martes, 19 de marzo de 2024

Reflexión de Alicia. B.Aires. Nos sigue haciendo pensar, ahora con el diario del lunes,

    La propuesta de reflexionar sobre la Cuaresma en clave de crecimiento desde abajo, desde adentro y desde cerca es todo un desafío. Al principio no sabía por dónde empezar, pero el maravilloso audio que enviaste (de cuya autora quisiera conocer el nombre), me facilitó el punto de partida.


Lo primero que advertí es que los 3 caminos de crecimiento coinciden con los 3 propósitos que tradicionalmente nos planteamos en tiempo de Cuaresma:
El ayuno nos conecta con el abajo, porque exige renunciamiento, austeridad, despojamiento.
La solidaridad nos conecta con la cercanía, puesto que se trata de contactar con las necesidades de otros, nuestros hermanos y hermanas, el afuera. 
La oración nos conecta con el adentro, lo más íntimo, allí donde estamos solos en contacto con Dios.
Y el crecimiento es el puente que une los 3 puntos: crecer desde abajo, desde lo cercano y desde adentro; con la particularidad, como se dice en el audio, de que el crecimiento se da desde la fragilidad.

Cuando tocamos fondo (abajo) tocamos nuestras fragilidades personales, familiares y comunitarias. El propósito de crecer nos impulsa hacia arriba, atravesando dificultades, aprendiendo desde el renunciamiento y desde la lucha, según las circunstancias.

Cuando nos conectamos con nuestro interior (el adentro) palpamos lo más profundo, nuestras heridas, y también nos sentimos frágiles. Pero si el crecimiento no nace desde allí el resultado es una falsificación. Partir desde el fondo nos devuelve humildes, concientes de nuestros límites, dispuestos a conectarnos con el afuera, fortaleciéndonos.

Finalmente cuando el punto de partida es la familia, los amigos, la comunidad (lo cercano) y el crecimiento nos lleva a ensanchar el corazón, dejamos entrar al mundo con toda su complejidad y podemos pasar de la fragilidad a la fortaleza.

Pero la verdadera  fortaleza no está hecha de soberbia, de superioridad. No implica poder ni hegemonía. No excluye la fragilidad. Por momentos nos permite tender los brazos hacia otros para que se refugien en ellos, y en otros momentos nos hace tenderlos para pedir ayuda, diciendo con humildad: ¡Te necesito!

Entonces, el camino de introspección que nos propone la Cuaresma está hecho de escalones y puentes para conocernos más y para abrirnos más a los hermanos.

Jesús es la medida, porque él atravesó los 3 niveles: el abajo, el adentro y el afuera. Los vivió hasta sus últimas consecuencias para enseñarnos a crecer con la convicción de que el  único camino es la conversión permanente. 

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