4) ¡Sed austeros! ¡Huyan de la corrupción! “Así como
la política no es un asunto de los ‘políticos’, la corrupción no es un
vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay
corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de
comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en
las organizaciones sociales y los movimientos populares. Es justo decir
que hay una corrupción naturalizada en algunos ámbitos de la vida
económica, en particular la actividad financiera, y que tiene menos
prensa que la corrupción directamente ligada al ámbito político y
social. Es justo decir que muchas veces se manipulan los casos de
corrupción con malas intenciones. Pero también es justo aclarar que
quienes han optado por una vida de servicio tienen una obligación
adicional que se suma a la honestidad con la que cualquier persona debe
actuar en la vida.
La vara es más alta: hay que vivir la vocación de
servir con un fuerte sentido de la austeridad y la humildad. Esto vale
para los políticos pero también vale para los dirigentes sociales y para
nosotros, los pastores.
A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas
materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, los banquetes
exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de
lujo, le aconsejaría que se fije en qué está pasando en su corazón y
rece para que Dios lo libere de esas ataduras. El que tenga afición por
todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta
en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer
mucho daño a sí mismo, al prójimo y va a manchar la noble causa que
enarbola. Que tampoco se meta en el seminario. Frente a la tentación de
la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; esa austeridad
moral y personal.
La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes
aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y
retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo”.
En conclusión, el Papa Francisco citó al fallecido dirigente
afroamericano, Martin Luther King, el cual optó por el amor fraterno aún
en medio de las peores persecuciones y humillaciones: “Cuando te elevas
al nivel del amor, de su gran belleza y poder, lo único que buscas
derrotar es los sistemas malignos. A las personas atrapadas en ese
sistema, las amas, pero tratas de derrotar ese sistema. (…) Odio por
odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo.
Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tú me lo
devuelves, y así sucesivamente, es evidente que se llega hasta el
infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener
un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la
persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal” (3).
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