lunes, 25 de enero de 2021

TENIENDO MUY PRESENTE A PERICO.- CARTA ESCRITA por María Josefina Plá el 25 DE AGOSTO DE 1983 AL FINALIZAR EL AYUNO realizado por tres religiosos del SERPAJ (Luis “Perico” Pérez Aguirre, Jorge Osorio y el pastor Ademar Olivera)

                           DOCUMENTO HISTÓRICO:

CARTA ESCRITA por María Josefina Plá el 25 DE AGOSTO DE 1983 AL FINALIZAR EL AYUNO realizado por tres religiosos del SERPAJ (Luis “Perico” Pérez Aguirre, Jorge Osorio y el pastor Ademar Olivera) y que desatara la primera gran protesta en rechazo a la Dictadura en momento de cumplirse 10 años de la misma.

«Mis queridos amigos: A casi nadie he podido escribir en este mes de agosto. Hoy por eso les quiero dedicar estas líneas para todos, compartiendo algunas cosas de estos días tan intensos. El mes empezó para todos los uruguayos con signos muy sombríos: el día 2 se anunció la suspensión de la actividad política y se establecieron limitaciones más graves aún para la libertad de prensa. Al cabo de diez años de dictadura, cuando veníamos viendo signos muy positivos y alentadores de apertura, de reclamos de participación, esta medida —que era precedida por la ruptura del diálogo unos días antes y la denuncia de torturas a un grupo de estudiantes detenidos en junio— resultaba muy dura. En medio de una situación económica angustiante, con un índice de desocupación altísimo que nos golpea en los rostros concretos de vecinos y amigos, no podíamos caer en la desesperanza ahí nomás. Es por eso que les quiero contar de los signos nuevos que descubrimos en medio de esta difícil situación: signos de vida entre la muerte que acecha… Esa es nuestra PASCUA.

Quiero destacar en primer lugar el ayuno iniciado por el Servicio de Paz y Justicia desde el 11 hasta hoy 25, buscando un día de reflexión nacional, buscando la verdadera reconciliación entre los uruguayos. De una inspiración profundamente cristiana, esta medida iniciada por dos sacerdotes (Luis Pérez Aguirre y Jorge Osorio) y un pastor metodista, Ademar Olivera, acompañada de profunda oración, constituye sin duda, un signo profético en medio de la Iglesia y el país. Se intentó acallar de todas maneras: se buscó allanar el local pero no se obtuvo la autorización judicial; se hostigó exigiendo documentos a cuantos entraban al local donde los ayunantes compartían la oración diariamente. Se impidió a la prensa dar cualquier noticia sobre el tema, al punto que el Semanario Aquí debió postergar un día su aparición para, artesanalmente, cortar de todos los ejemplares la noticia y foto del ayuno. Al sexto día de ayuno, impidieron la entrada al local de toda persona salvo el médico e hicieron retirar el gran letrero, estilo pasacalle, que lucía al frente de la casa. La sede quedó a partir de ese momento custodiada por personal policial. Inútiles resultaron todas mis gestiones tendientes a entrar como abogada. Eso no los detuvo ni debilitó la medida. Los ayunantes siguieron firmes, acompañados del P. Mosca que optó por quedar dentro. Los miembros del Servicio seguían afuera, sin sede, con más dificultades, pero firmes en la tarea de difundir el objetivo de lograr la reflexión nacional. Todos los días, a las horas de las oraciones públicas —12: 30 y 20 horas— se congregaban frente al local a rezar y solidarizarse con los ayunantes un grupo cada vez más creciente de personas.

Al mismo tiempo se fueron anunciando gestos similares en diversos grupos, comunidades, parroquias, movimientos. Muchos grupos ayunaron, oraron, reflexionaron sobre la situación difícil que vivimos. Así, en nuestra Parroquia de Santa Gema, nos reunimos a las mismas horas a rezar públicamente al frente del templo y tuvimos dos jornadas completas de ayuno y oración, el domingo 21 que culminó con la ida de la comunidad hasta la sede del Servicio en Gral. Flores y hoy 25, de 10 a 16 horas. La represión continuaba. Así, el día 20 le fue impedida la entrada al país del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, declarándolo persona no grata. Eso no fue obstáculo para que igualmente tuviéramos una muy fuerte celebración de la Palabra en la Capilla Jackson, desbordante de público.

El día 23, ante la creciente difusión de la medida —fuerza que brota de la debilidad y no violencia de ella— hubo una conferencia de prensa convocada por el Ministro del Interior Linares Brum, en la que intentó alertar al país sobre la campaña tendiente a soliviantar al pueblo. Con gran dolor escuchamos acusaciones y calumnias que no hacían más que tranquilizarnos sobre la falta de motivos que legitimaran cualquier ataque. Esa misma noche desplegaron un letrero que decía “LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES”.

