Francisco:
Una Curia que no se actualiza, que se endurece o es indiferente ante los
demás es un cuerpo enfermo
Ciudad
del Vaticano, 22 diciembre 2014 (VIS).-El Papa tuvo esta mañana en la Sala
Clementina el encuentro anual con la Curia Romana para intercambiar las
felicitaciones navideñas con los miembros de los diversos dicasterios,
consejos, oficinas, tribunales y comisiones que la componen. ''Es hermoso
-dijo- pensar en la Curia Romana como en un pequeño modelo de la Iglesia, es
decir como un cuerpo que intenta día tras día ser más vivo, más sano y
armonioso y más unido entre sí y con Cristo''.
''La
Curia está siempre llamada a mejorar y crecer en comunión, santidad y
sabiduría para realizar plenamente su misión. Y sin embargo, como cada
cuerpo, también está expuesta a las enfermedades... Me gustaría mencionar
algunas de las más frecuentes en nuestras vidas de curia. Son enfermedades y
tentaciones que debilitan nuestro servicio al Señor'', prosiguió el Pontífice
que tras haber invitado a todos a un examen de conciencia para prepararse a
la Navidad, enumeró las ''enfermedades'' curiales:
''La
enfermedad de sentirse "inmortal", "inmune" o incluso
"indispensable", dejando de lado los controles necesarios y
normales. Una Curia que no es autocrítica, que no se actualiza, que no
intenta mejorarse es un cuerpo enfermo... Es la enfermedad del rico insensato
que pensaba vivir eternamente y también de aquellos que se convierten en amos
y se sienten superiores a todos y no al servicio de todos''.
La
enfermedad de "martalismo" (Marta), de la excesiva operosidad: es
decir, de aquellos que están inmersos en el trabajo, dejando de lado,
inevitablemente,''la mejor parte": Sentarse a los pies de Jesús. Por
eso, Jesús invitó a sus discípulos a "descansar'' porque descuidar el
necesario reposo conduce al estrés y la agitación. El tiempo del reposo para
aquellos que han completado su misión, es necesario, es debido y debe tomarse
en serio: pasar un "tiempo de calidad ''con la familia y respetar las
vacaciones como un tiempo para recargarse espiritual y físicamente; hay que
aprender lo que enseña el Eclesiastés que "hay un tiempo para
todo".
''La
enfermedad del endurecimiento mental y espiritual:.. Es la de los que, a lo
largo del camino, pierden la serenidad interior, la vivacidad y la audacia y
se esconden bajo los papeles convirtiéndose en ''máquinas de trabajo'' y no
en "hombres de Dios"... Es peligroso perder la sensibilidad humana
necesaria para hacernos llorar con los que lloran y se regocijan con los que
gozan. Es la enfermedad de los que pierden "los sentimientos de
Jesús".
''La
enfermedad de la planificación excesiva y el funcionalismo: Es cuando el
apóstol planifica todo minuciosamente y cree que haciendo así, las cosas
efectivamente progresan, convirtiéndose en un contador o contable...Se cae en
esta enfermedad porque siempre es más fácil y cómodo quedarse en la propia
posición estática e inmutable. De hecho, la Iglesia se muestra fiel al
Espíritu Santo en la medida en que no pretende regularlo ni domesticarlo ...
Él es la frescura, la fantasía, la innovación ".
''La
enfermedad de la mala coordinación: Sucede cuando los miembros pierden la
comunión entre sí y el cuerpo pierde la funcionalidad armoniosa y la
templanza convirtiéndose en una orquesta que hace ruido porque sus miembros
no cooperan y no viven el espíritu de comunión y equipo''.
''La
enfermedad de Alzheimer espiritual: Es decir, la de olvidar la "historia
de la salvación" la historia personal con el Señor, el "primer
amor". Es una disminución progresiva de las facultades espirituales...
Lo vemos en los que han perdido el recuerdo de su encuentro con el Señor...en
los que construyen muros alrededor de sí mismos y se convierten. cada vez
más. en esclavos de las costumbres y de los ídolos que han esculpido con sus
propias manos''.
''La
enfermedad de la rivalidad y la vanagloria: Pasa cuando la apariencia, los
colores de las ropas y las insignias de honor se convierten en el principal
objetivo de la vida... Es la enfermedad que nos lleva a ser hombres y mujeres
falsos y a vivir una "mística" falsa y un falso
"quietismo".
