ZENIT, Vaticano 17 setiembre 2016.
Más tarde al recibirlos en audiencia en la Sala Clementina, el
Papa les agradeció por la dedicación y generosa disponibilidad de la vida,
marcada muchas veces por ritmos difíciles. El Papa comentó que muchas veces por
la mañana recibe las comunicaciones de ellos y piensa “mira cómo este trabaja
bien”.......
Señaló que es necesario servir con sacrificio como humildes
enviados, sin ingenuidad, “con la astucia y prudencia del siervo sabio y fiel”,
con “los ojos abiertos para reconocer desde dónde vienen las hostilidades” y
“discernir los caminos” para enfrentar las insidias.
Les invitó a “perder tiempo” con los obispos, sacerdotes,
religiosos y fieles, para escuchar, enviar mensajes, conocer problemas, lo que
“no es una elaborada estrategia para recoger informaciones y manipular la
realidad o las personas”, sino una actitud de un diplomático de carrera
y también de un pastor capaz de dar testimonio de Jesús.
Les pidió que hagan de la Nunciatura apostólica, la ‘casa del
Papa’ y vigilancia para que las nunciaturas no se vuelvan refugio de los amigos
de los amigos, huyendo de las murmuraciones y de los arribistas.
El Santo Padre precisó también que quien representa a Pedro,
“sobrevive a las prepotencias de las ideologías, a quien reduce la Palabra a la
conveniencia, al sometimiento a los poderes de este mundo que pasa”. Por ello
nunca hay que alinearse con batallas ideológicas o políticas porque la vigencia
de la Iglesia “no depende de las plazas o salones sino de la fidelidad al
Señor”.
Una conciencia que lleva a dialogar con todos que lleva “en
muchos casos a hacernos la voz profética de los marginados por su fe o
condición étnica, económica, social o cultural”, dijo.
El Papa les invitó además a acompañar a las Iglesias con corazón
de pastores, sin distraerse por los problemas cotidianos, “con la mirada del
Papa que no es otra cosa que la de Cristo, el Buen Pastor”. A ‘salir’ para
verificar que la Iglesia se encuentre ‘en salida’, ayudando a los obispos, a la
cualificación del clero, con presencia concreta. Porque indicó, la Iglesia
necesita “testimonios del Resucitado y no portadores de curriculum”, que sean
“pastores y no funcionarios”.
Y delante de los desafíos de nuestros días, les invitó a llevar
la misericordia de Dios en los problemas del mundo, de la sociedad, de la
familia y de los pueblos, “sin considerar nunca a alguien como
irremediablemente perdido”. Trabajando siempre a largo plazo, sin la obsesión
de resultados inmediatos.
El Papa concluyó
señalando que “el mundo tiene mucho miedo y lo difunde” y muchas veces “lo
adopta como estrategia para construir un mundo sobre muros y fosas”. Podemos
entender las razones del miedo, pero no podemos compartirlo porque “el miedo
vive en la oscuridad del pasado y es provisorio. En futuro pertenece a la luz.
El futuro pertenece a Cristo”.
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