NO DE CUALQUIER MANERA
Jesús va camino de Jerusalén. El evangelista nos dice que «le seguía
mucha gente». Sin embargo, Jesús
no se hace ilusiones. No se deja engañar por entusiasmos fáciles de las gentes.
A algunos les preocupa hoy cómo va descendiendo el número de los cristianos. A
Jesús le interesaba más la calidad de sus seguidores que su número.
De pronto se vuelve y
comienza a hablar a aquella muchedumbre de las exigencias concretas que
encierra el acompañarlo de manera lúcida y responsable. No quiere que la gente
lo siga de cualquier manera. Ser discípulo de Jesús es una decisión que ha de
marcar la vida entera de la persona.
Jesús les habla, en
primer lugar, de la familia. Aquellas gentes tienen su propia familia: padres y
madres, mujeres e hijos, hermanos y hermanas. Son sus seres más queridos y
entrañables. Pero, si no dejan a un lado los intereses familiares para
colaborar con él en promover una familia humana, no basada en lazos de sangre
sino construida desde la justicia y la solidaridad fraterna, no podrán ser sus
discípulos.
Jesús no está pensando
en deshacer los hogares eliminando el cariño y la convivencia familiar. Pero,
si alguien pone por encima de todo el honor de su familia, el patrimonio, la
herencia o el bienestar familiar, no podrá ser su discípulo ni trabajar con él
en el proyecto de un mundo más humano.
Más aún. Si alguien
solo piensa en sí mismo y en sus cosas, si vive solo para disfrutar de su
bienestar, si se preocupa únicamente de sus intereses, que no se engañe, no
puede ser discípulo de Jesús. Le falta libertad interior, coherencia y
responsabilidad para tomarlo en serio.
Jesús sigue hablando con crudeza: «El que no carga con su cruz y viene
detrás de mí, no puede ser mi discípulo». Si uno vive evitando problemas y conflictos, si no sabe asumir riesgos y
penalidades, si no está dispuesto a soportar sufrimientos por el reino de Dios y
su justicia, no puede ser discípulo de Jesús.
Sorprende la libertad
del papa Francisco para denunciar estilos de cristianos que tienen poco que ver
con los discípulos de Jesús: «cristianos de buenos modales, pero malas
costumbres», «creyentes de museo», «hipócritas de la casuística», «cristianos
incapaces de vivir contra corriente», cristianos «corruptos» que solo piensan
en sí mismos, «cristianos educados» que no anuncian el evangelio…
José Antonio Pagol
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