viernes, 18 de mayo de 2018

Al parecer, la carta del Papa a los obispos de Chile , al final de las reuniones en el Vaticano , entre el martes y jueves por la tarde, dice poco o tal vez no dice lo que muchos, o más bien muchos , muchos esperaban. Es un documento cauteloso y blando, casi descriptivo y, por eso, no se presenta -según algunos- a la altura de la gravedad de la cuestión. El texto exhala confidencialidad, y eso podría llevar a pensar en un "nada de hecho".

El informe es Luis Badilla , publicado en Il sismógrafo, 05/17/2018. La traducción es de Moisés Sbardelotto .
Pero no es así. Las reuniones entre el Papa y los obispos de Chile eran profunda, sincera y bastante completa, si tenemos en cuenta la inmensidad y la delicadeza de las cuestiones.
Parece claro, a la vez que el Santo Padre ya ha informado a las directrices de los obispos que harán pronto y también obtuvo todo acuerdo sustancial y robusto para colaborar en la implementación del plan de renovación, la curación y la renovación de la Iglesia chilena.

He aquí el pasaje clave de la carta:

"Les agradezco la plena disponibilidad que cada uno ha manifestado para adherirse y colaborar en todos aquellos cambios y resoluciones que tendremos que implementar en el corto, mediano y largo plazo, necesarias para restablecer la justicia y la comunión eclesial. Después de estos días de oración y reflexión, les envío a seguir construyendo una Iglesia profética, que sabe poner en el centro lo que es importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante y en el abusado.

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