Luchamos tanto para tener un techo. Sufrimos viendo a millares de nuestros hermanos sin un techo, durmiendo en las calles con frio, sol o lluvia. Jesús dice: “En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar”.
Es una promesa de Jesús para nosotros. El Padre habla en Él.
Somos sus hijos amados y por más que suframos las injusticias, victimas del
pecado social, sabemos en nuestros corazón que esa promesa se cumplirá.
El camino es para andar y llegar a una meta; la vida es
para vivirla, gustarla y disfrutarla; la verdad es para experimentarla como
bondad frente a la mentira, que engendra desazón e infelicidad. Pero cierto es
que no se cumple eso para todos. Vivimos en una terrible desigualdad social y
solo el Padre puede liberarnos de esta existencia agobiada. Un Padre que
también es madre y que se abaja, para que no estemos desamparados y sin
confianza.
Nosotros conocemos el camino, nos toca, por lo tanto:
preocuparnos de los que sufren, defender la causa de los que no cuentan, estar
al lado de los desvalidos, luchar por la dignidad de las personas, dar voz a
los que no la tienen, sabiendo que la única verdad es el Amor.
El ambiente adverso no debe hacernos perder la paz interna,
personal y comunitaria. Sólo desde esa
paz que da Cristo presente entre nosotros es posible construir la comunidad
creyente, y desde esa misma paz dedicarnos a hacer el bien, a consolar, sanar,
dar vida allí donde parece reinar la muerte, dar la vida nueva de la
resurrección. Infundir esperanza a los desesperanzados con gestos simples y
concretos. No esperemos de la iglesia/institución lo que hoy no puede dar pues
nadie puede dar lo que no tiene (hablo de la iglesia local). Es una muralla que
resguarda un templo de silencio y poder muy conveniente, pues ellos tienen el
bienestar y más asegurado.
Nosotros las comunidades, somos la iglesia de Jesús, de ese
Jesús que es camino, verdad y vida.
¿Qué
cosas estoy haciendo para ser camino, verdad y vida para los demás como otros
lo han sido para mí?
. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago
yo y las hará aun mayores, porque yo me voy al Padre”. Nuestra meta y
sentido es dar testimonio de ese amor misericordioso que sale de las entrañas
del Padre por sus hijos e hijas, para contrarrestar la maldad del mundo sin
Dios, envuelto en un consumismo feroz que los lleva al individualismo, en donde
el hermano pobre, necesitado es invisible.
Cuando me tocó en la vida pasar hambre por varios días y sin conocer a quien pedir, recuerdo algunas cosas que me marcaron.
A los días de no comer nada solido, solo agua, el paisaje toma un color amarillo sepia. La perdida de dignidad es interior.
Recuerdo que no
robaba comida, ni pedía, aunque me tocaba pasar por un lugar en dónde a través
del vidrio veía la gente comiendo en mesas, era un restaurante, por suerte no
sentía el aroma de aquellas comidas, pero me paraba un instante y cuando veía
aquellos platos sabía que aroma tenían. Me iba rápidamente porque era muy
masoquista mirar aquello con dolor de estomago, tomando agua en un baño publico
con 38 grados de calor, agua caliente, la cual despegaba las paredes de mi vacío
estomago.
Pero voy a que era invisible. Sí. Nadie me veía. Nadie me miraba, nadie se acercaba. Nadie me preguntaba qué me pasaba, será que mi aspecto lo denunciaba.?? Me lo pregunto hoy ??
Hoy me
siento en la obligación de hacer exactamente lo contrario. Y alentar a otros a
hacerlo. Creo en la acción individual, pero también en la acción comunitaria,
creo que la segunda tiene más valor, porque muestra la iglesia de Jesús.
Y
bueno, para algo sobreviví a esa situación extrema. Jesús estaba conmigo, pero
en ese dialogo de Dios con la realidad, algunos quedamos atrapados en el pecado
social. Y eso sucedió hace muchos años, con lo cual hoy es inmensamente mayor,
aunque igual la actitud del que tiene hacia el necesitado.
Yo sigo
en camino, aun no he logrado hacer todo lo que Jesús me pide, por eso empecé a
escribirlo y así hacerlo publico, no es mi intención conmover a los lectores,
sino alentar, inspirar, congregar a otros para tomar acciones, para hacer un mundo mejor. Somos la
iglesia de los bautizados y ese perfume tiene que impregnar el lugar en dónde
cada uno está, que el miedo al otro no nos paralice.
Madilene
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