sábado, 28 de diciembre de 2013

LO MEJOR DE LA SEMANA. (III), Juan Cejudo.

 
Amiga, amigo, en la claridad de tus días o en medio de tu noche, vuelve a escuchar la voz del ángel de la Navidad: “No temas. Te anuncio una gran alegría”.
Y basta la señal más simple: “Os ha nacido un niño”. ¿Cuándo no nacen niños, a pesar de la penuria general? En el portal en que vivo, en Arroa Behea, este año han nacido dos: Marena en el segundo, Josu en el cuarto. ¡Y cómo sonríen! ¡Cómo sonríe también Izaro con solo mes y medio, plácida como una isla, luminosa como una estrella!

Cada nacimiento es una señal, un inmenso milagro, una bella promesa, una honda llamada. Vivir es milagro. Solo ser ya es milagro. Y el mayor milagro es la ternura que cuida, nutre, consuela. Eso es “Dios”, y no importa que le pongas nombre o que no se lo pongas. Es Lo Que Es. Y es muy distinto de aquello que insinuamos cuando decimos: “Hay lo que hay”. No. Lo Que Es, es infinitamente más y mejor que lo que hay. Así lo anuncia el ángel a unos pobres pastores de Belén, al raso en medio de la noche: “No temáis. Os ha nacido un niño. Se llama Jesús: ‘Dios salva’. Es Enmanuel: ‘Dios con nosotros’ ”.
Es un lenguaje cristiano y metafórico, dirás. Sí, y se merece una enorme estima, una profunda consideración, ya solo por haber inspirado tantos bellos poemas y melodías, por haber consolado tantas penas de gente pobre, por haber alentado tanta bondad y tanta lucha justa a pesar de todos los fracasos. Yo no quiero prescindir de ese lenguaje de ángeles y pastores, de glorias y pesebres. Yo no quiero prescindir de Jesús, carne humana de Dios, del Misterio del mundo.
Pero tampoco quiero encerrar a Jesús en un pensamiento confesional y exclusivista, como si fuera la única encarnación de Dios. Ni quiero definir a Dios en un esquema dualista, como si fuera un Ente o un Alguien. Es mucho más, es el Misterio Infinito. Cuando el cristiano confiesa que Dios se hizo carne en Jesús, confiesa en el fondo lo mismo que han expresado todos los creyentes de todas las tradiciones y los poetas no creyentes de todos los tiempos: que cuanto es está habitado por el Infinito indecible, la Belleza que arrebata, la Bondad que abraza, y que siempre podemos confiar a pesar de todo, y recrear el mundo cada día como rehacemos el Belén cada año.
Yo no sé si pones un Belén en tu casa: el ángel, la gruta y los pastores, el burro y el buey, y María y José y el niño Jesús. ¡Todo es tan entrañable! Ponlo a tu manera. Pon bondad y ternura. La vida es dura, el año ha sido difícil, y el futuro… ¿quién sabe qué del futuro? Pero no temas. Cuida tu vida, cuida tu ánimo, cuida a los tuyos, cuida a todos los seres.
Y míralo todo con ojos nuevos. Todo es milagro y promesa de una Presencia. Nada es lo que parece. Todo está sin cesar siendo y renaciendo en Otra Realidad, hacia Otra Realidad presente y posible. Celebra en tu casa el Nacimiento de la vida. Mira los ojos de un niño. Los ojos de un niño bastan para iluminar todas las tinieblas del mundo, de Lampedusa o de Melilla, del África negra o de la Latinoamérica olvidada.
Y todos los seres. Todos los seres anuncian lo mismo que el ángel bueno y alegre de Belén: “No temas, criatura bendita. Tú vienes de la Belleza, vienes de la Bondad. Tu ser es más precioso que todas las piedras preciosas, mucho más que todos los oros, inciensos y mirras. Cree en tu bendición, criatura bendita. Sé bendición, lleva bendición en tus pequeñas manos heridas, en tu pequeño corazón latiente”.
Mira: el árgoma y las prímulas o flores de San José ya están floreciendo en el corazón del invierno, alegrando el monte despejado y los caminos sombríos. ¿Lo ves? Mira cada ser como una humilde señal de aquella “Bondad que es la fuente de todas las cosas y que un día será enteramente en todos los seres”, como dice el biógrafo que miraba todas las cosas Francisco de Asís, inventor del belén.
Si miras así, nacerás de nuevo, nacerá otro mundo. ¡Feliz Navidad!
Publicado en Deia
  

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