ACERCA DE LA EMPATÍA.-
La empatía es definida por algunos como “la facultad de proyectar la propia
naturaleza sobre el sujeto de contemplación y de esa manera intentar
comprenderlo plenamente”, consiste fundamentalmente en “sentir con el otro, teniendo
presente de que no se es el otro”. Una actitud empática significa el
intento de ponernos en el lugar de la otra persona, para que nuestros
sentimientos nos abran a las emociones y motivaciones más profundas del otro. Y
en este sentido nos permite desarrollar la capacidad de cuidarnos mutuamente. Es sólo a partir de ella que -quienes
anhelamos ayudar a otros hermanos- debemos acercarnos a los mismos.
En este sentido la
empatía implica entender desde adentro, como si fuera “en su misma piel”. Es como obligarse a sí mismo a “sentir por y con esa persona”.
Si a lo largo de nuestra vida no
desarrollamos un camino de introspección, que nos permita afrontar nuestras
heridas y miserias, nunca podremos acercarnos de corazón para servir a otros
escuchándolos y comprendiéndolos empáticamente. ¿Por qué? Porque para poder
ejercitarlo, es necesario partir de la convicción de que no se es superior a la otra persona. Y cuánto nos cuesta luchar
contra este sentimiento ¿no?
Las heridas que no miramos de frente ni procesamos terminan básicamente
de dos maneras: o hiriéndonos a nosotros mismos o hiriendo a los otros. Si
no partimos de trabajar sobre las carencias, a través de las cuales nos han
herido, nos será prácticamente imposible comprender empáticamente a quiénes sufren
y/o hacen sufrir a otros.
Quién no tiene
capacidad para ponerse “hondamente”
en el lugar de otro, nunca podrá crecer en el amor al prójimo ni sanar sus
propias heridas.
El desafío de los
cristianos es comprometernos en el servicio al prójimo. Servicio que no es algo
superficial ni pasajero. No es algo de “fines
de semana” o “unas horas” cumplidas
en alguna pastoral o tarea parroquial.
Ser cristiano, seguir
a Cristo en el hermano, es intentar acercarnos a vivir cada día la entrega
desde una visión integradora. Luchando por superar nuestras miserias y
vulnerabilidades, confiando en que si trabajamos para transformar la realidad
más cercana, Él nos ayudará a transformar nuestro ser.
Que Jesús, modelo de
actitud empática, nos conceda la gracia de trabajar para construir un mundo
mejor desde una actitud misericordiosa y compasiva, abierta a las diferencias y
respetuosa de los hermanos.
Dice el Señor: “No son los sanos los que tienen necesidad
del médico, sino los enfermos” (Lucas 5,31).
Jesús, ven a nosotros, haznos humildes y sana nuestras heridas. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario