Hace unos años a un cierto periodista deportivo se le conocía como el que TELEVISA CON LA PALABRA.
Porque digo esto, porque al recorrer las páginas de este ensayo de
Madilene ocurre o me ocurre a mí que parece que cuando recorre los pasillos del
asentamiento los voy recorriendo junto a ellas,
cuando el bautismo, el casamiento en dos lugares diferentes pero también
uno está ahí en la comunidad. Su
relato tiene eso de frescura, sencillez, humildad coloquial, que nos va llevando siempre un paso más
adelante. Personalmente no conocimos a
Orlando, pero ahora nos parece que estuvimos con él, es también una virtud de ese relato. Pablo Bonavía dijo: “el
relato tiene rasgos similares con los hechos de los apóstoles” mucha razón tiene; está escrito contando hechos y lugares donde
el apóstol dejó sus huellas, sin proponérselo, solo viviendo el Evangelio en
toda su naturalidad.
En cierto pasaje se desliza una
frenada desde las autoridades; nos
recuerda cuando en el juicio en Argentina le recriminan su apego a los pobres,
diciéndole: “ eso es subversivo “. ¡!! Lamentable los jueces y más lamentable sus pares.
No me extiendo más, termino con
las emocionadas palabras de recordación del querido hermano metodista Ademar
Olivera: “¡ Qué bueno descubrir que la vida en comunión con Jesús adquiere
su plena realización y sentido, no en el
dolor y la muerte, sino en la Pascua de Resurrección!” Eduardo
Gracias hermano por tus palabras, ciertamente son un poco elogiosas demás, pero es cierto que me alientan a seguir y me dan alegría porque de cierta forma Orlando vive en nosotros, en nuestra memoria y nuestro corazón. Abrazo fraterno
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