Al recibo del mismo Jorge, se dirigió al público, íbamos a realizar un resumen, pero creemos es mejor darlo a conocer en su totalidad, cada quién tendrá su opinión.-
Permítanme ahora hacer un pequeño resumen, mas allá del trabajo
presentado de lo que es nuestro centro y de porqué estamos orgullosos de él.
Hay una frase que se ha hecho popular en nuestro medio y que dice que
la recompensa es el camino. Y creo que es cierto. Si bien estamos felices de
haber obtenido el premio de la Academia, creo que estamos mas felices por el
camino recorrido.
En primer término porque se ha logrado que en un mismo lugar físico, se
pueda prestar atención a la mujer embarazada con VIH y a su hijo. Ustedes
saben, recorrer el hospital es una tarea ardua, incluso para quienes llevamos
años trabajando en él. Lograr que en un mismo lugar lo pueda ver un ginecólogo
o un pediatra, una sicóloga, trabajador social, educador comunitario,
nutricionista, que la enfermera le haga las extracciones necesarias, es al
menos confortable para los pacientes.
Y de acuerdo a lo anterior, verán que no solamente se atiende lo
biológico, la enfermedad. Se ha logrado que la mirada de las ciencias sociales
esté presente. La enfermedad, el VIH es el iceberg, lo visible, pero por debajo
está el padecimiento, que constituye la experiencia social del paciente.
Por lo demás la mayor parte de nuestra población pertenece a las clases
mas desposeídas cultural y socialmente de nuestra sociedad, Se aplica aquí con
gran fuerza un concepto que le he escuchado muchas veces al Dr. Maglio:
“Frente a las enfermedades que generan la miseria, frente a la
angustia, la tristeza y el infortunio social de los pueblos, los microbios como
causa de enfermedad, son unas pobres causas”
En estos 23 años de trabajo hemos tenido que aprender a tratar una
nueva enfermedad, con nuevos medicamentos y que han tenido nuevas indicaciones
en su modo de utilización.
Esto ha hecho que muchos de nuestros pacientes hallan muerto o porque
cuando nacieron no había medicación o porque esa medicación era insuficiente o
porque como sabemos hoy, esa medicación era incorrectamente utilizada. Hemos
tenido que “acompañar”, tarea para la cual al menos en mi época no nos preparaban
en la facultad. Acompañar al niño o adolescente y a su familia en el difícil
trance de ver a quien conocimos y aprendimos a querer y saber que va a morir.
Que sea este pues un pequeño homenaje a los Nahuel, a María José, a Jonhatan, a
Elaine, que no se beneficiaron de lo que ahora hemos aprendido
También hemos tenido que aprender a trabajar con algo no pensado en la
pediatría. El 10% de nuestros pacientes son huérfanos de madre, padre o ambos,
o abandonados. Al infortunio en muchos casos de estar infectado y tener una
enfermedad crónica, no tener el respaldo de padres continentes seguramente es
un handicap muy importante en la vida de estos niños.
Hemos tenido que enseñar a nuestros niños y sus familias a ocultar su
condición de infectados con VIH para evitar el rechazo escolar o liceal. Y
todos sabemos lo difícil que es vivir en la mentira o el ocultamiento. Y lo mas
difícil que resulta cuando llega la adolescencia tener que enfrentar la
sexualidad con una enfermedad de esas características.
Pero hemos dado a las mujeres embarazadas y a sus hijos algo que pocas
veces da la medicina de hoy: tiempo.
Decía Hipócrates que muchos pacientes se curan solamente con la
satisfacción que les produce que los escuchen. En nuestro centro no existen los
10 minutos del mercado y se dedica el tiempo necesario para solucionar dentro
de lo posible los problemas de los pacientes.
La medicina está creo yo y debiera hacerlo con la mayor rapidez posible
en etapa de transformación. No puede ser mas como lo es hasta hoy y en general,
una medicina individualista, biologicista, mercantilista, pragmática y
deshumanizada. Debe transformarse en una medicina que se ocupe de lo biológico
o físico, pero también de los aspectos sicológicos, espirituales o religiosos y
sociales.
Creo y esto lo digo con mucha humildad, que esto último es lo que
estamos empeñados en realizar en nuestro centro. Tratar a nuestros pacientes
como nos gustaría que nos trataran a nosostros, que eso es en definitiva la
ética médica.
Por último quiero agradecer a los múltiples actores responsables de
esta construcción.
A quienes han trabajado con nosotros y por múltiples razones han debido
dejar la policlínica, todos dejaron su huella y de todos aprendimos algo.
A quienes aún trabajan en ella, porque sin su compromiso sería
imposible que todo lo que antes les expresé se pudiera realizar. Algunas veces
tenemos discrepancias, enojos, pero creo en lo personal que salimos en general
fortalecidos.
Dejenme en particular agradecer a Ana Visconti, raro ejemplo de ginecóloga
totalmente comprometida con la causa y que sin ella la mitad de lo que hacemos
no podría ser realizado.
A Virginia Gonzalez, que comenzó como lo que antes llamábamos leuca y
hoy seguramente es quien mejor conoce e interpreta a los niños infectados
A Stella Gutierrez, que es ya una hermana en el trabajo de tantos años.
A nuestra enfermera estrella, Marta, a Liset Collazo, que desde la
comunidad aporta siempre valiosos conocimientos y compromiso con los pacientes.
A mi querida cuñada y sicóloga del centro, por su compromiso y afecto
con los pacientes. A Silvia Güimil, siquiatra.
Alba es nuestra administrativa que se ha incorporado con fuerza al
trabajo; a la licenciada …….
Y aunque se fue porque le llegó la hora de la jubilación, quiero
decirle que la extrañamos y que las familias la necesitan: Virginia Galeano
No trabajan directamente en la policlínica pero han sido invalorables
en la presentación del trabajo en el capítulo vacunas, Hugo Dibarboure y Ramón
Alvarez y Cecilia Murialdo, licenciada en registros médicos que fue fundamental
su paciencia para evaluar los datos desde el sistema de computación.
Por último quiero que me permitan relatar algo personal
Hace mas de 30 años tuve el honor de recibir este mismo premio como
integrante de un equipo liderado por uno de mis maestros, el Profesor Mauricio
Gajer. Cuando subí a recibir el diploma una tierna vocecita, la de mi hija
Marcela, dijo ese es papá y creo que ese día me prometí ganar nuevamente el
premio para tener la dicha que hoy tengo de ver en este caso a mis nietas
presentes.
Gracias a mis hijos y perdón por lo que no los he atendido.
Y por último quiero contarles que todo esto es posible porque en el
hogar tengo una especie de motor con el que nos retroalimentamos y nos
proponemos metas y proyectos que tratamos de cumplir.
Dice José Saramago que la vida es tener proyectos Mercedes y yo lo
creemos asi.
Y el mejor homenaje que quiero hacerle a ella es repetirle unas
palabras que Pablo Neruda le dedicó a Matilde y pedirle perdón porque no pude tener
mías, otras mas elocuentes:
De la tierra, con pies y manos y ojos y voz, trajo para mí todas las
raíces, todas las flores, todos los frutos fragantes de la dicha.
Gracias
Jorge Quian
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