lunes, 1 de septiembre de 2025
IHU. Adital.- Sube a bordo de la Flotilla Sumud, Santidad, y deja que tu grito de esperanza resuene en el corazón del mundo anestesiado. Artículo de José Manuel Vidal
- Es una empresa titánica, tejida con el coraje de activistas, médicos, periodistas y figuras públicas de 44 países.
- En este océano de concesiones, hay una ausencia que resuena como un eco doloroso: la de la Iglesia Católica. Ni un obispo, ni un sacerdote, ni una monja, ni un cardenal abordarán estos barcos. ¿Ni siquiera el Papa León XIV?
- ¿Se atrevería Israel a interceptar esta flotilla, como lo hizo con el Madleen en junio o el Handala en julio, si el Vicario de Cristo estuviera a bordo?
El artículo es de José Manuel Vidal, publicado por Religión Digital, 31-08-2025.
José Manuel Vidal es doctor en Ciencias de la Información y licenciado en Sociología y Teología y director de Religión Digital.
Aquí está el artículo.
En un mundo que a veces parece insensible al dolor de los demás, donde la indiferencia se levanta como un muro más alto que el que rodea a Palestina, hay un clamor creciente que no puede ser silenciado. Este domingo, decenas de barcos zarparán de puertos de todo el mundo, desde Barcelona a Túnez, desde Italia a otros rincones del Mediterráneo, en una misión que ya ha pasado a la historia: la "Flotilla Global del Sumud".
Su objetivo no es poca cosa: romper el asedio ilegal de Gaza, abrir un corredor humanitario y hablar en contra del genocidio que, día tras día, se cobra vidas palestinas bajo el peso de las bombas, el hambre, la negligencia y la arrogancia inhumana de Israel y su aliado estadounidense.
Es una empresa titánica, construida con el coraje de activistas, médicos, periodistas y figuras públicas de 44 países. Desde la joven Greta Thunberg, que no duda en poner su cuerpo donde están sus ideales, hasta Susan Sarandon, que llama a la solidaridad donde los gobiernos callan, hasta la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y al diputado Juan Bordera. Todos ellos encarnan la resiliencia de la sociedad civil frente a la inacción.
Pero en este océano de compromiso, hay una ausencia que resuena como un eco doloroso: la de la Iglesia Católica. Ni un obispo, ni un sacerdote, ni una monja, ni un cardenal abordarán estos barcos. ¿Ni siquiera el Papa León XIV?
Hasta ahora, solo el cardenal español Cristóbal López, arzobispo de Rabat, ha alzado su voz para bendecir esta iniciativa y denunciar la indiferencia ante la injusticia. Monseñor López, ¡qué gesto! Desde Rabat, su apoyo a la flotilla es un faro en la noche, un recordatorio de que la Iglesia no puede quedarse al margen cuando la humanidad se desangra.
Pero déjeme soñar, cardenal: ¿y si lo llevara un paso más allá? ¿Y si subo a uno de esos barcos que salen del Moll de la Fusta de Barcelona? Mejor aún, imagina esto: un barco atracando en Roma, con el Papa León XIV a bordo, junto contigo y algunos de tus representantes de la Curia.
Sería un gesto que sacudiría los cimientos del mundo. Un Papa navegando hacia Gaza, desafiando el bloqueo, llevando no solo ayuda humanitaria sino también el peso moral de una institución que, a lo largo de los siglos, ha sido un faro de esperanza en los tiempos más oscuros.
¿Se atrevería Israel a interceptar esta flotilla, como lo hizo con el Madleen en junio o el Handala en julio, si el Vicario de Cristo estuviera a bordo? ¿Se atrevería a repetir las acciones que Amnistía Internacional calificó de violaciones del derecho internacional, con el Papa como testigo? ¿Y qué diría entonces Donald Trump, quien en 2025, desde la Casa Blanca, calificó de "grave error" el bombardeo de la Iglesia Católica de la Sagrada Familia en Gaza pero no movió un dedo para detener la maquinaria de guerra?
Un papa en la flotilla sería mucho más que un símbolo: sería un desafío directo al silencio cómplice del mundo, un golpe a la historia. Porque, no se equivoquen: lo que está sucediendo en Gaza no es una guerra; es, como denuncia Caritas Internationalis, una "aniquilación". La hambruna, declarada oficialmente por la ONU, se ha cobrado 317 vidas desde octubre de 2023, incluidos 121 niños. Hospitales, escuelas, refugios e incluso la única iglesia católica en Gaza fueron arrasados.
El padre Gabriel Romanelli, herido en el bombardeo de la parroquia de la Sagrada Familia, hablaba diariamente con el difunto Papa Francisco, quien incesantemente pedía la paz. Hoy, León XIV tiene la oportunidad de tomar este manto, de acoger el grito de su predecesor y de los patriarcas de Tierra Santa, que suplicaron un alto el fuego y la apertura de corredores humanitarios.
La Flotilla Global de Sumud no es solo un convoy de barcos cargados de alimentos, agua y medicinas. Es un acto de resistencia moral, un recordatorio de que, como dice el portavoz de la misión, Saif Abukeshek, "si los políticos no actúan, actuaremos nosotros".
Y la Iglesia, la Iglesia de Cristo, la Iglesia de los pobres, la Iglesia que siempre ha sido llamada a estar con los últimos, no puede permanecer al margen. Monseñor López, su apoyo es un primer paso, pero el mundo necesita más. Necesita ver al Papa en primera línea, como Francisco lo ha estado tantas veces, no solo con palabras sino con gestos que cambian la historia.
Imagínese, ( Santo Padre,*) el impacto: usted, León XIV, navegando hacia Gaza, rodeado de activistas, médicos, periodistas, mujeres, veteranos, todos unidos por un deseo común de justicia.
Sería el gesto definitivo para detener el genocidio, para decirle al mundo que, a pesar de los logros extremistas, las políticas de miedo y el silencio de los poderosos, todavía hay esperanza. La humanidad sabría entonces que siempre puede confiar en el Papa de Roma, que la Iglesia sigue siendo madre y maestra, faro y refugio.
No dejes que esta flotilla navegue sola. Que la Iglesia, con León XIV como timonel, suba a bordo. Porque, como dice el Evangelio, «nadie enciende una lámpara y la pone debajo del almud, sino sobre un candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa» (Mt 5, 15). Que la luz de la Iglesia ilumine el camino hacia Gaza, hacia la paz, hacia la justicia. ¡Es hora de hacer historia y detener el genocidio!
La que se prendió fuego fue Susena desde el patio de unos vecinos del edificio en Duvimioso Tierra y Guana veíamos el cielo rojo lo recuerdo bien. Pues fue el año de la epidemia de polio y no íbamos al colegio y jugábamos en ese patio