lunes, 19 de julio de 2021

IHU. Adital.- ¿Hacer más por parte de la Iglesia significa, sobre todo, no desperdiciar el patrimonio de las fuentes audiovisuales o tal vez poder imaginar algo que se suma

"Después de la pandemia,se necesitan nuevos ojos para mirar la realidad".

Eso es lo que dice Francisco en la entrevista realizada por Mons. Darío Viganò y publicado en su último libro: "Lo sguardo: porta del cuore. Il neorealism tra memoria e attualità" [La mirada: puerta del corazón. El neorrealismo entre la memoria y la actualidad, en traducción libre] (Effatà Editrice, 104 páginas)

El pontífice nos invita a redescubrir, a través del cine, una educación para la mirada pura. Y la importancia de preservar la memoria mediante imágenes.

 Publicamos aquí la versión completa de la entrevista con el Papa Francisco realizada por el autor en la apertura del volumen.

El diálogo fue publicado por Vatican News, 18-07-2021. La traducción es de Moisés Sbardelotto.

 Aquí está la entrevista.

 En tu magisterio, a menudo te refieres al cine: a veces lo escuchas citar tal o aquella película. ¿De dónde viene tu relación particular con el cine?

Debo mi cultura cinematográfica sobre todo a mis padres. Cuando era niño, a menudo asistía al cine del barrio, donde se proyectaban hasta tres películas seguidas. Es parte de los hermosos recuerdos de mi infancia: mis padres me enseñaron a disfrutar del arte en sus diversas formas. Los sábados, por ejemplo, con mi madre, junto con mis hermanos, habríamos supervisado las óperas líricas que se emitían en Radio del Estado (hoy Radio Nacional). Nos hizo sentarnos junto al dispositivo y, antes de que comenzara la emisión, nos contó la trama de la ópera. Cuando un aria importante estaba a punto de comenzar, nos advirtió: "Estad atentos, es una canción muy hermosa". Fue maravilloso. Además, estaban las películas en el cine, para las que mis padres aplicaban el mismo método: igual que hacían con las obras, nos explicaban las películas para guiarnos.

 Y fue en este contexto que también nació su relación con el neorrealismo italiano.

Sí, entre las películas que mis padres querían que surigíéramos en todos los sentidos estaban las del neorrealismo. Entre los 10 y los 12 años, creo que vi todas las películas con Anna Magnani y Aldo Fabrizi,incluyendo"Roma, ciudad abierta"de Roberto Rossellini,que me encantó mucho. Para nosotros, los niños de argentina,estas películas fueron muy importantes, porque nos hicieron entender en profundidad la gran tragedia de la Segunda Guerra Mundial. En Buenos Aires conocemosla guerra principalmente a través de los muchos migrantes que llegaron: italianos, polacos, alemanes... Sus relatos nos abrieron los ojos a un drama que no conocíamos directamente, pero también fue gracias al cine que adquirimos una profunda conciencia de sus efectos.

 A menudo ha definido el cine neorrealista como también una "catequesis de la humanidad" o una "escuela de humanismo". Son expresiones muy bonitas con las que se atribuye un valor universal a esta cinematografía. ¿Dónde está la noticia de estas películas?

Las películas del neorrealismo han formado nuestros corazones y todavía pueden formarse. Yo diría más: estas películas nos enseñaron a mirar la realidad con nuevos ojos. Aprecié mucho el hecho de que este libro capte este aspecto fundamental: el valor universal de este cine y su actualidad como un instrumento importante para ayudarnos a renovar nuestra mirada sobre el mundo. ¡Cuánta necesidad tenemos hoy de aprender a mirar! La difícil situación que estamos viviendo, profundamente marcada por la pandemia,genera preocupación, miedo, incomodidad: por lo tanto, necesitamos ojos capaces de romper la oscuridad de la noche, elevando la mirada sobre la pared para asomarnos al horizonte. Hoy es muy importante una catequesis de la mirada, una pedagogía para nuestros ojos muchas veces incapaces de contemplar en medio de las tinieblas la "gran luz" (Is 9:1) que Jesús viene a traer. Una mística de nuestro tiempo, Simone Weil,escribe: "La compasión y la gratitud descienden de Dios, y cuando se dan a través de una mirada, Dios está presente en el punto donde están las miradas". Por eso la reflexión sobre la mirada se abre a la trascendencia. Qué bueno sería redescubrir, a través del cine, la importancia de la educación para la mirada pura. Como lo hizo el neorrealismo.

 Pero, ¿cómo puede este cine enseñarnos a mirar?

