EL 16-09-2021, el obispo de Roma Francisco recibió en audiencia a los participantes del encuentro con los moderadores de las asociaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades,organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida,sobre el tema: La responsabilidad del gobierno en las agregaciones laicas: un servicio eclesial.
Entre otros conceptos dijo:................
"Nuestro deseo de poder se expresa de muchas maneras en la vida de la Iglesia; por ejemplo, cuando creemos, en virtud de nuestro papel, que debemos tomar decisiones sobre todos los aspectos de la vida de nuestra asociación, de la diócesis, de la parroquia, de la congregación. Se delegan a otras tareas y responsabilidades para ciertas áreas, ¡pero solo teóricamente! En la práctica, la delegación a los demás se vacía por el deseo de estar en todas partes. Y este deseo de poder anula toda forma de subsidiariedad. Esta actitud es fea y termina vaciando el cuerpo eclesial. Es una mala manera de disciplinar. Y lo vimos. Muchos, y pienso en las congregaciones que mejor conozco, superiores, superiores generales que están eternizados en el poder y hacen mil, mil cosas para ser reelegidos y reelegidos, incluido el cambio de constituciones. Y detrás de eso hay un deseo de poder. Eso no ayuda; este es el principio del fin de una asociación, de una congregación.
Tal vez algunos piensen que este "deseo" no te concierne, que no sucede en tu propia asociación. Os recordamos que el Decreto sobre las Asociaciones Internacionales de Fieles no sólo está dirigido a algunas de las realidades aquí presentes, sino a todas ellas, ninguna excluida. Para todos ellos. No hay más ni menos bien, perfecto o no: todas las realidades eclesiales están llamadas a la conversión,a comprender y a realizar el espíritu que anima las disposiciones que nos dan en el Decreto. Se me ocurre dos imágenes al respecto. Dos imágenes históricas. Esa monja que estaba en la entrada del Capítulo y dijo: "Si votas por mí, lo haré...". Compran poder. Y luego, un caso que me parece extraño, como "el espíritu del fundador cayó sobre mí". ¡Es como una profecía de Isaías! "¡Me lo dio! Tengo que seguir adelante solo o simplemente porque el fundador me dio su túnica, como Elías a Eliseo. Y tú, sí, puedes tomar los votos, pero yo estoy a cargo". ¡Y eso pasa! No estoy hablando de fantasías. Esto sucede hoy en la Iglesia.
La experiencia de la proximidad a sus realidades ha enseñado que es beneficioso y necesario prever una rotación en los cargos gubernamentales y una representatividad de todos los miembros en sus elecciones. Incluso en el contexto de la vida consagrada hay institutos religiosos que, manteniendo siempre a las mismas personas en las cargas del gobierno, no han preparado el futuro; han permitido insinuar abusos y ahora atraviesan grandes dificultades. Estoy pensando, no lo conoces, pero hay un instituto donde tu líder se llamaba Amabilia. El instituto pasó a llamarse "odiobilia", porque los miembros se dieron cuenta de que esta mujer era un "Hitler" con hábito.
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