Ayer, 24, último día previo de la gran reflexión de hoy, se habían congregado cerca de 200 personas frente al SERPAJ, y cuando rezaban pacíficamente un Padrenuestro, fueron cercados por las fuerzas de choque policiales y llevadas a la Metropolitana para ser fichados, siendo liberadas pasada la medianoche. Ciertamente, esta medida tan pobre y sencilla, en la que estos hermanos se han acercado al hambre de nuestro pueblo, ha conmovido nuestras vidas. Resulta un grito que clama por una sociedad más justa, donde todos participemos y aportemos lo mejor de cada uno, viviendo como verdaderos hermanos. Y fue lindo apreciar el valor y mérito de nuestras pequeñas comunidades eclesiales de base en la concientización y difusión de esta historia que a veces no es la que se publica. Una señora de mi comunidad daba gracias la semana pasada por estar en la comunidad ya que de otra manera no se enteraría de las cosas que pasan. A su vez, los partidos políticos no quedaron pasivos ante esta nueva andanada del poder. Pero lo más importante, es que conscientes de la hora difícil que nos toca vivir, buscaron el consenso entre todos: los partidos autorizados y no autorizados, todos sin pretender hacer primar su camiseta, acordaron las medidas que como reguero de pólvora se difundieron por toda la población: no salir de nuestras casas en la tarde de hoy entre las 18 y las 20 horas, en las que aprovecho a escribir, y un apagón de 20 a 20 y 15 horas. Podrá ser poco para algunos, pero lo trascendente es lograr hoy acuerdos nacionales para poder transitar con todo nuestro pueblo hacia días mejores de democracia, justicia y libertad, donde los pronunciamientos categóricos ya efectuados en 1980 y 1982 sean respetados.

La Iglesia no ha dejado de ser noticia también este mes de agosto. La diócesis de Montevideo vivió dos acontecimientos muy portadores de esperanza: por un lado, el día 7 la jornada de unas cien personas responsables de diversas zonas pastorales, movimientos religiosos, curas y laicos, que luego de un largo proceso de preparación en sus comunidades, buscaban delinear los principales desafíos y objetivos para la acción pastoral en el período 1984-1985. Al fin de esa reunión empezamos a compartir la grave preocupación que todos teníamos de que la Iglesia dijera una palabra en este momento en que tantos estaban impedidos de hacerlo. Y así, el día 15 de agosto, Fiesta de la Asunción, los tres obispos de Montevideo (Parteli, Gotardi y Scarone) dieron a conocer un documento en que reclaman canales abiertos de libre expresión, respeto a los pronunciamientos de las mayorías, la seguridad al servicio de la libertad y no de la esclavitud, respeto a los derechos de todos los ciudadanos, auténtica reconciliación sin revanchismos, apoyo al compromiso de los laicos en agrupaciones, partidos, sindicatos y movimientos. Concluyen que “Nuestra esperanza es segura y firme. No se basa solo en la probada fortaleza, capacidad y madurez de nuestro pueblo, sino también en las ‘grandes cosas’ que Dios hace entre nosotros para llevarnos a la plenitud de nuestro destino como las hizo en María […]”. Pero grande como el júbilo con que recibimos esta palabra de aliento, fue nuestro dolor ante la intervención de algunos obispos que pretendieron hacer una mediación con el gobierno para la reanudación del diálogo, pero sin ninguna representación del sentir de las bases, haciendo apreciaciones duras para los políticos que intervinieron en el diálogo interrumpido.

Pronto se hicieron oír las voces de protesta de los partidos políticos que compartimos plenamente. Igualmente sufrimos ante un comunicado de la diócesis de Maldonado presidida por Corso, cuestionando el Servicio de Paz y Justicia y el ayuno iniciado, comunicado en que se apoyó el Ministro del Interior para hacer su conferencia de prensa. Felizmente, el obispo Parteli, como obispo de Montevideo, interrogado por la prensa — que luego que el Ministro diera amplia difusión al tema pudieron dar cuenta— reconoció el valor del ayuno, que calificó de respetable y la inspiración cristiana de muchos de los miembros del SERPAJ.

Este mes también fue intenso en lo personal y comunitario: agosto es para mí un mes marcado por la mano del Señor en mi vida: en él nací, en él me recibí de abogada y en él me llamó a conocer esta comunidad de Santa Gema que me recibió hace ya ocho años. El día 8, al cumplir 10 años de abogada, vividos en un intento de servir a los demás, de defender a los más pobres y desamparados, celebré la Eucaristía en casa con el P. Mosca y otros amigos. El 20, día de mi cumpleaños, participé de la celebración en la Capilla Jackson en solidaridad con el ayuno, y luego nos reunimos en casa en encuentro alegre y fraterno, cerca de ochenta personas, en su mayoría del barrio. Doy gracias al Padre por los hermanos con quienes camino.

Les culmino esta carta —ya es 27— comentándoles la fuerza de la protesta pacífica: por un lado el apagón acompañado de un ‘cacerolazo’ fue sentido con intensidad, emoción y esperanza, por toda la ciudad sin excepción. Parecía una Nochebuena. Por otro lado, culminó el ayuno y salieron de la sede del SERPAJ los tres amigos que se encuentran excelentemente de ánimo y salud. Mientras tanto, no se ha retirado la guardia policial y nadie —ni siquiera las religiosas dueñas del local— pueden ingresar en él. Eso nos llena de incertidumbre.

Con la alegría y esperanza por la respuesta de un pueblo ante la opresión y con la alegría de saber a todos ustedes muy cerca de este pueblo sufriente, me despido con cariño»

 

 

 

 

 

 

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