La mirada neorrealista provoca conciencia. "La culpa de los padres"[Ibambini ci guardano, en el original, "Los niños nos miran", en traducción literal] es una película de 1943 de Vittorio De Sica que me gusta citar a menudo, porque es muy hermosa y rica en significados. En muchas películas, la mirada neorrealista era la mirada de los niños sobre el mundo: una mirada pura, capaz de capturarlo todo, una mirada clara a través de la cual podemos identificar inmediata y claramente el bien y el mal. Recuerdo las palabras de mi hermano Hieronymos, arzobispo ortodoxo de Atenas y de toda Grecia,sobre una de las realidades más duras de nuestro tiempo: "Quienquiera que vea los ojos de los niños que encontramos en los campos de refugiados es capaz de reconocer inmediatamente, en su totalidad, el fracaso de la humanidad" (discurso en el campo de refugiados de Moria, Lesbos,16 de abril de 2016).

En muchas ocasiones y en muchos países diferentes, mis ojos han encontrado los de los niños, pobres y ricos, sanos y enfermos, alegres y sufridos. Ser mirados a los ojos de los niños es una experiencia que todos conocemos, que nos toca hasta el fondo de nuestros corazones y también nos obliga a tener un examen de conciencia. El cine neorrealista ha universalizado esta mirada de los niños: su mirada, que es mucho más que un simple punto de vista, nos cuestiona aún más hoy que la pandemia parece multiplicar las bancarrotas de la humanidad. ¿Qué hacemos para que los niños puedan mirarnos sonriendo y mantener una mirada clara y rica en confianza y esperanza? ¿Qué hacemos para mantener esa luz de ellos, para que esos ojos no sean perturbados y corrompidos?

 En este sentido, me viene a la mente otro gran maestro del cine italiano, como Federico Fellini, a quien le gusta citar, a menudo, por su capacidad para devolver su mirada a este último.

Sí, "El camino de la vida" de Fellini es la película que más me gustó. Identifico mucho en esta película, en la que encontramos una referencia implícita a San Francisco. Fellini supo dar una luz sin precedentes al mirar por encima de este último. En esta película, el relato de este último es ejemplar y es una invitación a preservar su preciosa mirada a la realidad. Pienso en las palabras que el Loco dirige a Gelsomina:"Tú, guijarro, tienes un significado en esta vida". Es un discurso profundamente impregnado de referencias evangélicas. Pero pienso en todo el viaje de Gelsomina: con su humildad, con su mirada totalmente clara, logra suavizar el duro corazón de un hombre que había olvidado llorar. Esta mirada pura de estos últimos es capaz de empapelar la vida en las tierras más áridas. Es una mirada de esperanza, que sabe intuir la luz en la oscuridad: por lo que debe ser preservada.

 Sin embargo, el cine neorrealista contaba una realidad muy concreta: la de una Italia reconstruida nada más salir del drama epocal de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo pueden estas películas hablar también a nuestro presente?

Mirar no es ver, es lo que se observa eficazmente en este libro. Ver es un acto que solo haces con los ojos. Para mirar necesitas tus ojos y tu corazón. Las películas neorrealistas no son documentales que devuelven un simple registro ocular de la realidad. Vuelven, sí, pero en toda su crudeza, a través de una mirada que implica, que mueve los intestinos, que genera compasión. Es la calidad del look lo que marca la diferencia, tanto en el momento como en el de hoy. La mirada neorrealista no es una mirada desde lejos, sino una mirada aproximante que toca la realidad tal cual es, que la cuida y por lo tanto la pone en relación.

Ya he observado cómo hoy en día "los medios digitales pueden exponerse al riesgo de dependencia, aislamiento y pérdida progresiva de contacto con la realidad concreta, dificultando el desarrollo de relaciones interpersonales auténticas"(Christus vivit,n. 88) y como "gestos físicos, expresiones del rostro, silencios, lenguaje corpóreo e incluso perfume, temblor de manos, enrojecimiento, transpiración, porque todo esto habla y es parte de la comunicación humana" (Fratelli tutti, n. 43). La capacidad de adquirir una mirada que sepa poner en relación es, por tanto, la clave de la comunicación auténtica, sobre todo en estos tiempos difíciles de la pandemia, en los que el contacto virtual suele predominar sobre el contacto real.

 Entonces, si tuvieras que indicar la cualidad más importante de la mirada neorrealista, ¿cuál sería?

Yo diría que es saber mirar no solo dentro de la historia, sino también dentro de los corazones de hombres y mujeres. En esto radica su catequesis de la humanidad: válida en la época y válida hoy en día. Una mirada que toca la realidad, pero también el corazón, es una mirada que transforma la realidad. No es una mirada que te deja donde estás, sino que es una mirada que te levanta, que te levanta, que te invita a ponerte de pie. El cine neorrealista tenía ese poder, propio del gran arte, para saber captar en invierno lo que ya era primavera. Es una mirada que, en la oscuridad, conserva el sabor y el sentido de la luz.

