CURARNOS DE LA CEGUERA
Maestro, que pueda ver.
¿Qué podemos
hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar?
¿Podemos salir de la indiferencia? Marcos narra la curación del ciego Bartimeo
para animar a sus lectores a vivir un proceso que pueda cambiar sus vidas.
No es difícil
reconocernos en la figura de Bartimeo. Vivimos a veces como «ciegos»,
sin ojos para mirar la vida como la miraba Jesús. «Sentados», instalados
en una religión convencional, sin fuerza para seguir sus pasos. Descaminados, «al
borde del camino» que lleva Jesús, sin tenerle como guía de nuestras
comunidades cristianas.
¿Qué podemos
hacer? A pesar de su ceguera, Bartimeo «se entera» de que, por su vida,
está pasando Jesús. No puede dejar escapar la ocasión y comienza a gritar
una y otra vez: «ten compasión de mí». Esto es siempre lo primero:
abrirse a cualquier llamada o experiencia que nos invita a curar nuestra vida.
El ciego no
sabe recitar oraciones hechas por otros. Sólo sabe gritar y pedir
compasión porque se siente mal. Este grito humilde y sincero, repetido desde el
fondo del corazón, puede ser para nosotros el comienzo de una vida nueva. Jesús
no pasará de largo.
El ciego
sigue en el suelo, lejos de Jesús, pero escucha atentamente lo que le dicen sus
enviados: « ¡Ánimo! Levántate. Te está llamando». Primero, se deja
animar abriendo un pequeño resquicio a la esperanza. Luego, escucha la llamada
a levantarse y reaccionar. Por último, ya no se siente solo: Jesús lo está
llamando. Esto lo cambia todo.
Bartimeo
da tres pasos que van a cambiar su vida. «Arroja el manto» porque
le estorba para encontrarse con Jesús. Luego, aunque todavía se mueve entre
tinieblas, «da un salto» decidido. De esta manera «se acerca» a
Jesús. Es lo que necesitamos muchos de nosotros: liberarnos de ataduras que
ahogan nuestra fe; tomar, por fin, una decisión sin dejarla para más tarde; y
ponernos ante Jesús con confianza sencilla y nueva.
Cuando Jesús
le pregunta qué quiere de él, el ciego no duda. Sabe muy bien lo que necesita: «Maestro,
que pueda ver». Es lo más importante. Cuando uno comienza a ver las cosas
de manera nueva, su vida se transforma. Cuando una comunidad recibe luz de
Jesús, se convierte. José Antonio
Pagola
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