10.30: Misa en Holguín - Francisco: 'Las casas de
misión', signos de la presencia de Dios en Cuba
El Papa
presidió la segunda misa de su viaje apostólico en la fecha del apóstol San
Mateo, sobre cuya conversión centró su homilía
El santo
padre Francisco presidió este lunes a las 10,30 local la santa misa, en la
ciudad de Holguín, la cual le recibió con un visible entusiasmo.
En el
altar ubicado en la Plaza de la Revolución 'Calixto García Iñíguez', el Papa ha
presidido en la festividad de San Mateo, la segunda misa de las tres que
celebrará en su viaje apostólico en la Isla.
El coro
vestido con los colores de la bandera del país, entonó durante el evento música
polifónica, y algunos jóvenes se dirigieron a los presentes recordando
diversos particulares como “la Iglesia no es una organización caritativa, sino
la familia de Jesús”.
El
Papa, que usaba paramentos rojos, recordó que en la fiesta del
apóstol y evangelista san Mateo “celebramos la historia de una conversión”.
“Jesús lo
miró. Qué fuerza de amor tuvo la mirada de Jesús para movilizar a Mateo como lo
hizo” dijo Francisco, “lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esta mirada
abrió su corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva
vida”, y como “también a cada uno de nosotros”.
Y recordó
que Mateo “esperaba sentado para recaudar, para sacarle a otros, ahora con
Jesús tiene que levantarse para dar, para entregar, para entregarse a los
demás”. Y así “nos invita a ir lentamente superando nuestros preconceptos,
nuestras resistencias al cambio de los demás e incluso de nosotros mismos”.
A
continuación, el Santo Padre se refirió al esfuerzo que la Iglesia realiza en
Cuba, “para llevar a todos, aún en los sitios más apartados, la palabra y la
presencia de Cristo". Y añadió que una mención especial "merecen las
llamadas «casas de misión» que, ante la escasez de templos y de sacerdotes,
permiten a tantas personas poder tener un espacio de oración, de escucha de la
Palabra, de catequesis y vida de comunidad”.
Así
precisó que las casas de misión “son pequeños signos de la presencia de Dios en
nuestros barrios”. El Papa concluyó la misa dirigiéndose a la “la Virgen María,
Virgen de la Caridad del Cobre, a quien Cuba acogió en sus brazos y le abrió
sus puertas para siempre”, y le pidió “que mantenga sobre todos y cada uno de
los hijos de esta noble nación su mirada maternal y que esos «sus ojos
misericordiosos» estén siempre atentos a cada uno de ustedes, sus hogares,
familias, a las personas que puedan estar sintiendo que para ellos no hay
lugar”.
En Cuba
la Iglesia no puede realizar acciones caritativas públicas, como tener
hospitales o comedores, y las casas de misión son un medio para realizar la
caridad de una manera tolerada, indicaron religiosos y sacerdotes que
trabajaron allá. Lo hicieron al dar su testimonio durante la transmisión en
directo del canal TV2000 en Italia.
Texto completo de la homilía del Papa en Holguín
Holguín, Cuba. El Papa recuerda que todos podemos decir, con san Mateo, 'yo también soy un pecador en el que Jesús puso su mirada'Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 21 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
Publicamos a continuación la homilía del Santo Padre en la misa celebrada en la Plaza de la Revolución de Holguín.
Celebramos la fiesta del apóstol y evangelista san Mateo. Celebramos la historia de una conversión. Él mismo, en su evangelio, nos cuenta cómo fue el encuentro que marcó su vida, él nos introduce en un «juego de miradas» que es capaz de transformar la historia.
Un día, como otro cualquiera, mientras estaba sentado a la mesa de la recaudación de los impuestos, Jesús pasaba y lo vio, se acercó y le dijo: «“Sígueme”. Y él, levantándose, lo siguió».
Jesús lo miró. Qué fuerza de amor tuvo la mirada de Jesús para movilizar a Mateo como lo hizo; qué fuerza han de haber tenido esos ojos para levantarlo. Sabemos que Mateo era un publicano, es decir, recaudaba impuestos de los judíos para dárselos a los romanos. Los publicanos eran mal vistos e incluso considerados pecadores, y por eso vivían apartados y despreciados por los demás. Con ellos no se podía comer, ni hablar, ni orar. Eran traidores para el pueblo: le sacaban a su gente para dárselo a otros. Los publicanos pertenecían a esta categoría social.
Y Jesús se detuvo, no pasó de largo precipitadamente, lo miró sin prisa, lo miró con paz. Lo miró con ojos de misericordia; lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esta mirada abrió su corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida como a Zaqueo, a Bartimeo, a María Magdalena, a Pedro y también a cada uno de nosotros. Aunque no nos atrevamos a levantar los ojos al Señor, Él siempre nos mira primero. Es nuestra historia personal; al igual que muchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su mirada. Lo invito que hoy en sus casas, o en la iglesia, cuando están tranquilos, solos, hagan un momento de silencio para recordar con gratitud y alegría aquellas circunstancias, aquel momento en que la mirada misericordiosa de Dios se posó en nuestra vida.
