COMENTA LA PALABRA JUANJO CHAPARRO. “Voy
a tu casa…” (Lucas 19,1-10)
Zaqueo
era un hombre mal visto, por ser cobrador de impuestos para el
imperio y un principal entre ellos; diríamos un impuro, un
irredimible…Sin embargo a Zaqueo le interesaba Jesús: lo buscaba,
buscaba verlo, captarlo, por eso se subió a un árbol…
Zaqueo
de ayer y de hoy, aquéllos que buscan con sinceridad, sabiéndose un
poco alejados, que no están dando en la tecla, pero fascinados por
alguien que le llenara las expectativas…los que están lejos de las
comunidades cristianas, y también aquellos, vos, yo, en la medida
que buscamos algo mejor y no nos conformamos con lo que somos y
tenemos…
Y
de repente la sorpresa: aquél a quien buscamos nos busca, nos
primerea, nos gana de mano: tengo que ir a tu casa, quiero compartir
un rato contigo…pareciera que ya nos quería ver, compartir, como
si nos conociera de antemano. ¿Qué habrá sentido Zaqueo?¿
Sorpresa? ¿Expectativa? ¿Alegría? Un poco de todo eso. Como si
alguien que admiramos, quiere venir a compartir nuestra mesa.
Jesús
dejó la multitud que lo seguía, centro su atención, su ojos y su
corazón, en esa persona de baja estatura, que mostraba algo
diferente quizás…Lo llama por su nombre, porque a cada uno lo
trata en su singularidad…
Y
pasa su tiempo con él. Cómo fue ese momento no lo sabemos pero lo
cierto es que Zaqueo decidió compartir sus bienes, y devolver si
había defraudado a alguien. Se nota que el encuentro con Jesús le
cambió la vida. ¿Cómo? No sabemos…Pero algo fuerte pasó en él.
Nosotros
nos hemos acostumbrados a cosas cristianas: signos, la señal de la
cruz, una estampa…Y todo eso es hermoso y significativo. Pero solo
si Jesus está en nosotros, si recibimos a Jesús de corazón, si
escuchamos su Palabra, si seguimos sus propuestas…La tentación es
hacer una religión sin Jesús, o solo con una caricatura de él.
En
cambio cuando alguien abre su corazón a las palabras de Jesús, si
lo hace parte de su vida, si su Espiritu va dominando sobre nuestro
espíritu mundano (del tener más, del aparentar más, del poseer
más, del gozar a cualquier precio: la mundanidad que dice el Papa
Francisco…), entonces, nuestro corazón se abre en amor, aprendemos
a compartir, a ser generosos…
Si
somos esperanzados en que algo mejor puede surgir, en cada uno/a, en
las comunidades, en la Iglesia, es porque Jesús el Señor sale a
nuestro encuentro. Tantas veces nos sorprende: como escuché decir a
alguna gente mayor: pensábamos que la renovación de la Iglesia se
había parado, pero Dios nos mandó a Francisco. ES que Jesús está
en su corazón, en sus gestos, en sus decisiones…Y día a día
Jesús nos sorprende: quiero ir a tu casa: quiero que vos seas signo
de mi amor, quiero que tu comunidad sea un signo para los demás, así
como sos, porque yo puedo hacerlo posible. ¿O no crees?
La
Iglesia no mejora simplemente por estrategias de planificaciónes. En
todo caso esto puede aparecer en algún momento para actuar con más
precisión. Pero lo principal es un espíritu libre, atento a las
llamadas de los tiempos, fiel a Jesús. Las respuestas salen solas
cuando alguien tiene el corazón encendido en el amor de Jesús. ¿No
hizo esto Francisco en su tiempo?¿ O la madre Teresa en el suyo?
Los
encuentros con Jesús pueden tener diversos estilos: un golpe fuerte
en un retiro, una ayuda concreta y constante de alguien que nos ama,
una figura señera…una palabra meditada, un gesto de amor que
construye, alguien que cree en nosotros…Tantas veces el Señor se
hace presente. Sólo hay que verlo…darnos cuenta de su presencia. Y
dejarlo que actúe en nosotros…
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