El patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, el primado Filaret, sentenciaba semanas atrás sobre el origen de la pandemia: “Es un castigo de Dios por la homosexualidad”. Días después, la máxima autoridad religiosa del país contraía de forma virulenta el coronavirus casquivano. Sabemos que del ridículo no se vuelve. A veces se está mejor calladito. Filaret es uno de los personajes más importantes en la vida de Román Zozulya. No es el único. El otro es Stepán Bandera, el legendario líder fascista de la OUN (Organización de Nacionalistas Ucranianos), colaboradores nazis del gobierno hitleriano en la Segunda Guerra Mundial.
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