nombramientos en Chile, es un hombre inoperante. -No lo creo- me responde. La
misma situación se vive en Ecuador, en Colombia y en otros países. El papa
Francisco ha nombrado varios obispos en Argentina porque conoce bien el terreno
y la gente; en los otros países hay mayor desconocimiento de las personas
candidatas a ser nombradas.
Pero otro
obispo amigo me señala que en realidad la dificultad está en el Nuncio.
Es un hombre que ha visitado todos los obispados, ha entrevistado a mucha
gente, se debe haber informado y conoce las listas que el episcopado tiene con
nombres precisos, pero…se hace un lío con todo eso. De hecho- me asegura- ha
dado a conocer a los obispos algunos nombres que él recomienda pero que de
verdad son impresentables. Parece que el Nuncio es tuerto; ve solamente
con el ojo derecho- dice mi amigo con una sonrisa un tanto preocupada.
Pero hay
otro problema- me añade- el episcopado en Chile está dividido. Cuando
hay que discutir el nombre de un candidato a obispo, si es progresista un
número de obispos se opone y otro lo apoya. Si se da el nombre de un
conservador tipo Opus Dei, lo que se oponían al anterior, ahora lo aprueban y
los que estaban de acuerdo antes con el otro, ahora rechazan. Es un problema
serio esto porque no hay una línea en los criterios.
Por mi
parte lamento la situación y además de lo dicho, veo que muchos pastores y
los Nuncios están descolocados con las actuaciones y declaraciones del papa
Bergoglio. Antes era más seguro porque era un camino conocido; los obispos
surgían entre rectores de seminarios, profesores de derecho canónico y
liturgistas. Ahora se sabe que el Papa
prefiere pastores con olor a pueblo ( a ovejas, dice él) y toda la
estantería clerical se estremece.
No debiera ser así; porque Jesús eligió pescadores del lago y
campesinos de tierra adentro para ser mensajeros de la Buena Noticia de la
liberación. Ninguno de ellos había pasado por universidades romanas; pero
tenían la sabiduría que da la vida y para Jesús eso era lo más importante.
Agustín Cabré
El Catalejo del Pepe
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