NUNCA LOS DEJARÉ ABANDONADOS.
Ese Espíritu de la verdad es llamado “Parakletos” y
significa el que es llamado a estar junto, el asistente, el
que nos colabora, nos acompaña y defiende.
Esa
promesa que dice Jesús se cumple en nuestra vida cotidiana, basta creer y amar,
como Él nos amó que en eso se resume los mandamientos que nos dio a conocer y
el mundo no conoce ni cree ni lo ve.
Nosotros,
los pobres tenemos el mejor defensor que está junto a nosotros, nos asiste en
las horas atribuladas, nos acompaña y nos defiende.
Voy a
relatar un hecho que nos sucedió como familia en el año 1995, mas o menos.
Cosíamos
y vendíamos ropa en las ferias de fin de semana. Pagaba a una vecina que tenia
un Ford Escort el flete para llevar la
mercadería. Un día un hermano de fe me ofreció un autito (en muy mal estado) un
simca 1000 que su hija vendía en 1.000 dólares a pagar de a 100 por mes y así
librarme del gasto del flete.
Lo empecé
a usar y a los dos meses había una velada de pentecostés, algo que yo nunca
había participado, en la iglesia de
Belén. Juan me llevó y se volvió a la casa. Me quedé allí algunas horas y al
salir una señora se acerca y me dice: -- estabas acá? A tu esposo se le
incendió el auto allí abajo. Señaló el arroyito.
Le
dije:__ él está bien?
__ sí.
__ bueno
gracias. Me voy a casa. La señora me miraba asombrada por mi calma, ni siquiera
fui a ver el auto quemado.
Al llegar
encuentro a mi esposo Juan desesperado, decía cómo vamos a pagarlo ahora, todo
quemado…. Y yo lo miré y le dije: -- no te preocupes porque con la ayuda del
Espíritu Santo lo vamos a vender y pagar la deuda.
Mi esposo
me miró y su expresión era, de que yo estaba loca. Pero, sentía dentro de mí que eso se realizaría, aunque no
sabía cómo, pero tampoco dudaba.
Al día
siguiente un guinche lo trae y lo deposita en la puerta de casa. Calcinado.
Solo sobró la carcaza y aun así quemada.
Seguimos
nuestras rutinas de trabajo. Y pasaron 3 días. Tocan el timbre. Abro la puerta
y era un muchacho en una moto y me pregunta si ese auto quemado es mío al que
le digo que sí. Me pregunta si lo vendo, le digo que sí. Y que cuánto pido, le
digo 800 dólares. Me dice: -- mañana a las 16 vengo con mi suegro a remolcarlo,
haga un documento de compra-venta. Cuando se está por ir le pregunto si era de
por acá, y me dice que era la primera vez que pasaba por esta calle.
Entré y
sabía que se estaba cumpliendo la ayuda del Paráclito. Cuando llegó Juan del
trabajo no daba crédito a lo que le relataba.
Al día
siguiente, vinieron, firmaron el papel, pagaron los 800 dólares, y se
marcharon. Ni siquiera pregunté para qué lo querían.
En la
esquina había un taller de bicicletas de Angelo, un amigo nuestro, aplaudía
cuando pasaba el auto quemado remolcado. __ te doy 20 pesos para los cohetes
gritaba.
Yo guardé
el dinero, tomé un taxi y me fui a pagar la deuda. Al llegar estaban en oración
y me quedé allí alabando a Jesús y su Espíritu Santo que nos sacó de esa
situación difícil, y ellos no podían creer lo sucedido.
Muchas
veces di este testimonio, en seminarios y encuentros. No puedo callar. Mi
corazón estaba agradecido. Jesús nunca nos deja abandonados. Él ve nuestra
necesidad, nuestro amor y nuestro corazón.
La afirmación de Jesús es categórica: no los dejaré abandonados.
El creer
ciegamente en las promesas de Jesús, nos quita toda angustia, toda
desesperanza. Él no es un Dios distante, sino cercano, caminando con nosotros,
vive en nuestro corazón, nunca estaremos solos, y frente a las dificultades,
abandonarnos en su amor es el único camino.
Los empobrecidos,
somos privilegiados porque podemos dar esos testimonios, ya que no podemos
acceder a los defensores que nos ofrece el mundo. Pero tenemos el mejor, el
infalible, aunque el mundo no lo ve ni cree en Él.
Jesús va
al Padre pero vuelve a nosotros. Es una relación de amor que teje la eternidad.
Solo tenemos que creer, creerle y
amarnos. Madilene
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