viernes, 26 de septiembre de 2025

COMENTAENRIQUEMARTINEZLOZANO.- Vivimos en tanto en cuanto somos capaces de ver

 Domingo XXVI del TO

28 de septiembre

Lc 16, 19-31

EL RICO INNOMINADO Y ENTERRADO

Algo que caracteriza a esta parábola son los contrastes que introduce. Mientras del pobre se nos dice que se llamaba Lázaro (El-eazar = Dios ayuda), el rico carece de nombre. Si del primero se afirma que “fue llevado al seno de Abraham” -el lugar de la vida-, del segundo se dice simplemente que “fue enterrado”.

El mensaje inmediato parece claro: quien no ve al otro como a sí mismo, ha perdido su identidad y se halla ya muerto en vida. Porque del rico no se dice que hiciera un daño positivo; simplemente, no vio -ni siquiera vio- a quien estaba a su lado padeciendo necesidad.

Vivimos en tanto en cuanto somos capaces de ver al otro como a nosotros mismos. Y eso no lo hacemos para “llegar al cielo” o evitar “el lugar de los tormentos”, sino porque se corresponde con la verdad de lo que somos.

Es nuestra ceguera la que nos hace crear abismos insalvables. Solo el amor, al ser coherente con nuestra verdad, construye puentes que nos permiten a todos transitar, sentirnos libres y vivir en plenitud.

 

Enrique Martínez Lozano

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