SAN CARLOS de BARILOCHE,
Al
escuchar este nombre, fantaseamos con un idílico espacio natural
donde todo es hermoso, claro que la mano de Dios ha sido muy generoso creando
este lugar; la mano del hombre contribuye también para rodearlo de un encanto
acogedor. Pero, como en todos lados del orbe hay luces y
sombras, luces por temporadas y sombras que permanecen junto a los pueblos
, es ahí donde ha sido designado obispo nuestro hermano Juan
José Chaparro. La diócesis que anima tiene casi 80.000 km2 y ocupa más de un
tercio de la provincia de Río Negro en el sur patagónico argentino,.
El obispo de Roma, seguramente conocedor de su valía, quiere que sea su
colaborador. Aprovechándonos de su generosidad le hemos
pedido una contribución para con nuestro blog , que nos
cuente cómo se desarrolla un día de su vida en
esa, su nueva misión evangélica.
Como siempre, ha respondido a nuestra invitación, compartimos
gustosos su muy interesante relato… ustedes dirán……
Un día
en mi vida…
Un día para mí
puede ser muy distinto al otro, porque depende mucho de donde me encuentre: en
la ciudad, en el campo, recorriendo parajes, o en la sede de una parroquia, o
fuera de la Diócesis.
Cuando estoy en
casa, me levanto más bien temprano, a eso de las 6,30 (en verano ya está claro,
en invierno hay noche para rato…). Me preparo el mate y luego viene mi tiempo,
único e irremplazable, de orar con la Palabra, fundamentalmente con el
Evangelio del día…Para mí es un regalo de Dios haber hecho de esto una
necesidad para mi vida, y lo extraño cuando no puedo hacerlo. Leo y releo,
entre mate y mate, junto al Señor…A veces recorro previamente mi día anterior,
encuentros, sentimientos…doy gracias, bendigo, y me suelen salir urgencias,
cosas por hacer, etc. y me digo: ahora no. Después. Bendigo, doy gracias, pongo
en presencia de Dios personas, acontecimientos, en fin…me abandono en las manos
del Señor. Un salmo que me sale mucho y que necesito repetir es aquél: “Señor,
mi corazón no es ambicioso ni mis ojos altaneros…sino que acallo y modero mis
deseos como un niño en brazos de su madre.”
En algún
momento, antes o después, nos unimos con Ricardo, el curita que vive conmigo,
para orar juntos y abrir nuestro corazón
a los caminos de nuestra Iglesia, a lo que vive el pueblo, y por qué no, el
mundo entero.
Ese tiempo,
abundante, aunque siempre me reconozco mezquino en el tiempo que le doy a Dios,
me marca el día. Aún cuando luego mi cabeza se enfrasque en tantas cosas
que debo hacer un esfuerzo para recordar
el texto mañanero. A veces me lo recuerdan los hermanos si abro la computadora,
o si alguien me dice lo que el texto le inspiró… O alguna situación me devuelve
el Evangelio, o lo compartimos con algún equipo al iniciar las reuniones, cosa
que me gusta hacer.
Trato de
desayunar bien, aunque muchas veces tomo un café con leche, parado y a punto de
salir para algo, y a veces ni eso. Y comienza mi jornada más activa: correos,
teléfono, asuntos, algunas visitas de curas, (programadas o no) o de instituciones
civiles (intendencia, nación, fuerzas de seguridad, etc.), organizaciones
populares, etc. También trabajo conjunto con el vicario general un día a la
semana, y también con el ecónomo. Alguna vez al mes con los consultores. Y así.
Suelo celebrar
la Eucaristía en la mañana, otras veces
voy a alguna casa de religiosas, y entonces a la misa sigue el compartir el
almuerzo. Me gusta esto porque habiendo profesado como religioso (claretiano)
valoro la celebración de una comunidad, por más que la mayoría de las veces
compartan con la comunidad parroquial la celebración. Y también como pastor me
gusta compartir con ellas, reflexionar, intercambiar, recibir sus aportes y
también brindar los míos. Algunas otras veces celebro por algún acontecimiento
en la catedral, o en otra comunidad…
Los domingos si
estoy en la ciudad celebro misa a primera hora del día en la radio (mucha gente
enferma, mayores, gente del interior,
recepta esta propuesta…),acompañado de un equipo y coros que se van alternando.
