Dgo 23 (Mt.18,15-23) GUARDIANES de los HERMANOS.
....“Si el
hermano no te hace caso cuando le corriges fraternalmente, entonces
díselo a la comunidad”.. Jesús presupone que los cristianos viven en comunidad.
Convengamos que Jesús no ha formado
una Iglesia como una sociedad de
seguros espirituales con cantidad de sucursales…Jesús
proyectó una fraternidad entre sus
amigos para ayudarlos, ser sal y fermento del Reino, parábola de referencia
para la sociedad civil.
Coincidimos que ser comunidad no es
cualquier cosa. No se reduce a coincidir
en masa a una misa, sino que comporta sentirse fuertemente vinculados
humanamente, responsabilizarse unos de otros, compartir intensamente alegrías y
sinsabores en la medida de lo posible
comprometerse en proyectos comunes; en el lugar que desarrollamos actividades evangelizar
con nuestro testimonio y siempre que podamos trabajar para formar nuevas
comunidades. El obispo de Roma, Francisco está diciendo constantemente que las parroquias sean
lugar de reunión de comunidades vivas,
no meras instituciones
administrativas de ritos y cultos.
El texto viene a medida con el encuentro
de hoy Jesús presenta a la comunidad
como mediadora de salvación. Es el
sacramento fundamental que da fuerza y sentido a los demás sacramentos.
Hoy nosotros sentimos el paso de los años
por diversos motivos las comunidades se ven
disminuidas; en nuestro caso por
el inexorable paso del tiempo,
enfermedades partidas hacia la casa del Padre ;
nuestro compañero de primer hora Atilano nos lo recuerda constantemente,
donde se congrega una comunidad, aunque sea mínima, allí está el Señor. Y esta presencia es tan cierta como su
presencia eucarística al momento de partir el Pan. ¿Hemos descubierto nosotros
ésta dimensión de la comunidad?
Cuando
compartimos inquietudes, entusiasmos, problemas experiencias felices y
de las otras ¿ quién es el que invisiblemente y a través de los compañeros del grupo ha
estado infundiendo coraje, entusiasmo, paz y alegría? ¿ No
es acaso Jesús resucitado y presente entre los reunidos en su nombre?
El hermano,
nosotros, necesitamos de la palmada en el hombro, no de
adulación, sino de estimulación, todos
necesitamos se nos reconozcan nuestros carismas, que agradezcamos servicios y testimonios
generosos , que alentemos en los esfuerzos, en las dificultades, que valoremos a las
personas y su quehacer así sea pequeño; de gotas se forma el aguacero dice el poeta.
La corrección fraterna es una instancia de
la caridad personal y del crecimiento comunitario.
¿Qué decir de
la corrección entre familiares y amigos? Cierto es que a diario, por desgracia,
muchos adulan por delante y critican por detrás. Nosotros los cristianos debemos ser coherentes, tener coraje para corregir
fraternalmente por delante y elogiar por detrás.
Cuando hacemos realidad este proyecto
comunitario de Jesús, cuando no sólo nos
llamamos, sino que vivimos como hermanos, entonces es que se verifica el
milagro que Jesús nos ha prometido en la Palabra de hoy. La comunidad se convierte en templo vivo del
Señor, él se hace presente entre
nosotros, nuestra oración se vuelve indefectiblemente eficaz, todos nos
confirmamos mutuamente en la fe para ser sus testigos creíbles en medio de los hombres.
Dm. Pedro Casaldáliga, un cristiano modélico nos dice: “Felices
los que siguen a Jesús viviendo en comunidad, siempre unidos al Padre y a los
hermanos. NO te engañes: quién se aleja de la comunidad en
busca de ventajas personales, se aleja de Dios; quién busca la comunidad,
encuentra al Señor”.-
Comentario de Atilano
Alaiz, adaptado en versión libre, con autorización del autor por José Eduardo Bernadá
No hay comentarios:
Publicar un comentario