viernes, 31 de octubre de 2025

COMENTATILANO.- CRISTIANOS COMO DIOS MANDA Resumen de "El Don de la Palabra" (2002) de Atilano ALAÍZ.-

 

Los santos, no solo los que tienen estatua y nicho, fiesta en el calendario, sino también los santos anónimos, lo dicen todo sobre la vida humana y sobre la vida cristiana.     Ellos son la gran riqueza de la humanidad .   Sus vidas y su experiencia de fe son lugar teológico, teofánico, en el que se nos revela Dios.

 Los santos nos gritan la increíble grandeza humana a la que se puede llegar viviendo con responsabilidad, aunque se parta de la degradación más profunda.  Situarse ante los santos, estén o no reconocidos como tales por la iglesia  resulta siempre incómodo, sobre todo cuando están vivos.  

Por eso titulaba muy acertadamente  Benavente en una de sus obras teatrales : " Los santos, para el cielo y los altares".  Allí no molestan ni interpelan. En la tierra, si,   Por eso tenemos la hipocresía de honrar a los santos del pasado y perseguir a los contemporáneos.   Y esto aunque tengan la mansedumbre  de un Francisco de Asís.  Cuando uno se situa al lado de ellos, se siente avergonzado, como un enano al lado de un gigante.

Alguien decía con expresión bronca: “ Con su vida nos insultan”   Nos dejan en evidencia a los mediocres.  Ponerse a su lado es una indefectible cura de humanidad y una  fuerte invitación a la contrición.

  Dios tiene, ciertamente un proyecto para cada uno de nosotros, cada uno tenemos nuestras potencialidades y sus reservas de energías para contribuir al bien común.   Para cada uno la plena realización  consiste en alcanzar  el propio nivel, la estatura que lleva cada uno implícita en su ser,  el despliegue de las energías dormidas.   Lo mismo ocurre en el orden, de la santidad.  Es obvio que cada uno está llamado  a “ser”   y  “hacer”   todo lo que pueda  ser   y  hacer.     En el orden espiritual esto es la  “santidad ” .    Cada uno está llamado  alcanzar su “santidad”    como dirá  el  Concilio, la perfección de la caridad.   (LG 40.2)   Esto es lo que quiere decir  cuando nos invita a todos sus seguidores:   “ Sean  perfectos como su Padre celestial  es perfecto”  (Mt. 5,48)     Lo proclama como una exigencia para todos  sus seguidores en el sermón de la montaña, en el que señala las condiciones universales para la pertenencia al pueblo de la nueva alianza.      Intentemos ser personas apasionadas  por Jesús  y su Causa, cuyas vidas como diría Charles de Foucauld, “ GRITEN  EL  EVANGELIO”   

Breve comentario de “El Don de la Palabra” (2002) autorizado por el autor

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