sábado, 24 de diciembre de 2022

Recibimos de José María CASTILLO.-

   En tantas y tantas ocasiones, cuando llega la Navidad, el disparate se agranda y el desajuste de nuestro nivel de vida y nuestra forma de vivir - si es que todo esto se piensa despacio – se hace insoportable

Nuestros “belenes” se montan y embellecen con tan buena voluntad y delicadeza como enorme es la ignorancia que envuelve semejante disparate

La Navidad da que pensar. Porque es la expresión más elocuente de que quien manda en nuestras vidas no es el “poder opresor”, que pone orden en el mundo y en la vida, sino el “poder seductor”, que satisface las apetencias y hasta los caprichos de los que mejor lo pasan

 José María Castillo

Las fiestas religiosas, como Navidad, Semana Santa, fiestas patronales y otras semejantes, tal como se celebran normalmente, dan motivo para pensar, si es que se piensa en este asunto sin miedo de llegar a conclusiones incómodas, preocupantes y posiblemente desagradables.   

Es un hecho que, de las fiestas religiosas, hemos hecho unos festejos, que suelen ir del descanso a la diversión y la juerga: viajes, turismo, regalos, comilonas, con lo que todo eso lleva consigo de gastos y buena vida. O sea, el consumo y la vida, que son privilegio de los poderosos a costa de la distancia que va dejando, en la cuneta de la vida, a millones de desgraciados, los que carecen de casi todo.


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