2º Adviento - Recorrer Caminos Nuevos .
Por los años 27 o 28 apareció en el desierto del
Jordán un profeta original e independiente que provocó un fuerte impacto
en el pueblo judío: las primeras generaciones cristianas lo vieron siempre como
el hombre que preparó el camino a Jesús. Todo su mensaje se puede concentrar en
un grito: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Después de
veinte siglos, el Papa Francisco nos está gritando
el mismo mensaje a los
cristianos: Abrid caminos a Dios, volved a Jesús, acoged el Evangelio.
Su propósito es claro: “Busquemos ser una Iglesia que
encuentra caminos nuevos”. No será fácil. Hemos vivido estos últimos años
paralizados por el miedo. El Papa no se sorprende: “La novedad nos da
siempre un poco de miedo porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo
control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos
nuestra vida”. Y nos hace una pregunta a la que hemos de responder: “¿Estamos
decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o
nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido capacidad de
respuesta?“.
Algunos sectores de la Iglesia piden al Papa que
acometa cuanto antes diferentes reformas que consideran urgentes. Sin embargo,
Francisco ha manifestado su postura de manera clara: “Algunos esperan y me
piden reformas en la Iglesia y debe haberlas. Pero antes es necesario un cambio
de actitudes”.
Me parece admirable la clarividencia evangélica del
Papa Francisco. Lo primero no es firmar decretos reformistas. Antes, es
necesario poner a las comunidades cristianas en estado de conversión y
recuperar en el interior de la Iglesia las actitudes evangélicas más básicas.
Solo en ese clima será posible acometer de manera eficaz y con espíritu
evangélico las reformas que necesita urgentemente la Iglesia.
El mismo Francisco nos esta indicando todos los días
los cambios de actitudes que necesitamos. Señalaré algunos de gran importancia.
Poner a Jesús en el centro de la Iglesia: “una Iglesia que no lleva a Jesús es
una Iglesia muerta”. No vivir en una Iglesia cerrada y autorreferencial: “una
Iglesia que se encierra en el pasado, traiciona su propia identidad”. Actuar
siempre movidos por la misericordia de Dios hacia todos sus hijos: no
cultivar “un cristianismo restauracionista y legalista que lo quiere todo claro
y seguro, y no halla nada”. “Buscar una Iglesia pobre y de los pobres”. Anclar
nuestra vida en la esperanza, no “en nuestras reglas, nuestros comportamientos
eclesiásticos, nuestros clericalismos”.
José Antonio
Pagola
8 de
diciembre de 2013
2 Adviento (A)
Mateo 3, 1-12
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