Su amor nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad. Él sabe ver más allá de las apariencias, más allá del pecado, más allá del fracaso o de la indignidad. Sabe ver más allá de la categoría social a la que podemos pertenecer. Más allá de todo eso, Él ve esa dignidad de hijo, que todos tenemos, tal vez ensuciada por el pecado, pero siempre presente en el fondo de nuestra alma. Es nuestra dignidad de hijos. Él ha venido precisamente a buscar a todos aquellos que se sienten indignos de Dios, indignos de los demás. Dejémonos mirar por Jesús, dejemos que su mirada recorra nuestras calles, dejemos que su mirada nos devuelva la alegría, la esperanza, el gozo de la vida.
Después de mirarlo con misericordia, el Señor le dijo a Mateo: «Sígueme». Y Mateo se levantó y lo siguió. Después de la mirada, la palabra. Tras el amor, la misión. Mateo ya no es el mismo; interiormente ha cambiado. El encuentro con Jesús, con su amor misericordioso, lo transformó. Y allá atrás quedó el banco de los impuestos, el dinero, su exclusión. Antes, él esperaba sentado para recaudar, para sacarle a otros, ahora con Jesús tiene que levantarse para dar, para entregar, para entregarse a los demás. Jesús lo miró y Mateo encontró la alegría en el servicio. Para Mateo, y para todo el que sintió la mirada de Jesús, sus conciudadanos no son aquellos a los que «se vive», se usa y se abusa. La mirada de Jesús genera una actividad misionera, de servicio, de entrega. Sus conciudadanos son aquellos a quien él sirve. Su amor cura nuestras miopías y nos estimula a mirar más allá, a no quedarnos en las apariencias o en lo políticamente correcto.
Jesús va delante, nos precede, abre el camino y nos invita a seguirlo. Nos invita a ir lentamente superando nuestros preconceptos, nuestras resistencias al cambio de los demás e incluso de nosotros mismos. Nos desafía día a día con la pregunta: ¿Crees? ¿Crees que es posible que un recaudador se transforme en servidor? ¿Crees que es posible que un traidor se vuelva un amigo? ¿Crees que es posible que el hijo de un carpintero sea el Hijo de Dios? Su mirada transforma nuestras miradas, su corazón transforma nuestro corazón. Dios es Padre que busca la salvación de todos sus hijos.
Dejémonos mirar por el Señor en la oración, en la Eucaristía, en la Confesión, en nuestros hermanos, especialmente en los que se sienten dejados, más solos. Y aprendamos a mirar como Él nos mira. Compartamos su ternura y su misericordia con los enfermos, los presos, los ancianos o las familias en dificultad. Una y otra vez somos llamados a aprender de Jesús que mira siempre lo más auténtico que vive en cada persona, que es precisamente la imagen de su Padre.
Sé con qué esfuerzo y sacrificio la Iglesia en Cuba trabaja para llevar a todos, aun en los sitios más apartados, la palabra y la presencia de Cristo. Una mención especial merecen las llamadas «casas de misión» que, ante la escasez de templos y de sacerdotes, permiten a tantas personas poder tener un espacio de oración, de escucha de la Palabra, de catequesis y vida de comunidad. Son pequeños signos de la presencia de Dios en nuestros barrios y una ayuda cotidiana para hacer vivas las palabras del apóstol Pablo: «Les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido convocados. Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos, sobrellevándose mutuamente con amor; esfuércense en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef 4,2).
Deseo dirigir ahora la mirada a la Virgen María, Virgen de la Caridad del Cobre, a quien Cuba acogió en sus brazos y le abrió sus puertas para siempre, y a Ella le pido que mantenga sobre todos y cada uno de los hijos de esta noble nación su mirada maternal y que esos «sus ojos misericordiosos» estén siempre atentos a cada uno de ustedes, sus hogares, familias, a las personas que puedan estar sintiendo que para ellos no hay lugar. Que Ella nos guarde a todos como cuidó a Jesús en su amor. Y que Ella nos enseñe a mirar a los demás como Jesús nos miró a cada uno de nosotros.
El Papa bendice la ciudad de Holguín
Desde la Loma de la Cruz, el Santo Padre se despide de esta localidad cubana y pone rumbo a Santiago de CubaPor Redacción
Ciudad del Vaticano, 21 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
El santo padre Francisco ha bendecido la ciudad de Holguín desde la La Loma de la Cruz, en su último acto en esta ciudad cubana. Este lugar, a una altura de 261 metros al norte de la localidad, está unida histórica, social y culturalmente a la ciudad. Este lugar ofrece una panorámica única de 360º de toda la isla de Cuba.
Al llegar el Papa, un grupo de niños cantaba el himno a la alegría y agitaban banderitaas del Vaticano y Cuba. Tras la bendición Francisco les felicitó porque “cantan muy bien” y les pidió que nos se olviden de rezar por él. A continuación lanzaron al aire globos de colores.
