domingo, 3 de noviembre de 2013

COMENTA JUANJO CHAPARRO, CMF.obispo de Bariloche.-spo

COMENTA LA PALABRA JUANJO CHAPARRO.   “Voy a tu casa…” (Lucas 19,1-10)
Zaqueo era un hombre mal visto, por ser cobrador de impuestos para el imperio y un principal entre ellos; diríamos un impuro, un irredimible…Sin embargo a Zaqueo le interesaba Jesús: lo buscaba, buscaba verlo, captarlo, por eso se subió a un árbol…
Zaqueo de ayer y de hoy, aquéllos que buscan con sinceridad, sabiéndose un poco alejados, que no están dando en la tecla, pero fascinados por alguien que le llenara las expectativas…los que están lejos de las comunidades cristianas, y también aquellos, vos, yo, en la medida que buscamos algo mejor y no nos conformamos con lo que somos y tenemos…

Y de repente la sorpresa: aquél a quien buscamos nos busca, nos primerea, nos gana de mano: tengo que ir a tu casa, quiero compartir un rato contigo…pareciera que ya nos quería ver, compartir, como si nos conociera de antemano. ¿Qué habrá sentido Zaqueo?¿ Sorpresa? ¿Expectativa? ¿Alegría? Un poco de todo eso. Como si alguien que admiramos, quiere venir a compartir nuestra mesa.
Jesús dejó la multitud que lo seguía, centro su atención, su ojos y su corazón, en esa persona de baja estatura, que mostraba algo diferente quizás…Lo llama por su nombre, porque a cada uno lo trata en su singularidad…
Y pasa su tiempo con él. Cómo fue ese momento no lo sabemos pero lo cierto es que Zaqueo decidió compartir sus bienes, y devolver si había defraudado a alguien. Se nota que el encuentro con Jesús le cambió la vida. ¿Cómo? No sabemos…Pero algo fuerte pasó en él.
Nosotros nos hemos acostumbrados a cosas cristianas: signos, la señal de la cruz, una estampa…Y todo eso es hermoso y significativo. Pero solo si Jesus está en nosotros, si recibimos a Jesús de corazón, si escuchamos su Palabra, si seguimos sus propuestas…La tentación es hacer una religión sin Jesús, o solo con una caricatura de él.
En cambio cuando alguien abre su corazón a las palabras de Jesús, si lo hace parte de su vida, si su Espiritu va dominando sobre nuestro espíritu mundano (del tener más, del aparentar más, del poseer más, del gozar a cualquier precio: la mundanidad que dice el Papa Francisco…), entonces, nuestro corazón se abre en amor, aprendemos a compartir, a ser generosos…
Si somos esperanzados en que algo mejor puede surgir, en cada uno/a, en las comunidades, en la Iglesia, es porque Jesús el Señor sale a nuestro encuentro. Tantas veces nos sorprende: como escuché decir a alguna gente mayor: pensábamos que la renovación de la Iglesia se había parado, pero Dios nos mandó a Francisco. ES que Jesús está en su corazón, en sus gestos, en sus decisiones…Y día a día Jesús nos sorprende: quiero ir a tu casa: quiero que vos seas signo de mi amor, quiero que tu comunidad sea un signo para los demás, así como sos, porque yo puedo hacerlo posible. ¿O no crees?
La Iglesia no mejora simplemente por estrategias de planificaciónes. En todo caso esto puede aparecer en algún momento para actuar con más precisión. Pero lo principal es un espíritu libre, atento a las llamadas de los tiempos, fiel a Jesús. Las respuestas salen solas cuando alguien tiene el corazón encendido en el amor de Jesús. ¿No hizo esto Francisco en su tiempo?¿ O la madre Teresa en el suyo?
Los encuentros con Jesús pueden tener diversos estilos: un golpe fuerte en un retiro, una ayuda concreta y constante de alguien que nos ama, una figura señera…una palabra meditada, un gesto de amor que construye, alguien que cree en nosotros…Tantas veces el Señor se hace presente. Sólo hay que verlo…darnos cuenta de su presencia. Y dejarlo que actúe en nosotros…


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