lunes, 30 de mayo de 2016

"para no equivocar el camino, es bueno volver a las fuentes" papa FRANCISCO



ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Memoria de los dones que Dios nos ha dado, profecía para abrir el corazón y entender donde hay que ir, aunque tuviéramos que arriesgar para hacerlo, y esperanza para evitar una jaula de normas y preceptos que sirven solo para dar un sentido de seguridad.
Son las tres coordinadas que Francisco ha ofrecido este lunes en la misa diaria que ha celebrado en la Residencia Santa Marta.
El Papa vuelve a hablar de esos corazones demasiados cerrados.........
a la obra de Dios y al soplo del Espíritu Santo. Lo hace recordando las parábolas de Jesús, el cual desmonta los andamios de leyes y prescripciones con las cuales los escribas y los fariseos sofocaban la memoria, la profecía y la esperanza.
En particular evoca la parábola de los viñadores homicidas narrada en el Evangelio de hoy, los cuales se rebelan contra su patrón matando a los siervos que enviaba para solicitar lo que le debían, llegando estos a asesinar al mismo hijo del patrón, el único, para así lograr que la herencia terminara en las manos de ellos.
Una metáfora clara, observa el Papa de “un pueblo cerrado en sí mismo, que no se abre a las promesas de Dios”, que asesina a los siervos y al hijo, o sea a los profetas de la Biblia y a Cristo, para no oírlo. Porque a ese pueblo le interesa “un sistema jurídico cerrado” y nada más. Prefieren que no vengan los profetas. Y legitiman a los doctores de la ley, a los teólogos que siempre entran en la casuística y no quieren la libertad del Espíritu Santo, y lo enjaulan, porque no permiten la profecía ni la esperanza”.
Es un sistema que san Pedro en la Primera lectura define como “corrupción, mundanidad y concupiscencia”. Por ellos Jesús no evita de increparlos, Él durante los 40 días en el desierto ha sufrido la tentación “de perder la memoria de su misión, de no dar espacio a la profecía y de preferir la seguridad en lugar de la esperanza”. Por eso les grita: ‘Ustedes giran en medio del mundo para tener un prosélito y cuando lo encuentran lo vuelven esclavo’, “una iglesia así organizada –exclama el Papa– hace esclavos”.
La viña bien organizada, subraya el Pontífice, es “la imagen del pueblo de Dios, la imagen de la Iglesia y también la imagen de nuestra alma”, que el Padre cuida siempre “con tanto amor y tanta ternura”. Rebelarse a Dios, como a los viñadores homicidas significa “perder la memoria del don recibido”, por para “no equivocarse en el camino” es importante “volver siempre a las raíces”.
El Papa al concluir invita a preguntarnos: “¿tengo yo memoria de las maravillas que el Señor hizo en mi vida?, ¿de los dones del Señor? ¿Soy capaz de abrir el corazón a los profetas, o sea a aquello que me dice ‘esto no va’, debes ir allá, ve adelante y arriesga? ¿Estoy abierto a aquello o prefiero cerrarme en la jaula de la ley? Y para finalizar: ¿tengo yo esperanza en las promesas de Dios, como las tuvo nuestro padre Abraham, que salió de su tierra sin saber dónde iba, porque esperaba solo en Dios?”.

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