sábado, 1 de febrero de 2014

PRIORIDAD PARA LOS LAICOS, SIN RESPUESTAS DE NINGÚN LADO ( II )

COMUNIDAD  ALFAREROS, TRABAJO PRESENTADO.......


RESPUESTAS A ALGUNAS PREGUNTAS AL CUESTIONARIO ENVIADO POR EL PAPA FRANCISCO, PREPARATORIAS AL SINODO DE LA FAMILIA  *       Somos parejas de separados y divorciados, en  nueva unión, que formamos un grupo denominado EL ALFARERO, que lleva nueve años reuniéndose cada quince días en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario y Santo Domingo, de los Frailes Dominicos de Montevideo, Uruguay,  con el acompañamiento de un Sacerdote y del Movimiento Familiar Cristiano.  

*    En vistas al Sínodo convocado para tratar los desafíos pastorales sobre la familia, se ha abierto una amplia consulta  sobre temas muy concretos y se nos da la  oportunidad de participar  en ella, en un tema que nos atañe de un modo muy especial acerca de cómo han de afrontarse algunas situaciones matrimoniales difíciles.
*     Reconocemos la complejidad del tema, entendemos, también, las competencias de la teología y del derecho.
*   Lo que nosotros podemos aportar, como laicos en la Iglesia, y como parejas que han sufrido el  fracaso de su matrimonio, se acerca  más al campo de la pastoral y se refiere al modo de comprender y vivir nuestra fe en situación de conflicto.
*   No obstante la diversidad de formas de familia que se presentan en la sociedad actual, desde el principio nos hemos proclamado que somos familia y somos Iglesia.  No concebimos que la nueva unión no sea familia.   Entendemos que la Iglesia debe dar una respuesta a las diversas formas de familia que se observan en esta, nuestra realidad histórica.
*   Quisiéramos que nuestro aporte sea constructivo y provechoso para colaborar con las parejas que están viviendo esta situación.

 La metodología que utilizaremos en el trabajo, será la de ir respondiendo las preguntas tal como han sido formuladas, limitándonos al numeral 4  desde el literal c.
 4.- Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles
c) Los separados y divorciados que se vuelven a casar ¿son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente? ¿Cómo se afronta esta realidad a través de programas pastoral adecuados?  
Los separados en nueva unión son una realidad inobjetable difícil de evaluar numéricamente. Nuestra existencia (Grupo El Alfarero) es testimonio de la existencia de esta realidad.  Lamentablemente, en forma orgánica, la Iglesia no ha practicado ningún programa pastoral al respecto, aunque  la iglesia local que ha aceptado nuestro trabajo como grupo, no ha puesto objeciones a nuestro accionar, y ha contribuido a difundir nuestras convocatorias  dándonos un espacio en la Vicaría de la familia.

d) En todos estos casos, ¿cómo viven los bautizados sus irregularidades? ¿Son conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?
La gran mayoría lo viven con indiferencia, pero los de arraigo cristiano se sienten en falta y por ello se autoexcluyen de la Comunidad.
Su separación de la comunidad y de la participación en los sacramentos es vivido con mucho dolor por las personas de tradición cristiana
Sienten que son marginados, reiteradamente se les recrimina y se les hace sentir que su falta no es reconciliable. Ni siquiera el sacramento de la reconciliación (al que tampoco acceden) puede dar paz a sus vidas.
Se ven excluidos de la Comunión y no pueden comprender las razones  que se aducen de carácter doctrinal.
Personas con más formación no dejan de advertir ciertas incoherencias en la misma doctrina y entre ésta y su aplicación en normas y cánones.
Para otras personas, las normas disciplinares, incluso las propuestas pastorales que se dan, se perciben como exhortaciones piadosas ajenas a la realidad y a la misma condición de casados. Esto provoca rechazo y en el mejor de los casos, que se desentiendan de las orientaciones de la jerarquía

e) ¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas y vueltas a casar dirigen a la Iglesia, respecto a los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en esta situación, ¿Cuántas piden estos sacramentos?
Los bautizados, con práctica sacramental frecuente, que experimentan la ruptura del matrimonio y que optan por una nueva unión, piden en primer lugar que se les comprenda, que se les considere personas capaces de un seguimiento de Jesús en el estado matrimonial pese a su primer fracaso y que se valore su esfuerzo por rehacer sus vidas y una familia.
Piden a los estudiosos que aporten nuevos elementos en el campo doctrinal, jurídico y pastoral que permitan remover los obstáculos que actualmente impiden una plena participación en la Eucaristía.
Por nuestra parte, aun comprendiendo la postura tradicional de la Iglesia, nos adherimos a la visión que presenta el papa Francisco cuando dice que “La Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” y pedimos que se readmita a la mesa de la Eucaristía a quienes con sinceridad buscan rehacer sus vidas.
Nos parece igualmente que la confesión sacramental recobraría todo su significado si sellara un proceso serio de discernimiento y de cambio de vida.

