lunes, 7 de enero de 2019

DETODASPARTESVIENEN. EL PORQUE DE QUE ALGUNOS CRISTIANOS HAN SIDO ENVIADOS AL EXILIO , fragmento de una carta enviada por Dm.Pedro CASALDÁLIGA, AL PRELADO DEL MOMENTO

Curia. Para muchos de nosotros ciertas estructuras de la curia no responden al testimonio de simplicidad evangélica y de comunión fraterna que el Señor y el mundo reclaman de nosotros; ni traducen en sus actitudes, a veces centralizadoras e impositivas, una catolicidad verdaderamente universal; ni respetan siempre las exigencias de una corresponsabifidad adulta, ni incluso a veces los derechos básicos de la persona humana o de los diferentes pueblos. No faltan con frecuencia en sectores de la curia romana prejuicios, atención unilateral para las informaciones e incluso posturas, más o menos inconscientes, de etnocentrismo cultural europeo frente a América Latina, África y Asia.
Marginación de la mujer. Nadie puede negar con frialdad de ánimo que la mujer continúa siendo fuertemente marginada en la Iglesia: en la legislación canónica, en la liturgia, en los ministerios, en la estructura eclesiástica. Para una fe y una comunidad de aquella buena nueva que no discrimina entre “judío y griego, libre y esclavo, hombre y mujer”, esta discriminación de la mujer en la Iglesia nunca podrá ser justificada. (Tradiciones culturales masculinizantes que no pueden anular la novedad del Evangelio explicarán tal vez el pasado, no podrán justificar el presente, ni menos todavía el futuro inmediato).
Celibato. otro punto delicado en sí y muy sensible para su corazón, hermano Juan Pablo, es el celibato. Yo personalmente nunca dudé de su valor evangélico y de su necesidad para la plenitud de la vida eclesial, (…)como un testimonio de la gloriosa condición futura. Sin embargo, pienso que no estamos siendo comprensivos ni justos con esos millares de sacerdotes, muchos de ellos en situaciones dramáticas, que aceptaron el celibato compulsoriaínente, como exigencia, actualmente vinculante, para el ministerio sacerdotal en la Iglesia latina. Posteriormente, por causa de esta exigencia no vitalmente asumida, tuvieron que dejar el ministerio, no pudiendo regularizar su vida ni dentro de la Iglesia ni a veces en la misma sociedad.
Colegio cardenalicio. El colegio cardenalicio es privilegiado a veces con poderes y funciones que dificilmente se compaginan con los derechos anteriores y con las funciones más eclesialmente connaturales del colegio apostólico de los obispos como tal.
Nunciaturas. De las nunciaturas tengo personalmente una triste experiencia. Usted conoce mejor que yo la persistente reclamación de conferencias episcopales, de obispos particulares, de presbíteros, de grandes sectores de la Iglesia frente a una institución tan marcadaínente diplomática en la sociedad y con frecuencia paralela en sus actuaciones junto a los episcopados.
Títulos. Juan Pablo, hermano, permítame todavía una palabra de crítica fraterna al propio Papa. Por más tradicionales que sean los títulos “Santísimo Padre”, “Su Santidad”… -como otros títulos eclesiásticos de “Eminentísimo” “Excelentísimo”-, resultan evidentemente poco evangélicos e incluso extravagantes, humanamente hablando. “No os dejéis llamar padre o maestro”, dice el Señor. Como sería más evangélico -y también más accesible a la sensibilidad actual- simplificar la indumentaria, gestos, distancias, dentro de nuestra Iglesia.
Viajes. Pienso todavía que sería muy apostólico que usted procurase un asesoramiento suficientemente libre y participado de sus viajes, tan generosos e incluso heroicos en muchos aspectos, pero tan criticados, y a mi entender, no siempre sin motivos: ¿no son ellos conflictivos para el ecumenismo -testamento de Jesús pidiendo al Padre que siempre fuésemos uno-, para la libertad religiosa en la vida pública pluralista? ¿No exigen estos viajes grandes gastos económicos de las iglesias y de los Estados, al revestirse de una cierta prepotencia y de privilegios cívicopolíticos con relación a la Iglesia católica, en la persona del Papa, y que se tornan irritantes para otros? (…)
Teología de la liberación. sé también de sus preocupaciones apostólicas respecto de nuestra teología de la liberación, de las comunidades cristianas en los medios populares, de nuestros teólogos, de encuentros, de publicaciones y de otras manifestaciones de vitalidad de la Iglesia en América Latina, de otras iglesias del Tercer Mundo y de algunos sectores de Iglesia en Europa y en América del Norte. Sería ignorar su misión de pastor universal pretender que usted no se interesase e incluso se preocupase por todo este movimiento eclesial, máxime cuando América Latina representa casi la mitad de los fieles de la Iglesia católica.
Otra vez, sin embargo, le pido venia para una palabra sentida, por el modo como vienen siendo tratados por la curia romana nuestra teología de la liberación y nuestros teólogos, ciertas instituciones eclesiásticas -como la propia CNBB en determinadas ocasiones-, iniciativas de nuestras iglesias y algunas sufridas comunidades de este continente, así como sus animadores. (…)
Confío en su oración de hermano y de pontífice. Dejo en manos de María, madre de Jesús, el desafio de esta hora. Le reitero mi comunión de hermano en Jesucristo y, con el Señor, mi condición de servidor de su Iglesia.
Con su bendición apostólica.
Pedro Casaldáliga, obispo de Sao Félix do Araguaia (MT).

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