Foto que ilustra la nota, tomada por la autora
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Wall Street Journal: pareja de estadounidenses relata la "aventura" de vivir la jubilación en Uruguay
31.03.2016
NUEVA YORK (Uypress) — La escritora Fran Martone y su esposo decidieron retirarse y vivir su jubilación en nuestro país. Sus apreciaciones fueron motivo de una extensa nota en el prestigioso diario The Wall Street Journal.
Fran Martone, una escritora
estadounidense de Santa Fe, Nuevo México, decidió junto a su esposo
emigrar de su país para vivir la jubilación. Luego de mucho análisis la
elección recayó en nuestro país, y en la nota publicada en The Wall Street Journal
que se presenta a continuación desgrana su experiencia luego de más de
un año relata sus peripecias y manifiesta estar "contentos de haber
decidido pasar este capítulo de nuestras vidas aquí".
Nota completa:
"¿Uruguay? ¿Adónde se están mudando? No
es una sorpresa que nuestros amigos y familiares hayan quedado
anonadados y un poco confundidos por nuestra decisión de irnos de Santa
Fe, Nuevo México, para jubilarnos en Uruguay.
Hace unos cinco años, obligados a buscar
un servicio de salud asequible, mi esposo y yo empezamos a investigar
lugares donde podríamos jubilarnos. Un país aparecía constantemente en
la lista: Uruguay. Planeamos ir de vacaciones ahí para ver cómo era. Nos
enamoramos del encanto histórico de Colonia del Sacramento, los
kilómetros de playas inmaculadas que van desde Piriápolis hasta la
frontera con Brasil y el peculiar carisma europeo de Montevideo. Por
sobre todo, los enamoramos de la amabilidad de los uruguayos.
Después de unas visitas más y mucha
investigación, hicimos de Uruguay nuestro hogar permanente hace
aproximadamente un año y medio. El país, con una democracia estable
desde hace unas tres décadas y con relativamente poca corrupción, tiene
prácticamente todos los servicios a los que estamos acostumbrados,
incluyendo electricidad confiable, calles decentes, atención médica
calificada y una amplia conectividad de fibra óptica. Cosas más frívolas
como las pedicuras y Pilates también están disponibles.
Una rica oferta artística
Con la ayuda de un agente inmobiliario,
compramos un apartamento moderno de dos habitaciones en Montevideo, en
el barrio de Pocitos, una elección popular para los expatriados por su
ambiente cosmopolita. Nuestra vivienda tiene un balcón y un patio
grande. Plataneros de sombra forman doseles sobre las calles y edificios
de departamentos de varios pisos envuelven el área más cercana a la
playa. Tres supermercados y dos centros comerciales se encuentran a 12
cuadras de nuestra casa, y mi esposo se ha vuelto un cliente frecuente
de la ferretería, donde el aletargado mastín del dueño toma su siesta en
la entrada.
Un eficiente sistema de autobuses cubre
todo el país, por lo que no necesitamos un auto. El pasaje, que cuesta
cerca de US$1, con frecuencia incluye también entretenimiento. Si el bus
no está lleno, los conductores suelen permitir que suban artistas
callejeros. Hemos escuchado guitarra flamenca, rap, ópera y poesía.
Montevideo es un floreciente centro
artístico. El antiguo Teatro Solís ofrece ópera, música sinfónica, la
compañía nacional de teatro y el festival de jazz de Montevideo. El
ballet nacional está a unas cuadras, en el Auditorio Nacional del Sodre.
Sorprendentemente, los boletos se pueden comprar por tan sólo US$6.
También hemos descubierto maravillosos
museos pequeños con exhibiciones que cambian frecuentemente, desde obras
precolombinas hasta contemporáneas. Montevideo en sí es un tesoro
arquitectónico. Disfrutamos de su vibrante interpretación local del
estilo clásico hallado en muchos de los barrios residenciales más
antiguos. La ciudad también es rica en arquitectura art deco.
Obviamente, ningún lugar es Utopía. Los
conductores uruguayos tal vez sean los peores del mundo. Como peatón, es
importante recordar siempre que uno no tiene la prioridad de paso. Los
grafitis y la basura en la calle también reducen la belleza de
Montevideo y, al igual que cualquier ciudad grande, hay delincuencia,
por lo que deben tomarse algunas precauciones. Aun así, en la mayoría de
los barrios me siento bastante cómoda y a menudo tomo el bus de noche.
