5 de julio de 2015 Domingo 14º del
Tiempo Ordinario – Ciclo B. Marcos 6,1-6
En aquel tiempo,
fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado,
empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba
asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han
enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo
de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no
viven con nosotros aquí?» Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No
desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su
casa.» No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos
imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los
pueblos de alrededor enseñando.
“¿De
dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado?
¿Y
esos milagros de sus manos?” No conviene leer estos versículos como prueba de que el
pueblo admiraba su sabiduría divina, aquí es todo lo contrario: la intención
era despreciativa. Los letrados y comisarios venidos de Jerusalén habían
preparado al pueblo: “Tiene
dentro a Belcebú. Expulsa los demonios con poder del jefe de los demonios”
(3, 22).
Y es que la realidad histórica de la misión de Jesús en Galilea al querer
implantar el nuevo reino, al final resultó un fracaso. Entre otros motivos,
porque desde Jerusalén que seguían los pasos del movimiento de regeneración,
primero eliminó al Bautista y después sembró la duda y el rechazo a Jesús. A
Jesús, su pueblo lo reciben con escepticismo y recelo: ¿De dónde saca todo eso. Y esos
milagros de sus manos? Lo confunden con un mago que recorre
los pueblos.
“¿No es éste el
carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y
sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?”. ¡Buena fotografía de
quién fue Jesús! “carpintero”, como un trabajador de la construcción; miembro
de familia numerosa. Para Mt (13,55) “hijo de carpintero”. Y en Lc (4, 22)
hijo de José. Este Santiago, hermano mayor, no siguió los pasos ni la
doctrina de Jesús. Solo después de la resurrección actuó como jefe de la iglesia
de Jerusalén, aunque nunca llegó a abandonar el judaísmo de la Torá.
“Y esto les resultaba
escandaloso” En su pueblo, el que un vecino tan vulgar, enraizado en una
familia tan conocida, Jesús
el de José, o el de María el hermano de Santiago, con sus hermanos y sus
hermanas mezcladas entre el pueblo, se haya metido a predicador,
removiendo al pueblo les resulta no sólo llamativo sino escandaloso. La
Cristología de hoy que es una asignatura dedicada al estudio del Cristo del
Cristianismo no debió nunca olvidar ese pueblo y esa familia. Pero los mismos
evangelios, escritos al menos cuarenta años después de su muerte y
resurrección, estaban preocupados sobre todo en demostrar que Jesús el
crucificado, había resucitado y era el Hijo de Dios, dejando en la penumbra
la normalidad del hijo de Nazaret. Creyeron, quizá con razón, que era más
difícil aceptar su “origen divino” que su historia humana. Pero el que luchó,
murió en busca del Reino de Dios fue aquel ciudadano de Nazaret. Nosotros no
podemos imitar al Cristo resucitado, pero sí podemos intentar seguir los
pasos del carpintero
“Y recorría los
pueblos de alrededor enseñando” Quiso sembrar y sembrar. Inundó Galilea de parábolas. Hizo
todo el bien que pudo. El pueblo no se levantó y su misión no se cumplía.
Aprendió que la sociedad es lenta en sus cambios. Al final determinó
jugárselo todo en Jerusalén. Allí le esperaban los dueños del pueblo, el
Templo y Dios.
Luis Alemán Mur
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