La cruz inicial fue colocada por fray Francisco Antonio de Alegría, prior franciscano de Holguín a finales del siglo XVIII.
Sin embargo, la cruz actual es de inicios de los años ‘90, al sustituir a la precedente que fue destruida por un rayo.
Para llegar a este lugar se puede subir una escalera de 458 peldaños, o en coche por una carretera panorámica. En la cima, además de la cruz, hay una torre de vigilancia militar llamada “Torre de Numancia” y construida durante la guerra (1868-1878).
Este lugar, es meta de la “peregrinación de la cruz”, visitas turísticas y cada año acoge el conocido Festival de Mayo.
Desde aquí, el Pontífice se dirige al aeropuerto y pone rumbo hacia Santiago de Cuba, ciudad donde concluirá su visita a la Isla.
El Papa reza ante la Virgen de la Caridad del Cobre
Francisco pide
a la patrona de Cuba que reúna a su pueblo disperso por el mundo
Por Redacción
Tras un
encuentro privado con los obispos cubanos en el antiguo Seminario San Basilio
Magno, a eso de las 19:40 hora local, el papa Francisco se trasladó hacia la
Basílica Menor del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre en una
furgoneta, para una visita íntima junto a los prelados y el séquito papal.
Una vez
en el templo, al que acudió al poco tiempo de llegar a Santiago de Cuba,
tercera y última etapa de su viaje al país caribeño, el Santo Padre llevó un
ramo flores a la patrona de la Isla y se detuvo de pie, en silencio, para
orar durante unos minutos. Luego permaneció sentado delante de su imagen en
actitud de recogimiento.
Poco
después, el Pontífice leyó la oración
que san Juan Pablo II dirigió a la Virgen del Cobre al coronarla en 1998. “Haz de
la nación cubana un hogar de hermanos y hermanas para que este pueblo abra de
par en par su mente, su corazón y su vida a Cristo”, pidió Francisco, al tiempo
que exhortó a la “Madre de la reconciliación” para que reúna a su pueblo
“disperso en el mundo”.
Concluida
la plegaria, el Papa prendió un cirio colocado a la derecha de Nuestra Señora
de la Caridad y le entregó en ofrenda un florero de plata con flores de este
mismo material desde el tallo y pétalos de cerámica blancos y amarillos.
Durante
la sencilla ceremonia, los vocalistas Melvin Rodríguez, Vilma Ramírez, Olga
González y el sacerdote diocesano Jorge Catasús interpretaron la guajira “A la
Virgen del Cobre” y “Ave María”.
Al
término de este momento de alto simbolismo, el Santo Padre saludó a algunas
personas y se detuvo especialmente con los niños del coro, que en su homenaje
entonaron la emblemática “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, del argentino Fito
Páez.
Antes de
regresar a la Casa de retiro y convivencia del antiguo Seminario San Basilio
Magno, contigua al santuario, el Pontífice recibió una réplica de la Virgen de
la Caridad del Cobre que será trasladada a Estados Unidos, donde se pondrá en
manos de una comunidad cubana.
Comenzó la
última etapa de la visita papal a la Isla
Por Redacción
El papa
Francisco llegó este lunes por la tarde a la ciudad de Santiago, la tercera y
última etapa de su visita a Cuba, donde visitará el Santuario de la Caridad del
Cobre y mantendrá un encuentro con las familias, entre otros actos, antes
de partir mañana martes rumbo a Estados Unidos.
Procedente
de Holguín, una de las provincias más religiosas del país, el Santo Padre
aterrizó sobre las 16:50 hora local en el Aeropuerto Internacional Antonio
Maceo de Santiago, donde fue recibido por el presidente de la Asamblea
Nacional de Cuba, Esteban Lazo. Desde allí partió hacia el antiguo
Seminario San Basilio Magno donde se alojará en su última noche en la Isla.
Esta
misma tarde, el Pontífice mantendrá un encuentro privado con los obispos
cubanos, cuya conferencia episcopal preside el arzobispo de Santiago, Mons.
Dionisio García.
De
acuerdo con el itinerario publicado por la Santa Sede, a eso de las 19:40
horas, el Papa se trasladará hacia la Basílica Menor del Santuario de la Virgen
de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, donde realizará una oración a la
también llamada Virgen Mambisa junto a los prelados y el séquito papal.
Mañana,
comenzará su jornada con la Santa Misa en el Santuario del Cobre y
posteriormente se trasladará a la catedral para mantener un encuentro con las
familias. Desde allí bendecirá también a Santiago de Cuba, la segunda
ciudad de la Isla y que en julio pasado cumplió 500 años de su fundación.
Pasado el
mediodía, Francisco se despedirá de Cuba y viajará rumbo a Estados Unidos, el
segundo país de una histórica gira por el papel que ha desempeñado la Santa
Sede en la reconciliación de ambas naciones enemistadas durante más de
medio siglo.
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