f) ¿La simplificación de la praxis canónica, respecto al reconocimiento de la declaración de anulación del vínculo matrimonial podría ofrecer una real contribución positiva para la solución de los problemas de las personas implicadas? En caso afirmativo, ¿de qué manera?
La agilización en la declaración de la nulidad es totalmente necesaria, pero muchos quedan fuera de esta posibilidad por razones diversas.
Debieran abrirse otros caminos que condujeran a la comprensión y aceptación de la muerte del amor como realidad existencial. Siendo así, considerar el amor como materia del sacramento sin el cual dejaría de ser.
Ayudaría, también, la elaboración de una teología del fracaso humano y cuestionarse cómo vivir en cristiano el fracaso conyugal y su superación.
De cualquier modo, los diferentes casos precisan discernimiento y soluciones diferentes.
El reconocimiento del matrimonio civil, así como otras situaciones consideradas irregulares canónicamente, podrían aceptarse como un camino en proceso hacia el matrimonio sacramental. 

g) ¿Existe una pastoral para acercarse a estos casos? ¿Cómo se desarrolla tal actividad pastoral? ¿Existen programas sobre ello en ámbito nacional y diocesano? ¿Cómo se anuncia a separados y divorciados vueltos a casar la misericordia de Dios y cómo se concreta el sostén de la Iglesia en su camino de fe?
No existe una pastoral específicamente orientada a acompañar a los separados en nueva unión.
Nuestro caso de “El Alfarero” es la única experiencia pastoral  que conocemos en Uruguay. Ha sido iniciada por laicos en Montevideo, con el apoyo del Movimiento Familiar Cristiano, contando con la integración desde el principio  de   un fraile dominico. Actualmente estamos en etapa de extensión hacia el interior del país. En nuestras reuniones compartimos experiencias de vida iluminadas por la Palabra de Dios y profundizamos en los nuevos aportes de diversos autores respecto de nuestra situación y el modo de divulgarlos.
Presbíteros y laicos se encuentran confundidos frente a esta realidad, se sienten movidos a la misericordia, pero paralizados por una doctrina incuestionable.
La misericordia es anunciada de palabra,  pero negada con razonamientos teológicos, argumentos canónicos, y hechos que la contradicen.

SON PROPUESTAS ESPERANZADORAS PARA LA REALIDAD DE LAS PERSONAS SEPARADAS Y DIVORCIADAS EN NUEVA UNION.

1.    Realizar el Sínodo extraordinario en el 2014 y otro Ordinario en el 2015 para tratar estos temas referentes a la familia.
2.    Promover ideas y señales de parte de la Iglesia que lleven a posturas claras sobre el tema. Evitar la doble interpretación que confunde a Presbíteros y Fieles.
3.    Proceder con más flexibilidad y benignidad para que puedan marchar juntas la misericordia y la equidad.
4.    Reconocer la importancia del principio de la indisolubilidad del matrimonio como un valor esencial. No es una imposición religiosa ni jurídica.
5.    Elaborar una Teología del Fracaso Humano que permita vivir en Cristiano dicho fracaso. Esto habilita a rehacer vínculos de pertenencia a la comunidad eclesial y entender la necesidad de los Sacramentos de la Eucaristía y Reconciliación.
6.    Recuperar el valor de la Reconciliación de los involucrados con la Iglesia.
7.    Aplicar el discernimiento y posturas diferentes en situaciones serias, que lo ameriten. No uniformizar todos los casos.
8. Reconocer la importancia de la conciencia crítica, libre y responsable de las personas, en situaciones puntuales.
9. Reconsiderar la práctica de las Iglesias Ortodoxas que hacen efectiva la misericordia pastoral. La segunda boda no es Sacramental pero admite el matrimonio redimensionado.
10. Dar consistencia plena al matrimonio civil en nueva unión, reservando el matrimonio sacramental para situaciones estabilizadas.
11. Clarificar si verdaderamente todo matrimonio religioso entre bautizados es ipso facto un sacramento.
12.      Destacar la validez del recurso de nulidad en situaciones especiales. Agilizar sus trámites.
13.      Promover para el futuro formas de solucionar las situaciones del fracaso conyugal y   separación de los cónyuges con trámites que den más importancia a la intervención directa del obispo como pastor de la diócesis.
14. Integrar la pastoral de las personas separadas y divorciadas en nueva unión al conjunto de la Pastoral Familiar.
15. Promover siempre el impulso humanizador de auto trascendencia de las personas en estas situaciones.

Grupos de Parejas en nueva unión  “EL ALFARERO

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