Es una linda oportunidad para comunicarme con todos.
El domingo es
día de encuentro con el pueblo de Dios: fiestas patronales, confirmaciones,
visitas…al mismo tiempo que algunos momentos de celebración. Algunas veces
tengo hasta tres o cuatro misas. Es también jornada de las peregrinaciones y
procesiones, que disfruto mucho. Cada tanto celebro en la catedral donde
usualmente las personas de la ciudad se repiten y se alternan los turistas que
en esta ciudad están presentes durante todo el año.
Suelo
almorzardiariamente en casa, acompañado del sacerdote que vive conmigo, aunque
solo dos días a la semana viene una
señora que cocina, lava y otras cosas más.. Ella nos prepara para todos los
días siguientes y nosotros le damos el último toque. El día que ella viene invito
a algunos sacerdotes para que vengan a compartir. Algunas veces voy a las
comunidades, o a la casa de los sacerdotes. Algunas veces salgo en la noche sea
a alguna familia, o acompa;ando algún grupo pastoral, o algún amigo que pasa.
Esto me posibilita conocer la gente, ver lo que viven, entretejer lazos, y por
qué no, disfrutar de un momento sumamente gratuito.
Algo de siesta
como para recomenzar con nuevos bríos cuando se puede; en la tarde algo de
oración, a veces recibo gente (personas, equipos diocesanos, etc.), y cuando
puedo dedico una hora a caminar, para cuidar la salud. También salir a hacer
algo, visitar comunidades, etc. Suelo tomar unos mates a mitad de la tarde,
mientras hago otra cosa…Un dia a la semana comparto con un grupo la lectura
orante del Evangelio, como una manera de enriquecernos entre todos, e irme
también preparando para compartir con el pueblo de Dios mi homilía del domingo
(que también suelo poner en mi sitio de internet).
Por la noche
también sigo trabajando (correos, cosas), ceno más bien tarde, y voy a dormir
sobre medianoche…a veces un poco de Tv antes como para distraerme (me gusta el
futbol, pero salvo casos especiales, solo para ver algunas jugadas…noticias, y
algún poco más…).
Termino cansado
el día, sin muchas ganas de escribir, cosa que hago a veces al día siguiente
para recoger las vivencias, sentimientos, encuentros…y ver el paso de Dios por
mi historia. Una oración de acción de gracias y a dormir.
No he logrado
hacerme siempre un día en la semana para descansar y lo considero una falta. De
todos modos de vez en cuando doy un paseo por la zona que es bellísima, o
cuando voy de camino, lo disfruto. Los domingos suelen ser llenos de
actividades y de vida, porque termino cansado pero muy contento. Y los lunes,
se suele enganchar con las actividades normales, curas que pasan, papeles (para
el trabajo en el obispado tenemos sólo un empleado que es el secretario…ese es
todo el plantel, por lo tanto muchas cosas se hacen a pulmón). Alguna vez lo
comienzo con una caminata a los cerros vecinos por un buen rato. Allí,
respirando infinito, vuelvo con nuevas ganas…
Nada
extraordinario. Trato de vivir intensamente, cada día, aunque no faltan
preocupaciones a corta y larga distancia, pero son más las cosas lindas que
Dios me permite vivir. Al venir a esta porción del Pueblo de Dios, encontré
nuevos amigos y amigos de mis amigos: Beato Ceferino, Beato Zatti, P. Mascardi
y los otros jesuitas, P. Stablum, y por qué no, me permitió renovar la amistad
con los de siempre: S. A. M. Claret (misionero y
arzobispo de Cuba), San José, Brochero, Angelelli…La presencia de santos y
santas en medio de nuestro pueblo termina de configurar mi familia, la de carne
y sangre, pero también la gran familia que Jesús me regaló por creer en Él.
Bendito sea el Señor.
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