martes, 16 de mayo de 2017

COMENTARIO de Atilano ALAIZ, de la Palabra del lunes 5° de la Semana de Pascua

CADA UNO DE NOSOTROS, SOMOS MORADA DE LA TRINIDAD.-

  L a docilidad de la Palabra es expresión y fuente de amor, y éste hace que el verdadero discípulo de Jesús se convierte en templo espiritual donde Dios habita y recibe culto en espíritu y en verdad, pues el Señor no circunscribe ya su presencia exclusivamente al espacio material de un santuario.  Así, la ausencia de Cristo se verá compensada en los suyos con una presencia más plena que la meramente física, “ en la carne”, como señalan los vv. 21-23. Más todavía, esa inhabitación o morada del Padre y de Jesús en el creyente se convierte en trinitaria, pues se completa con la presencia dinámica del Espíritu Santo. La des-aparición” es, pues, mas bien motivo de gozo y paz, frutos del Espíritu.
  LA COMUNIDAD es morada de Dios y lo es también el corazón del creyente  Jesús habla de  “morada”,  domicilio,  no posada, lugar de  paso, ni presencia esporádica, sino lugar de inhabitación permanente.

  Jesús revela que el verdadero lugar de la presencia del Señor no es el templo muerto,  sino el templo y el sagrario vivo  es el ser humano (Jn.3,21)  Nosotros estamos en Él y Él está en nosotros,  como la esponja en el agua. (Hch.  17,27)
 Criticaban piadosos parisinos al abbe Pierre porque había acogido  en el templo a una familia sin techo en una noche aciaga. Ël replicó: ¿Qué templo merece más respeto el templo de ladrillos o el templo de carne y hueso que es la persona humana?.  Los pobres, templos vivos, han honrado con su presencia el templo muerto”.
  Cuando Jesús dice; que la Familia divina pone su morada en el corazón del hombre hay que tomar sus palabras con toda seriedad, Jesús que desacraliza el templo matrerial, congra al hombre y a la  comunidad  de personas  como templos de Dios vivo (Jn. 14,21-24).     Qué la comunidad es templo de Dios es una afirmación reiterada en la Biblia, sobre todo en el Nuevo Testamente.  Escribe Pedro  “ cómo piedras vivas vamos entrando en la construcción del templo espiritual” (1P2,5) Pablo  llama a la iglesia, a la comunidad   “domicilio de Dios”  Jesús  nos promete “Donde  hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy  yo  en medio de ellos. (Mt. 18.20).
  En el corazón del ser humano está la Familia trinitaria, porque las personas divinas están siempre inseparablemente unidas.
   Comentario de Atilano Alaiz, del lunes 5° correspondiente a la Semana de Pascua.


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