martes, 21 de mayo de 2019

CARTA del presbítero Paul DABIEZES. EDITORIAL DE OBSUR (Primera parte

Enfrentarnos a nuestra verdad.
P. Paul Dabiezes
Editorial de abril de OBSUR
Montevideo Uruguay 2019.
Días muy desafiantes los de la elaboración de nuestro primer número del 2019. Desafiantes a falta de un
mejor adjetivo, más exacto, para calificar lo que vivimos a partir de mediados de marzo en nuestro país,
con la destitución del Comandante en Jefe del Ejército por manifestaciones acerca de la Justicia que nos
recordaron años muy tristes. Siguiendo con la primera información sobre el contenido del tribunal de
honor y las nuevas destituciones por las que el gobierno manifestó, en nombre de todos o al menos de la
casi totalidad de uruguayas y uruguayos que no queremos y no estamos dispuestos a vivir de nuevo
tamaña experiencia.
Sensación de irrealidad, de incredulidad, de “no puede ser”. A pesar de saber que sucedieron cosas
terribles, no obstante relatos y testimonios, seguíamos aferrados a un cierto idealismo por el que
pensábamos que en el concierto de las barbaridades vividas en nuestra América Latina, en el Cono Sur
concretamente, nuestros militares habían sido, eran, un poco menos asesinos que los otros. Sin olvidar
por un momento que en todo caso estaban siendo los campeones de la omertá, queríamos imaginar que
en el fondo ciertas cosas aquí, tal vez, no habían pasado. Crasa ceguera, que llevó a muchos en nuestro
pueblo a pensar que mejor era “dar vuelta la página” y no mirar atrás, aleccionados y atemorizados por
ciertos líderes que hoy se rasgan las vestiduras por una demora más o menos. Grave responsabilidad,
además, por pretender edificar sobre arena la casa de nuestra sociedad, según la imagen de Jesús
(Mateo, 7, 24ss).
Responsabilidad que tiene también, no lo queremos soslayar, nuestra Iglesia, que desde aquellos años
infaustos, y sobre todo cuando había un deseo extendido en todo nuestro pueblo de comenzar una nueva
etapa con nuevas bases, no tuvo la lucidez para transmitir el riquísimo legado de la práctica y la
enseñanza de Jesús, sumadas a una experiencia secular de comunidades cristianas, sobre las exigencias
de un proceso de reconciliación. Ya volveremos sobre esto; pero sobre los hechos en sí deseamos
agregar una consideración.
¿Cuántas veces habremos oído, aquí y desde otras partes en donde se vivieron procesos’ similares a los
de nuestra dictadura, que nada bueno se puede construir sobre el puro olvido de graves equivocaciones,
delitos y sufrimientos, sin que ellos estén jaqueando continuamente la convivencia? ¿Cuántas veces,
hasta el cansancio, intentaron descalificar la exigencia de verdad y justicia con la cantinela de “los ojos
en la nuca”? Pues, estos días nos han puesto cara a cara con esa verdad, todavía conocida
fragmentariamente, pero que es real y que se resiste a desaparecer por más que le digamos “me voy a
olvidar de ti”, obligándonos a preguntarnos si es posible seguir viviendo como si nada hubiera sucedido,
ayer y hoy.
Muchos en este país compartimos esa sensación ominosa de estar parados sobre un mundo que no
conocemos, que de pronto sale a luz con completa desvergüenza, sin pudor ni honor alguno entre
quienes lo controlan y hacen uso malvado de él. Y surge una pregunta radical: ¿es que podemos seguir
como si nada con nuestros ritos electorales y otros, cuando estamos pisando podredumbre, sintiendo que
nuestros pasos se hunden en el lodo de la impunidad y la negación de toda humanidad? Viene la
tentación de gritar ¡paren todo!, ¡expliquémonos y arreglemos esto antes de seguir adelante!
Claro, es imposible, hemos de seguir, pero con una nueva actitud. ¿Es aceptable que
discutamos de programas y medidas, evoluciones, rechazos o profundizaciones de tal o cual asunto
mientras mantenemos esa llaga abierta? En concreto, ¿podemos hablar de “tolerancia cero” cuando
toleramos durante más de cuarenta años y seguimos tolerando crímenes y conductas tan perversas e
inhumanas, cometidas desde el poder y con respecto a las cuales no hay rastro de arrepentimiento o
crítica por parte de sus autores ni de quienes los protegen con su silencio cómplice? En estos días, una
víctima de un gran dolor, el padre de la joven mujer asesinada y todavía desaparecida, decía que ahora
comprendía el sufrimiento y la fortaleza que han mostrado y muestran las madres y familiares de los

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