El Papa advierte de la "cardiosclerosis", que "está en la base de esta cultura del descarte"
Francisco: "Tengo miedo a los aduladores. Los detractores... no me preocupa"
Jesús Bastante, 20 de noviembre de 2016 a las 17:51
El diablo siempre entra por los bolsillos, siempre. Es su puerta de entrada. Hay que luchar para hacer una Iglesia pobre y para los pobres, según el Evangelio
"En Buenos Aires en nuestro argot porteño a los aduladores los llamamos 'chupamedias', y la figura es propia de quien chupa las medias de otro. Es feo masticar las medias de otro, es un nombre bien hecho, añade el Papa a lo largo de la conversación, en la que también advierte de "la enfermedad de este mundo, la 'cardiosclerosis'", que "está en la base de esta cultura del descarte".
Sobre el Jubileo destacó su universalización. "Hizo mucho bien, porque era toda la Iglesia la que vivía este Jubileo, era como una atmósfera de Jubileo. Y las noticias que llegan de las diócesis hablan del acercamiento de la gente a la Iglesia, de encuentro con Jesús: fue una bendición del Señor [...] Está en una línea eclesial en la que la misericordia es, no digo descubierta, porque siempre existía, sino proclamada con fuerza: es como una necesidad".
Una necesidad frente "a este mundo, que tiene la enfermedad del descarte, la enfermedad de cerrar el corazón, del egoísmo, le hace bien. Porque ha abierto el corazón y mucha gente se ha encontrado con Jesús".
Francisco también tuvo un especial recuerdo para uno de los momentos más emotivos del Año de la Misericordia: "visité a las chicas que fueron sacadas de la explotación de la prostitución". "Me acuerdo de una, de África: bellísima, muy joven, explotada (estaba embarazada), explotada pero también con golpes y torturas: 'Tú tienes que ir a trabajar'. Y ella, cuando contaba su historia (había 15 chicas, allí, que me contaban sus historias, cada una), me decía: 'Padre, yo parí en invierno por la calle. Sola. Sola. Mi niña murió'. La obligaban a trabajar hasta ese día, porque si no les llevaba mucho a los explotadores, le pegaban, hasta la torturaban. A otra le habían cortado la oreja...", recuerda el Pontífice.
"Y pensé no solo en los explotadores, también en los que pagaban a las chicas: ¿pero no saben que con ese dinero, para quitarse una satisfacción sexual, ayudaban a los explotadores?", apunta.
Sobre la Iglesia, el Santo Padre considera que "como institución, la hacemos cada uno de nosotros. Somos la comunidad", y apunta que "el mayor enemigo de Dios es el dinero". "Dios no dice, 'el dinero y la enfermedad', porque el dinero es el ídolo. Lo vemos ahora, en este mundo en el que el dinero parece comandar. El dinero es un instrumento hecho para servir, y la pobreza está en el corazón del Evangelio y Jesús habla de este choque: dos señores, dos patrones".
"El diablo siempre entra por los bolsillos, siempre. Es su puerta de entrada. Hay que luchar para hacer una Iglesia pobre y para los pobres, según el Evangelio", constata el Papa, quien insiste en que el dinero "es el primer escalón" para "corromper el alma".
Como Papa, admite sufrir "las tentaciones de cualquier persona, de cualquier hombre. Según las debilidades de personalidad, que el diablo siempre usa para entrar, que son la impaciencia, el egoísmo, y luego un poco de flojera". Para Bergoglio, "las tentaciones nos acompañarán hasta el último momento, ¿no? Los Santos fueron tentados hasta el último momento, y Santa Teresa del Niño Jesús decía justamente que hay que rezar mucho por los moribundos, porque el diablo desencadena una tempestad de tentaciones en ese momento".
Una de las tareas auto impuestas por Francisco ha sido la de "cuando tengo un poco de tiempo, llamar, telefonear a los encarcelados que he conocido". "Tengo este sentimiento: ¿por qué él y yo no? El Señor tiene motivos suficientes para mandarme a la cárcel", confiesa, entre bromas, el Papa, quien añade que "entender la cárcel como punición no es bueno. La cárcel es como un 'purgatorio', para prepararse a la reinserción", porque "no hay una verdadera pena sin esperanza. Si una pena no tiene esperanza, no es una pena cristiana, no es humana. Por esto la pena de muerte no funciona".
"Ya no se puede pensar así. La cadena perpetua, tan fría, es una pena de muerte un poco encubierta", concluye. Durante la entrevista, Francisco sentenció además que el aborto es "un crimen horrendo".
"He pensado en la costumbre de matar a los niños antes de su nacimiento. Es un crimen horrendo. Los matan porque es mejor así, porque están más cómodos. Es una responsabilidad grande, es un pecado gravísimo", definió al recordar una de las visitas que hizo durante el Año Santo a una madre que había perdido tres hijos.
Francisco también confiesa que "el sentido del humor es una gracia que yo pido todos los días", porque "el sentido del humor te levanta, de hace ver lo provisorio de la vida y tomar las cosas con un espíritu de alma redimida. Es una actitud humana, pero es lo más cercano a la gracia de Dios"
Finalmente, el Papa habla de "esta tercera guerra mundial que estamos viviendo, la tercera guerra mundial en pedacitos; las armas se venden y las venden los traficantes de armas. Y también las venden a las dos partes en guerra, porque se gana con el tráfico de las armas". En el fondo, "hay una dureza de corazón muy grande: falta la ternura. El mundo de hoy necesita una revolución de la ternura".
Sobre su ritmo de trabajo, el Papa confiesa.: "No sé cómo le hago, pero... yo rezo: eso me ayuda mucho. Rezo. La oración es una ayuda para mí, es estar con el Señor. Celebro la misa, rezo el breviario, hablo con el Señor, rezo el Rosario... Para mí, la oración ayuda mucho. Y luego, duermo bien: es una gracia del Señor, esta. Duermo como un tronco. El día de las sacudidas del terremoto, no sentí nada, ¿eh? Todos sintieron, la cama bailaba... No, de verdad, duermo seis horas, pero como un tronco. Tal vez esto le ayuda a la salud. Tengo mis cosas, ¿no? El problema de la columna, que va bien por el momento. Hago lo que puedo y nada más: en ese sentido, me mido un poco", concluye.
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