jueves, 20 de abril de 2023

COMENTA MADILENE. Dgo 3° de Pascua. De la comunidad de Lucas 24,13-34

CAMINAR JUNTOS Y JUNTO A JESÚS

Una vez más es el primer día de la semana, e iban juntos los discípulos. Pero iban entristecidos porque habían asesinado al Maestro, igualmente se daban ánimo mutuamente y caminaban, hasta que se sumó un tercero, al que le contaron porque iban tristes, y también le relataron lo que las mujeres habían dicho sobre el sepulcro vacío. A pesar de los prejuicios hacia las mujeres, igualmente ellos habían quedado intrigados con su relato y se lo dijeron.

Ese tercero sabemos que es Jesús, pero el relato dice que no lo vieron, y es que desde la tristeza y la nostalgia no es posible abrirse a la resurrección.

Nosotros también, cuántas veces estamos tristes o desesperanzados por los problemas o por el entorno que nos rodea, y entonces no emos a Jesús, no lo experimentamos, creemos que no hay solución y que no podemos más. Pero Jesús está, aunque no lo veamos y nos deja hacer los procesos sin interferir, como con los caminantes de Emaús.

Jesús toma la iniciativa, se hace un peregrino y camina con ellos, se hace un itinerante. Jesús se acerca al dolor humano y a la desesperanza. Él se hace compañero de camino, con sensibilidad, respeto y misericordia. Jesús se acerca, acompaña, escucha, y los deja libres en su sentir. Es una escucha compasiva, capaz de ablandar el corazón y ayudar a transitar el camino de su Palabra…«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Solo la cercanía de Jesús puede encender nuestro corazón.

Emaús es el camino real donde Jesús nos invita a transitar; ese camino real donde la Cruz nos ayuda a dimensionar las verdaderas motivaciones de nuestro seguimiento como discípulos. Sabemos que Él va con nosotros.

«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Sí, quédate con nosotros Jesús.  Ese pedido es también dicho por nosotros, es un pedido de ayuda, de acompañamiento para enfrentar a la oscuridad de la noche. Cuantas veces se nos avecinan noches oscuras y solo la compañía de Jesús nos ilumina el camino, pues Él es el camino y la luz.

Jesús se queda y aun más toma el pan, lo bendice y lo parte, y ese era el signo que necesitaban para reconocerlo.

 Viven una experiencia profunda, espiritual, real sin duda, pero no para ver con los ojos corporales, sino con los ojos de la fe.

También nosotros, hacemos esa experiencia de la presencia real de Jesús en la Eucaristía, especialmente, pero también en los acontecimientos de nuestra vida cotidiana, de nuestras luchas por las injusticias.

Recuerdo una experiencia, en la que decir una frase sin pensar me salvó de una situación. Teníamos un pequeño taller de costura hace años, los niños pequeños y fuimos estafados. Cerramos el taller. Perdimos todo, las máquinas, el auto y casi la casa. Entonces armé un curriculum y Sali a pedir horas docente de portugués. Conseguí un entrevista en el London Institute. Voy y me encuentro con varias mujeres que hablaban sin parar de sus deudas y de las tarjetas de crédtito, mientras aguardaba mi entrevista. Se me acerca la que me iba a entrevistar y me dice: -- tú no dices nada de eso que hablan? Y le contesté: -- No. Porque para mí lo mejor está por venir. Me dice que cualquier cosa me llama y me fui. Al día siguiente me pide que vaya, a su casa particular. Llego y me abre la puerta con una enorme sonrisa. La miro y no entiendo nada. Me dice.—no me vas a preguntar por qué mi sonrisa? (pienso que sacó la lotería y pago las deudas), contesto.—No. Ni idea. Y me dice, es que lo mejor está por venir!

En ese momento me di cuenta de lo que había dicho. Me asignó varios grupos y pudimos salir adelante.

Jesús estaba conmigo en ese Emaús, aunque yo no lo reconocí en seguida.

Él conoce y se conmueve con nuestros dolores. Camina con nosotros y parte su Pan. Y es en lo sencillo, pequeño, escondido. No en cosas grandiosas, fantásticas.

Y nuevamente debemos reforzar la certeza de que la experiencia de Jesús la vivimos en comunidad. Él no nos quiere solos por los caminos, sino juntos y en el camino que nos lleva a Jesús.

Podemos meditar estas preguntas.

¿Cómo fue mi “camino de Emaús” personal?

¿En qué momentos de mi vida sentí a Jesús como compañero de camino?

¿Qué significa para mi “caminar con otros”?

 

 

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