Es una mirada de revelación: donde vemos un solo límite, la mirada del poeta y del artista construye pasajes, abre huecos en barreras, ve los signos de una realidad más bella y mayor. Realmente necesitamos esa mirada. La mirada del neorrealismo abarcaba toda la realidad e incluso dramática de su tiempo, pero al hacerlo, puso las conciencias en el tamiz, preparó un campo limpio para poder plantar de nuevo. Esta es la lección que podemos aprender de la escuela del humanismo del neorrealismo: una mirada que provoca la conciencia, que pone en relación, que la hace germinar. Una pedagogía para los ojos que cambia nuestra mirada miope, acercándola a la propia mirada de Dios.

 Además de ofrecer una pedagogía de la mirada, el cine, en general, también tiene un gran valor social...

El cine fue y es un gran instrumento de agregación. Especialmente en el italiano de la posguerra, contribuyó excepcionalmente a reconstruir el tejido social con muchos momentos de agregación. Cuántas plazas, cuántas salas, cuántos oratorios, animados por personas que, al ver la película, trasladaron esperanzas y expectativas. Y a partir de ahí comenzaron, con un suspiro de alivio, en la angustia y las dificultades diarias. Un momento educativo y formativo también, para reconectar las relaciones consumidas por las tragedias vividas. Aún hoy, más allá de las dificultades del momento, el cine puede mantener esta capacidad de agregar o, mejor dicho, de construir comunidades. Sin comunión, el alma carece de agregación.

Eso sí, mucho depende de la calidad de la mirada que propone el cine, pero también de la calidad de la mirada de los propios espectadores. La visión de una obra cinematográfica puede abrir varias brechas en el alma humana. Todo depende de la carga emocional que se atribuye a la visión. Puede haber evasión, emoción, risas, ira, miedo, interés... Todo está ligado a la intencionalidad puesta en la visión, que no es un simple ejercicio ocular, sino otra cosa. Es la mirada a la realidad. De hecho, la mirada revela la orientación más diversa de la interioridad, porque es capaz de ver las cosas y ver dentro de las cosas. La mirada también provoca las conciencias y un examen cuidadoso.

 El neorrealismo también puede ser visto como un gran proceso de construcción de una memoria colectiva, que de otra manera habría sido enterrada entre los escombros de la guerra. ¿Qué valor tiene para ti el cine en la dinámica entre la historia y la memoria? ¿Y cuál es la importancia de preservar esta "memoria por imágenes"?

Este es un discurso decisivo para el futuro. En mi experiencia como pastor, he recurrido varias veces a la "memoria por imágenes": en Amoris laetitia,me refiero a la película "La fiesta de Babette" deGabriel Axel (1987), para explicar la importancia de la "alegría de las delicias de los demás" [n. 129]. En Fratelli tutti, hay nada menos que tres referencias a la película "Papa Francisco: un hombre de palabra" deWim Wenders (2018). El cine enseña a crear y conservar la memoria, a través de una mirada que sabe traducir y descifrar el mensaje. También pienso en la densidad de memoria que las imágenes de Statio Orbis del 27 de marzo de 2020 se han instalado en los corazones de muchas personas. En este sentido, también para la Iglesia, la dinámica historia-memoria encuentra en el cine una referencia importante. Fijémonos en el neorrealismo: el arte cinematográfico ha logrado iluminar la trama de los hechos para revelar su profundo significado.

Por eso también es importante volver a estas películas no con nostalgia, sino con compromiso con el futuro. Debemos ser valientes guardianes de la "memoria por las imágenes" para transmitirla a nuestros hijos, a nuestros nietos. Aquí creo que el discurso puede ampliarse más allá de lo que propiamente llamamos cine, para incluir las fuentes audiovisuales en su conjunto como preciosos testigos del pasado: vivimos en el tiempo de la imagen, y este tipo de documentos ya se han convertido para nuestra historia –y se convertirán cada vez más– en un complemento permanente de la documentación escrita. Además, se trata de documentos de carácter intrínsecamente universal, porque trascienden las fronteras lingüísticas y culturales, y pueden ser comprendidos inmediatamente por todos. El neorrealismo en Argentina se entendía por lo que transmitía. No debemos subestimar la importancia de estos documentos, que, a pesar de que son un activo reciente, son paradójicamente muy frágiles y requieren un cuidado constante: ya se ha perdido mucho debido a la incuria y la falta de recursos y habilidades. En este frente, debemos hacer más, también como Iglesia.

 ¿Hacer más por parte de la Iglesia significa, sobre todo, no desperdiciar el patrimonio de las fuentes audiovisuales o tal vez poder imaginar algo que se suma a las grandes instituciones vaticanas del Archivo y la Biblioteca Apostólica?

Me refiero a una institución que funciona como un Archivo Central para la conservación permanente y ordenada de acuerdo con los criterios científicos de los fondos audiovisuales históricos de los órganos de la Santa Sede y de la Iglesia universal. Podríamos llamarla la "Midiateca",junto al Archivo y la Biblioteca,por la colección y conservación del patrimonio de fuentes audiovisuales históricas de alto nivel religioso, artístico y humano.

 

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