Ser humildes ante
Dios…(Evangelio de San Lucas 18,9-14)
Es muy común que
existan personas o grupos que se creen los mejores, los únicos, los
insuperables…Pasa en la sociedad, pasa lamentablemente en la
comunidad cristiana.
Por ej. encontrar
alguien que en una conversación, siempre está enseñando, nunca
aprende, por lo tanto ni escucha ni le interesa, lo que los demás
dicen…Siempre tienen la razón, la saben bien, no se equivocan…
Ahora bien: esas
personas, luego de un encuentro, una comida, o un intercambio, o lo
que sea, no se enriquecen para nada. Siguen como antes, se pierden la
oportunidad…Porque no necesitan de los demás (según ellos…), y
salen como entraron…Convencidos de sus propias seguridades.
Algo de esto hay en la
parábola de hoy. El fariseo, cree acercarse a Dios, pero no está
cerca…Le agradece a Dios, pero Dios parece ser una excusa para
hablar de sí mismo…De lo que él es, y lo que no es, comparándose
con los demás…
El fariseo salió de
su oración, como vino, o peor: perdió la oportunidad de
enriquecerse en la presencia del Señor…En realidad no vivió un
encuentro…lo desperdició.
El publicano de la
parábola evangélica, pecador público, simplemente reconoció
delante de Dios su realidad: se golpeaba el pecho con sinceridad y
pedía perdón: soy un pecador….Y se abandonaba a la misericordia
de Dios.
Delante de Dios somos
pobres creaturas, limitados, pecadores…Por eso siempre pedimos
perdón…Lo que Dios pide es sinceridad…Y delante y con los
hermanos también: somos comunidad de seres frágiles. Pero que
queremos caminar según el querer de Dios, y por eso avizoramos
siempre un futuro mejor, para mí, para los otros, para la comunidad
cristiana.
Hay grupos, o maneras
de ser iglesia, donde gente se cree ser los únicos que hacen bien el
camino…y miran y critican a otros cristianos…incluso hubo gente
capaz de delatar a otros cristianos delante de grupos o
dictaduras…porque se creían los justos.
La iglesia es muy
amplia y no se cree juez o jueza del mundo, para juzgar con dureza a
los demás. En todo caso, siempre es válida una mirada para
comprender si Dios está o no presente. Porque es necesario discernir
estas cosas, así como veo si Dios está, vivo, reinando, en mi
corazón o por el contrario actúa el Maligno…pero nunca somos
dioses para ver y juzgar a los demás, y menos desde nuestra limitada
historia personal.
Es
en la comunidad, con otros cristianos, con quienes puedo confrontar
mi propia vida e ir mejorando según el querer de Dios. No
encerrándome en mi propio ego engañoso. ES con el Señor y con
sinceridad de corazón, donde podemos cambiar, gracias al fuego de su
amor que todo lo transforma…
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