¿Cómo podemos pretender seguir a Jesús sin cuidar más entre nosotros la alegría y el amor?, ¿Qué puede haber más importante que esto en la Iglesia y en el mundo?, ¿Hasta cuándo podremos conservar en «tinajas de piedra» una fe triste y aburrida?, ¿Para qué sirven todos nuestros esfuerzos, si no somos capaces de introducir amor en nuestra religión? Nada puede ser más triste que decir de una comunidad cristiana: «No les queda vino».
José Antonio Pagola
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