miércoles, 23 de febrero de 2022

Zennit. Vocero VATICANO.- POLONIA. Obispos polacos dirigen carta a sus colegas, alemanes....entregamos un trocito de larga reflexión.....

 Fragmento muy esclarecedor de la postura de la ConferenciaEpiscopal POLACA....

.........Fieles a la doctrina de la Iglesia, no debemos ceder a las presiones del mundo ni a los patrones de la cultura dominante, ya que esto puede conducir a la corrupción moral y espiritual. Evitemos la repetición de eslóganes desgastados y de reivindicaciones estándar como la abolición del celibato, el sacerdocio de las mujeres, la comunión de los divorciados y la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo. La «actualización» de la definición de matrimonio en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE no es razón para alterar el Evangelio.

La tentación del pensamiento corporativo

Soy consciente de que la Iglesia en Alemania está perdiendo constantemente sus fieles y el número de sacerdotes disminuye año tras año. Por ello, está buscando formas de mantener a los fieles con ella y de animar a los jóvenes a elegir el sacerdocio. Sin embargo, al hacerlo, parece enfrentarse al riesgo del pensamiento corporativo: «no hay suficientes empleados, así que bajemos los criterios de contratación». De ahí que la exigencia de abolir la obligación del celibato sacerdotal se incluyera en el texto «Compromiso con el celibato en el ministerio sacerdotal», que tuvo su primera lectura en la asamblea del «camino sinodal» de Fráncfort del Meno el 4 de febrero. La respuesta a la cuestión de la relación entre la exigencia del celibato sacerdotal y el número de vocaciones ya fue dada por San Pablo VI: «No es fácil creer que la abolición del celibato eclesiástico aumentaría considerablemente el número de vocaciones sacerdotales: la experiencia contemporánea de aquellas Iglesias y comunidades eclesiales que permiten a sus ministros casarse parece demostrar lo contrario» (Sacerdotalis celibatus, 49).

Las causas de la crisis están en otra parte. Los clérigos nos hemos convertido a menudo en poco más que expertos en políticas sociales, migratorias y medioambientales, lo que ciertamente no requiere una vida de celibato. Sin embargo, Cristo -como señala el Papa Francisco- no necesita clérigos obsesivamente preocupados por su tiempo libre y que sientan «una necesidad imperiosa de custodiar su libertad personal, como si la tarea de evangelización fuera un veneno peligroso y no una respuesta gozosa al amor de Dios que nos convoca a la misión» (Evangelii gaudium, 81). Los fieles merecen sacerdotes que se pongan plenamente a disposición de Cristo. Cristo llama a los discípulos «a estar con él» (Mc 3,14). Lo que atrae a la gente a la Iglesia y al sacerdocio no es otra oferta de vida fácil, sino el ejemplo de una vida totalmente consagrada a Dios.

En este contexto, el «camino sinodal» alemán retomó también la cuestión de la ordenación de las mujeres al votar el texto «Las mujeres en los ministerios y oficios de la Iglesia» en Frankfurt am Main el 4 de febrero. San Juan Pablo II zanjó definitivamente esta cuestión. «Para que se disipe toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que pertenece a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar a los hermanos (cf. Lc 22,32) declaro que la Iglesia no tiene autoridad alguna para conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres y que este juicio debe ser mantenido definitivamente por todos los fieles de la Iglesia» (Juan Pablo II, Ordinatio Sacerdotalis, 4).Esto ha sido recordado repetidamente por el Papa Francisco «en lo que respecta a la ordenación de mujeres, la Iglesia ha hablado y ha dicho: ‘No’. Lo dijo Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada, pero en este tema, quiero decirles algo. Lo he dicho, pero lo repito. La Virgen, María, era más importante que los Apóstoles, que los obispos, los diáconos y los sacerdotes. Las mujeres, en la Iglesia, son más importantes que los obispos y los sacerdotes» (Francisco, Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de Río de Janeiro a Roma, 28.07.2013).





En el mundo moderno, la igualdad se malinterpreta a menudo y se equipara con la uniformidad. Toda diferencia es tratada como un signo de discriminación. Además, el sacerdocio es a menudo malinterpretado como una fuente de dominación y una carrera eclesiástica en lugar de un servicio humilde. Juan Pablo II, en su enseñanza sobre el sacramento del Orden reservado a los hombres, se refirió a la propia voluntad de Cristo y de la Tradición, al tiempo que señalaba la «complementariedad de los sexos».

Las mujeres tuvieron un papel muy importante en la vida de Jesús; junto a Santiago y Juan, tenemos a María y Marta. Ellas fueron las primeras testigos de la Resurrección. Por último, tenemos a la Santísima Virgen María, sin cuyo consentimiento no se habría producido el misterio de la Encarnación y de quien Jesús aprendió a ser humano. Aunque Cristo violó los cánones aceptados en la sociedad judía sobre la relación entre hombres y mujeres, como en su conversación con la samaritana, no dejó la menor duda de que el sacerdocio era una vocación exclusivamente masculina (cf. Mulieris dignitatem, 26; Ordinatio Sacerdotalis, 2). Sin embargo, esto no ha impedido que las mujeres desempeñen en la Iglesia funciones tan importantes, y a veces quizá más, que las de los hombres. La lista de mujeres santas que han influido significativamente en el destino de la Iglesia es larga. Incluye a Santa Hildegarda de Bingen, Santa Catalina de Siena, Santa Eduviges, Reina de Polonia, Santa Teresa de Ávila y Santa Faustina.......   

(dejamos por acá si alguien desea el texto completo solicítelo se lo pasamos)

       firma...        + Stanisław Gądecki

              Arzobispo Metropolitano de Poznan

       Presidente de la Conferencia Episcopal Polaca

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