Los uruguayos pueden parecer algo
reservados al principio, pero saben disfrutar de la vida. El carnaval se
extiende por unas seis semanas durante la cuaresma, con desfiles y
presentaciones a lo largo de la ciudad. Uno de nuestros eventos
favoritos es el Desfile de Llamadas, con bailarinas y tamborileros de
inspiración africana.
En cuanto a la cocina, los uruguayos
aman la carne vacuna. Cortes tiernos son asados a fuego lento sobre
parrillas a carbón vegetal. Debido a que la herencia italiana es común
aquí, la pasta y la pizza también se consiguen fácilmente. Las comidas
son eventos placenteros y suelen incluir Tannat, el vino tinto
característico de Uruguay. Hemos tenido dificultades para acostumbrarnos
a cenar a las 10:30 de la noche, por lo que si estamos solos o con
otros expatriados, nos escabullimos a comer ¡dos horas antes!
Siempre pensé que era una prodigiosa
golosa, pero no puedo ni tratar de igualar el apetito de los locales por
pasteles cargados, helado y galletitas. El rey de todos los dulces es
el dulce de leche, que rellena los pastelitos, se arremolina en el
helado, se unta en la tostada y acompaña otros postres como el flan.
Quizás para bajar todos esos dulces, los
montevideanos de todas las edades, tamaños y formas caminan, trotan y
recorren en patineta o bicicleta la Rambla, una avenida costera de
kilómetros de longitud. En la playa, hay partidos de fútbol y vóleibol
durante todo el verano. Para nosotros, caminar es el principal
ejercicio, con o sin nuestro perro, un lebrel inglés rescatado. También
ejercitamos nuestra imaginación, fantaseando con que algún día me uniré a
los que practican windsurf y kitesurf en las aguas del Río de la Plata,
un enorme estuario del Río Uruguay que desemboca en el Océano Atlántico
a unos 80 kilómetros al este.
El costo de vida en Montevideo no es
exorbitante, pero tampoco lo llamaría barato. Un teléfono celular o una
laptop pueden costar el doble que un modelo similar en Estados Unidos.
El costo de usar estos aparatos, sin embargo, es aproximadamente un
tercio más barato que lo que pagábamos en EE.UU. La electricidad nos
cuesta unos US$200 al mes, incluso si no usamos el aire acondicionado.
La comida para mascotas cuesta casi el doble de a lo que estábamos
acostumbrados, pero las visitas al veterinario cuestan cerca de la
mitad. Servicios como cortes de pelo y reparaciones de relojes tienen
precios muy razonables.
Y ese seguro médico que estábamos
buscando nos cuesta unos US$62 al mes por persona. También nos
registramos para un servicio que nos provee transporte de emergencia en
ambulancia y doctores que realizan visitas a casa por US$20 extra al
mes. Los copagos van desde US$3 a US$9, dependiendo de si uno ve un
médico general o un especialista.
Los precios de la vivienda varían, pero
se puede comprar un apartamento de dos habitaciones en vecindarios
favoritos de expatriados como Ciudad Vieja, Pocitos y Carrasco por entre
US$160.000 y US$275.000. Ciudad Vieja tiende a ser el más barato,
puesto que aún está pasando por la gentrificación.
Tiempo de adaptación
Uruguay les da la bienvenida a los
extranjeros que desean vivir aquí. No obstante, tenga a mano todos los
documentos necesarios, como partidas de nacimiento, licencias
matrimoniales y sentencias de divorcio.
Aún estamos adaptándonos al ritmo de
vida más lento de Uruguay. Las cosas se hacen, pero podrían tardar un
tiempo. Además, los uruguayos siempre le darán los costos o plazos
estimados para el mejor de los casos. Si bien el optimismo es algo
maravilloso, ha habido ocasiones en los que hubiéramos deseado haber
sabido acerca de las posibles contingencias.
Sin embargo, tal vez uno de los ajustes
más difíciles haya sido nuestra incapacidad de hablar español,
especialmente los modismos particulares de Uruguay. Estamos tratando de
aprender, pero nuestros cerebros, de 65 y 75 años, nos están
ralentizando. Gracias al cielo por Internet. El chat en línea con
servicio de traducción abre otra ventana que hace posible trabajar con
las empresas de servicios públicos y el personal de soporte técnico.
Pese a estos desafíos, tenemos poco de
qué arrepentirnos. En Uruguay, generaciones de una familia disfrutan
pasando el tiempo juntos no haciendo mucho más que charlar. Vivir en un
país que pone a sus escritores y poetas en sus billetes, en lugar de
generales, nos pone contentos de haber decidido pasar este capítulo de
nuestras vidas aquí.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias
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