''La
enfermedad de la esquizofrenia existencial: Es la enfermedad de los que viven
una doble vida, fruto de la hipocresía típica de los mediocres y del
progresivo vacío espiritual que ni grados ni títulos académicos pueden
llenar. Se crean así su propio mundo paralelo, donde dejan a un lado todo lo
que enseñan con severidad a los demás y empiezan a vivir una vida oculta y, a
menudo, disoluta''.
''La
enfermedad de las habladurías, de la murmuración, del cotilleo: Es una
enfermedad grave que comienza con facilidad, tal vez sólo para charlar, pero
que se apodera de la persona convirtiéndola en "sembradora de cizaña
"(como Satanás), y en muchos casos en "asesino a sangre fría'' de
la fama de sus colegas y hermanos. Es la enfermedad de las personas cobardes
que por no tener valor de hablar a la cara, hablan a las espaldas''.
''La
enfermedad de divinizar a los jefes: Es la enfermedad de los que cortejan a
los superiores, con la esperanza de conseguir su benevolencia. Son víctimas
del arribismo y del oportunismo, honran a las personas y no a Dios. Son
personas que viven el servicio pensando sólo en lo que tienen que conseguir y
no en lo que tienen que dar. Personas mezquinas, infelices e inspiradas sólo
por su egoísmo fatal''.
''La
enfermedad de la indiferencia hacia los demás: Es cuando todo el mundo piensa
sólo en sí mismo y pierde la sinceridad y la calidez de las relaciones
humanas. Cuando los más expertos no ponen us conocimientos al servicio de los
colegas con menos experiencia. Cuando, por celos.. se siente alegría al ver
que otros caen en lugar de levantarlos y animarlos''.
''La
enfermedad de la cara de funeral: Es decir, la de las personas rudas y
sombrías, que consideren que para ser serios hace falta pintarse la cara de
melancolía, de severidad y tratar a los demás - especialmente a aquellos
considerados inferiores - con rigidez, dureza y arrogancia. En realidad, la
severidad teatral y el pesimismo estéril son a menudo los síntomas del miedo
y la inseguridad en sí mismo''.
''La
enfermedad de la acumulación: Cuando el apóstol busca llenar un vacío
existencial en su corazón acumulando bienes materiales, no por necesidad,
sino simplemente para sentirse seguro... La acumulación solamente pesa y
ralentiza el camino inexorablemente''.
''La
enfermedad de los círculos cerrados: Donde la pertenencia al grupo se vuelve
más fuerte que la del Cuerpo y, en algunas situaciones que la de a Cristo
mismo. También esta enfermedad comienza siempre con buenas intenciones, pero
con el paso del tiempo esclaviza a los miembros convirtiéndose en "un
cáncer" que amenaza la armonía del cuerpo y puede causar tanto daño -
escándalos - especialmente a nuestros hermanos más pequeños''.
''La
enfermedad de la ganancia mundana, del lucimiento: Cuando el apóstol
transforma su servicio en poder, y su poder en mercancía para conseguir
beneficios mundanos o más poderes. Es la enfermedad de la gente que busca
insaciablemente multiplicar su poder y para ello son capaces de calumniar,
difamar y desacreditar a los demás, incluso en periódicos y revistas.
Naturalmente para lucirse y demostrarse más capaces que los otros''.
''Por
lo tanto -señaló Francisco, después de explicar el catálogo de las
enfermedades- estamos llamados - en este tiempo de Navidad y todo el tiempo
de nuestro servicio y de nuestra existencia - a vivir "según la verdad
en el amor, intentando crecer en todo hacia aquel que es la cabeza, Cristo,
de quien todo el cuerpo, bien concertado, mediante la colaboración de todas
las coyunturas, según la energía propia de cada miembro, recibe fuerza para
crecer de manera de edificarse a sí mismo en la caridad''.
''Una
vez leí -concluyó- que "los sacerdotes son como los aviones, son noticia
sólo cuando se caen, pero hay tantos que vuelan. Muchos los critican y pocos
rezan por ellos''. Es una frase muy simpática, pero también muy cierta, ya
que describe la importancia y la delicadeza de nuestro servicio sacerdotal y
cuanto daño puede causar un sacerdote que "cae" a todo el cuerpo de
la Iglesia''.
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