viernes, 14 de marzo de 2025

Comentario abreviado de Alejandro Carbajo c.m.f. De CiudadRedonda.- Transfiguración. Como cada año, la Liturgia nos va colocando en clave de Pascua, para que aprovechemos este tiempo de Cuaresma.

 No resulta sencillo adentrarse en el sentido de la Cuaresma viviendo en un mundo que se preocupa, en general, solamente de vivir sin problemas. Muchos sólo quieren gozar de la vida. Está claro que el gozo, la alegría no se contraponen con nuestra vida de cristianos. No se trata de vivir en la tristeza perpetua. Pero hay formas de gozar que no son compatibles con nuestra vida de cristianos. Es importante tener los ojos del alma bien abiertos, para ver las iluminaciones que el Señor nos envía. Saber distinguir lo que nos hace bien y lo que nos perjudica. Dejarse empapar por el paso de Dios por nuestra vida, como hicieron los Apóstoles.

Hay que ser humilde, asumir que no podemos llegar solos a los objetivos que nos marca el Maestro, pero siempre con fe, sabiendo que nos dará señales y fuerzas para que podamos andar por el camino recto y seguro. Existe la tentación de hacer tres tiendas, como quería Pedro, pero hay que bajar del monte y seguir caminando. Siempre con fe y esperanza. Fe y esperanza, especialmente en este año jubilar, en el que se nos invita a ser “peregrinos de la esperanza”, aprovechando esta Cuaresma. Porque tras ella llega la Pascua, y en la Resurrección de Cristo debe estar fijada nuestra mirada. Sabemos lo que nos espera, y es algo bueno, muy bueno.

Por eso los discípulos de hoy nos reunimos cada domingo, para celebrar la Eucaristía, anticipo de la Pascua eterna. Subimos al monte y en el monte vemos el rostro del Señor transfigurado, el que se hizo pan para alimentarnos, que entregó toda su vida; y tiene esta propuesta que nos hace: ‘Une tu vida a la mía’. Es la voz del cielo que nos dice: “Si queréis asegurar vuestra, si queréis realmente ser hijos del Padre del cielo, escuchadlo”. Los Discípulos, al bajar del monte, guardaron silencio. Nosotros hoy, saliendo de nuestra parroquia podemos, por el contrario, anunciar a todos lo que la fe nos ha hecho comprender: quien da la vida por amor entra en la gloria de Dios.        Vuestro hermano en la fe,           Alejandro Carbajo, C.M.F.

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