De; El Don de la Palabra, de Atilano Alaiz. C.C. Texto abreviado en versión libre autorizado por el autor.
Dgo. DE LA TRINIDAD (Jn. 16,12-15)
FAMILIA DIVINA, NUESTRA FAMILIA.-
La revelación de Dios supone COMUNIDAD, FAMILIA y AMISTAD.
Dios hace con nosotros, lo mismo que un padre de familia con sus hijos cuando van dejando de ser niños, les llama y cuenta cómo se ha ido formando ésa su familia y cómo por el amor que se tienen unos a otros viven, son unidos y felices. El padre le dice que él también un día no muy lejano formará una familia y para que puedan ser felices entre ellos ha de aprender a amar y sacrificarse por ellos. Les está preparando para la vida.
En ésta fiesta de la Trinidad, de la Familia, nos recuerda que “nos ha hecho a su imagen y semejanza.” , no para que le admiremos y maravillemos ante su grandeza, sino para que nos realicemos en la medida en que nos asemejemos a Él.
El proyecto de Jesus es que varios seamos “uno”, que haya “común-unión”, que seamos como los miembros de la comunidad de Jerusalén, “un solo corazón y una sola alma”. Solamente siendo comunidad seremos, como Dios quiere, “imagen y semejanza suya”
El ser trinitario de Dios pone de relieve la naturaleza trinitaria del ser humano. Necesitamos del amor de amistad, de comunión de familia. Sin los demás no soy nadie. Necesitamos el apoyo de los amigos,, de los familiares, de los miembros de la comunidad. Y ellos necesitan el mío. Yo soy como una abeja que no puedo realizarme sin el apoyo del enjambre. Un miembro desconectado del cuerpo es algo sin sentido, absurdo.
Nuestra utopía; llegar al gozo de ser una una “iglesia doméstica”, una comunidad viva, “un grupo que sea “un solo corazón y una sola alma”, supone muchas renuncias, al individualismo, al egoísmo. Cuando la puerta de la felicidad abre hacia afuera, es imposible forzarla hacia dentro.
Versión libre autorizada por el autor, realizada por José Eduardo Bernadá
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