Hno. Mauricio Silva, un testimonio vivo que nos interpela a “despejar nuestro
interior”..
Su pasión fue la de Jesús Nazareno, el Amor y la cercanía con todo ser humano, que es nuestro hermano, y en un momento de su vida identifica la forma de vivir esa pasión, en la espiritualidad propuesta por Carlos de Foucauld, convirtiéndose así en Hermano del Evangelio. Carlos de Foucauld irá al desierto, no a quedar cómodamente instalado en él, “sin molestias de vecinos” por el contrario, va a llenarse de Dios en la oración y encontrar a los hermanos que el desierto ocultaba, los más alejados, desconocidos, sintiéndose llamado a ser allí “hermano de todos”..
Así también Mauricio hizo su recorrido y tomó el tan deseado escobillón de barrendero municipal en Buenos Aires que lo acercaba a esa masa de laburantes sencillos, viviendo y creando con ellos fuertes lazos de amistad, compañerismo y lucha..
Hoy el mundo, la sociedad actual, nos ponen ante escenas realmente dantescas, muy dolorosas, con el aumento del individualismo, los nuevos autoritarismos, la exacerbación de los fundamentalismos e integrismos de toda especie, vemos y escuchamos que son siempre los pobres, los últimos, las minorías sociales, étnicas, de identidad, culturales, etc, las más perjudicadas por ellos.
Contemplando el hermoso y doloroso testimonio de Mauricio Silva, podemos hoy tomar el trabajo, la acción del barrendero y transportarlo como imagen simbólica al interior de nuestra alma, psique, y comenzar a hacer allí adentro, en lo profundo, dejándonos guiar por Dios y con algo de valentía, esa limpieza a fondo (como dice Don Pedro Casaldaliga “Al viento del Espíritu, que siempre barre los miedos..) y remover, despejar, quitar todo aquello que nos impide ser fraternos, cercanos, especialmente de los que están en periferias sociales o existenciales, y libres de temores, preconceptos y prejuicios infundados por el desconocimiento e ignorancia, ir hacia ellos, con quienes compartimos el mismo origen filial, que son de nuestra misma carne, que con su diversidad y la nuestra, aún así, muchas veces será como mirarnos en un espejo.. enriqueciéndonos mutuamente en la vivencia de la gran fraternidad que alabe así gozosamente a nuestro Abba!
El desafío es grande “ser Hermanos de Todos “, pero
no es imposible. Hablando sobre el
construir en este mundo el Reino de Amor y Justicia, Papa Francisco nos
dice en su Encíclica “Dilexit nos” Nuestro
corazón,unido al de Cristo, es capaz de este milagro social..
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