El dilema de comulgar en la boca o en la mano
Publicado
el 10.07.2014 VIDA NUEVA Nº 2.902 JUAN RUBIO
No son tiempos para dedicarse a discusiones bizantinas
Sufro cuando
alguien juzga severamente a quien comulga en la mano y no en la boca.
Lo más extraño es oírlo de jóvenes menores de 30 años. Lo que hay que evitar es
la profanación.
Y a quienes tanto se empeñan en
obligar en la boca, les recuerdo las muchas profanaciones que se hacen
con la lengua, los labios y la boca.
Olvidan la grandeza de las
manos que aman, cuidan, limpian, abrazan, sostienen y apoyan. Las
manos que nos sacan a la vida y nos cierran los ojos al final. Unas manos limpias,
con las palmas abiertas, son signos de dignidad.
Están abiertas para
recibir; y después, entregar. Olvidan las manos
del Maestro que, con solo tocar, sanaban las dolencias, curaban enfermedades y
alentaban en el camino.
No son tiempos de discutir “si son
galgos o podencos” o si se puede “rezar fumando o fumar rezando”. Cuestiones
bizantinas despistan de lo fundamental.
Es hora de juntar las manos para
construir y abrir la boca para derrochar palabras de paz y perdón. ¡No
juzguemos si se comulga con las manos o la boca!
Traigo unos versos de Pedro Salinas:Hoy son las manos la memoria
El alma no se acuerda
está dolida de tanto recordar
Pero en las manos queda el recuerdo
de lo que han tenido.
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